En el útero del grunge: el último acto de Nirvana
De interés general

En el útero del grunge: el último acto de Nirvana     

 

06/11/2013 Fuente rollingstone. Krist Novoselic, Dave Grohl y Kurt Cobain, de Nirvana.

 

Aún recuerdo como si fuera ayer estar sentado en la batería con Krist a mi derecha y Kurt a la izquierda”, cuenta Dave Grohl, con ojos brillantes y voz emocionada. “La sala de control estaba allí” –señala a un punto enfrente suyo– “y Albini tenía el suelo en torno a la batería repleto de micrófonos raros. Yo estoy esperando la entrada de la canción”.

 

Grohl está sentado en la sala de estar que hay en la primera planta de 606, la sala de ensayo y grabación que tiene en San Fernando Valley, Los Ángeles, donde se encuentra grabando un nuevo disco con Foo Fighters, el grupo que tiene desde hace dos décadas.

 

Sin embargo, lo que Grohl describe es una escena de su vida anterior como batería de Nirvana: aquel día de mediados de febrero de 1993 en el que él, junto con el bajista Krist Novoselic y el cantante y guitarrista Kurt Cobain empezaron a grabar el que sería su último disco de estudio, In utero, con el productor Steve Albini en el estudio Pachyderm, situado en un bosque al sur de Minneapolis.

 

Escucha un tema inédito de Nirvana, ‘Forgotten tune’

 

Nirvana estaban allí para grabar el disco que creían que tenían que hacer –rápido, disonante, experimental– tras el multimillonario éxito de Nevermind (1991). Cobain se había convertido en la superestrella más conflictiva del rock: infeliz en su faceta de figura pública, ofuscado por las presiones de ser famoso y, aún así, deseoso de jugar con el público masivo que había conseguido.

 

Kurt siempre había querido hacer un disco con Albini. “Una vez en la furgoneta, mucho antes de Nevermind”, recuerda Novoselic, “escuchamos el Surfer rosa de los Pixies – la visceral obra maestra que la banda grabó en 1988, hecha con Steve Albini – y Kurt proclamó, poniendo el dedo en el aire: ‘Esto es lo que queremos’. Después de Nevermind podríamos hacer lo que nos diera la gana. Kurt quiso hacer un disco de los Pixies”.

 

El primer tema que la banda grabó con Albini no se parece en nada a los retocados éxitos de Nevermind como Smells like teen spirit o Come as you are. Scentless aprentice era un delirio rápido y crudo, un pedazo de distorsión y un ritmo de apisonadora que Nirvana habían estrenado en dos conciertos en Brasil. En Pachyderm, la banda la grabaría en una sola toma . “Tras aquella primera grabación, nadie dijo: ‘Deberíamos hacerla otra vez”, recuerda Grohl. “Porque aquella –chasquea los dedos para hacer énfasis– era la puta toma”.

 

Los demás temas –incluidos los torpedos de punk rock de Milk it o Very ape,  la montaña rusa sonora de Heart-shaped box, el dramatismo a lo R.E.M. de Pennyroyal tea o la espartana y cíclica balada Dumb– se grabaron igual de rápido. Las pistas básicas de cada canción se hicieron en directo –tres o cuatro temas al día– y Cobain grabó sus partes vocales en una sola sesión de siete horas. “Tenía una guitarra en su regazo, una acústica destrozada con las cuerdas de nylon”, recuerda Albini. “En las partes en las que no hay música se le puede escuchar aporrearla mientras canta”.

 

“Puro y animal: así describiría lo que hizo”, dice Novoselic con orgullo. “Fue todo bastante fluido”. Nirvana estuvieron dos meses grabando Nevermind, su disco de debut en una multinacional, con el productor Butch Vig. Con Albini, el grupo grabó en once días 16 canciones, incluidos cuatro temas que quedarían como caras B.

 

Nirvana cavila sobre su éxito en unas curiosas entrevistas

 

Grohl declara a ROLLING STONE que In utero –reeditado el 24 de septiembre con maquetas de varios temas y versiones en directo– fue un intento de “reconectar con el grupo que una vez fuimos, el que ya no volveríamos a ser” debido al éxito comercial de Nevermind. “Sin embargo, no me di cuenta del tono lírico del disco hasta que llegué a casa con el máster”. Grohl se lo puso a amigos como Fugazi, la banda de Washington D.C., cuando estos pasaron por su casa de Seattle. Después de que acabara Scentless apprentice, Ian McKaye, cantante de Fugazi y un mito del rock yanqui, se giró hacia Grohl. “Ian sólo dijo: ‘You can’t fire me because I quit [No puedes despedirme porque renuncio]. Tío, eso es muy chungo”.

 

“Me costó procesarlo, porque Kurt tenía un sentido del humor muy particular”, dice Grohl. “Los tres nos reíamos de cosas muy jodidas”. Hace una pausa y suspira. “No se me había ocurrido verlo desde la perspectiva de otra persona”.

 

Es imposible, ahora, pasar por alto las referencias a hacerse mayor, a la rabia, la derrota y el abandono que Cobain iba dejando como si fueran minas terrestres en canciones como Very ape (“Si alguna vez necesitas algo, por favor no / dudes en preguntarle antes a otro), Pennyroyal tea (“Estoy tan cansado que no puedo dormir”), o en All apologies, el himno que cierra el disco (“Todo es culpa mía / yo cargaré con ella”). Cobain había cumplido 26 años durante las sesiones de grabación, el 29 de febrero. Estaba casado con Courtney Love, la cantante de Hole, y acababa de ser padre; Frances había nacido en agosto de 1992. Cobain también luchaba contra su adicción a la heroína y era incapaz de encontrar placer o paz en su éxito. El primer tema de In utero, Serve the servants, se abre con la declaración de intenciones de Cobain “La rabia adolescente ha generado bastante dinero/ ahora soy viejo y estoy aburrido”. Uno de los temas descartados para el disco, que acabaron en un disco recopilatorio, simplemente se llamaba I hate myself and I wanna die [“Me odio a mí mismo y quiero morirme”]. Cobain diría que “no es más que una broma”.

 

DGC/ Geffen Records publicó In utero el 14 de septiembre de 1993, siete meses después de haberse grabado, en parte por las dudas de Cobain sobre la intensidad del disco. Dos de los temas -Heart-shaped box y All apologies- fueron remezclados por Scott Litt, productor de R.E.M. Cobain estaba convencido de que In utero era el mejor disco de la banda. “Hay algo muy extraño en él”, contó a quien firma en octubre, tras su publicación, en su última gran entrevista. “Nunca me he sentido tan confuso en mi vida, pero al mismo tiempo, tampoco tan satisfecho con lo que hemos hecho”. Seis meses después, el 8 de abril de 1994, Cobain fue encontrado muerto en su casa de Seattle. Se había disparado con una escopeta. Tenía 27 años.

 

“Hay momentos en In utero que están a la altura del mejor death metal, hardcore punk o heavy rock del momento”, dice Novoselic durante una larga y tranquila entrevista en una biblioteca pública de Longview, Washington, a una hora en coche de su casa cerca de Pacific Coast. “Es el testimonio de la visión artística de Kurt -rara y cautivadora”. A sus 48 años y con una barba algo canosa, Novoselic es un miembro activo en la escena política del estado de Washington, intenta sacarse el título de ciencias sociales en una universidad online y toca el bajo y el acordeón. Él y Grohl siguen siendo amigos. Novoselic colaboró en el último disco de Foo Fighters, y ambos aparecieron junto a Paul McCartney en el documental de Grohl titulado Sound city. El pasado julio, Novoselic y Grohl subieron al escenario con McCartney a tocar temas de los Beatles.

 

Novoselic admite que “la música en mi cabeza nunca volvió a ser lo mismo tras Nirvana”. Él y Cobain se conocieron de adolescentes en Aberdeen, Washington; empezaron juntos Nirvana en 1987 y grabaron Bleach, su disco de debut, dos años más tarde. “A veces sueño con él”, dice Novoselic sobre su amigo. “Es bonito verle en el sueño –‘¡Eh! ¿Qué tal estás? ¿Cómo lo llevas?– pero hay que afrontar la pérdida. Hay que sufrir y sobrevivir. El suicidio es difícil. Murió. Se mató a sí mismo. Si lo hubiera hecho otro, podrías volcar tu ira en el asesino, en este caso, es cosa de una sola persona”.

 

Grohl tenía 21 años, creció en Virginia y era el sexto batería que pasaba por Nirvana cuando se unió al grupo en 1990, justo a tiempo para tocar en Nevermind. Se refiere a In utero como “la grabación más honesta que he hecho en toda mi vida. Intentábamos sonar a una banda encerrada en una habitación. Nada más que eso”. Aún así, Grohl concede: “Cuando escuchas su voz cantando alguno de esos versos, es demasiado intenso”.

 

“Fue difícil”, cuenta Novoselic cuando le pido que me describa la vida en Nirvana hacia 1992. “Kurt tomaba mucha heroína. Dave y yo no”.

 

Cobain había probado la droga de adolescente. En 1991 era adicto a ella, tiempo después explicaría que la utilizaba para calmar sus dolores crónicos de estómago. “Recuerdo cuando me contó que la había probado”, recuerda Novoselic. “Le dije: ‘Estás jugando con dinamita”. En 1992, Nevermind alcanzó el primer puesto en la lista de ventas. “No creo que la heroína tuviera la culpa de todo”, dice sobre la deriva de Cobain. “Pero sí de parte”.

 

La imagen: el primer contrato discográfico de Nirvana

 

“En 1992 pasaron muchas cosas”, confirma Grohl, y enumera: Frances nació; Cobain empezó la rehabilitación; su matrimonio con Love se convirtió en carne para la prensa sensacionalista. “Era como ir andando por un campo de minas”. También hubo nueva música. La reedición de In utero incluye temas de sesiones de ensayo que datan de abril y octubre de 1992, entre las que se encuentran primigenias versiones de Pennyroyal tea en una desnuda versión instrumental, Frances Farmer will have her revenge on Seattle (la bofetada de Cobain a la fiebre del grunge, cuyo título homenajea a la controvertida estrella de cine de los años 30) o Radio friendly unit shifter (referencia sarcástica al giro que dio su suerte).

 

En enero de 1993, en mitad de una gira por Brasil, Nirvana pasaron tres días en un estudio grabando lo que Grohl describe como unas “largas e inconexas improvisaciones mientras Kurt divagaba ante el micro. Yo sabía que eso no tenía nada que ver con lo que sería el siguiente disco, pero era reconfortante volver a conectar con aquella banda, especialmente entre dos conciertos en estadios”.

 

Nirvana salvó una de aquellas sesiones, la llamó Gallons of rubbing alcohol flowing to the strip y la incluyó como tema extra en la edición europea de In utero.

 

Pero a pesar de todo ello, la mayor parte de las letras que Cobain cantó en In utero -las lastimeras melodías de voz y la astuta y afilada disección de su ansiedad- fueron compuestas con un obsesivo cuidado durante un largo periodo de tiempo. Cobain había escrito Dumb, All apologies y Pennyroyal tea en 1990. Todas ellas evidenciaban su pasión melódica por los Beatles y R.E.M., además de la implacable coherencia de su auto examen. En aquella época Grohl vivía en el mismo apartamento de Cobain en Olympia, Washington. “Kurt se llevaba la guitarra y el cuaderno a su habitación todas las noches”, recuerda el batería. “Se sentaba solo a componer y tocar. Creo que disfrutaba mucho haciéndolo”.

 

“Si Kurt iba a mi casa”, dice Novoselic, “y se le ocurría una idea, se iba a un rincón y empezaba a trabajar en ella. Tenía que atraparla, era como si tuviera miedo de perderla”. Cuando le pregunto si Cobain tomaba heroína en las sesiones de grabación de In utero, el bajista dice: “No lo parecía. Estaba en un buen momento. Gritaba en el estudio. Cuando acabó las voces en Milk it estuvo un buen rato sólo gritando “¡Arrrrgh!”.

 

Albini, que comandó los tríos Big Black y Rapeman antes de concentrarse en producir discos, nunca había visto a Nirvana en directo, ni siquiera le habían llamado la atención sus discos anteriores cuando aceptó trabajar con el grupo en 1992, después de hablar con Cobain por teléfono. “No tengo una buena relación con el negocio del espectáculo”, explica Albini. “Los discos anteriores del grupo me olían un poco a eso. Pero su personalidad se había forjado tocando en condiciones propias del punk rock. En ese aspecto nos sentimos identificados. Me gustaba mucho su consistencia interna”. Durante las sesiones, Cobain llevaba “un cuaderno en el que guardaba sus letras para el disco. Cuando estaba listo para grabar una canción lo hacía. Era importante para él hacerlo antes de que se arrepintiera o se le ocurriera algo distinto”.

 

Ocurrió: Paul McCartney en medio de una reunión de Nirvana

 

En la crítica que hice sobre In utero para ROLLING STONE, citaba la producción de Albini –”casi monofónica en su comprimida intensidad”– como una de las mejores cosas del disco: “La palabra ‘grunge’... no le hace justicia a este cautivador estruendo”. A pesar de ello, una noche, al salir de los estudios Pachyderm, Cobain llamó a Gary Gersh, el tipo que les fichó para Geffen, y le preguntó qué opinaba sobre el disco. Gersh, que ahora es mánager de bandas, cuenta que le dijo a Cobain: “No estoy seguro de que sea al cien por cien lo que tú decías que querías que fuera, ¿intentamos remezclar algunos temas?”.

 

Gersh insiste en que nunca puso ninguna objeción a que la banda grabara con Steve Albini. Cobain era “fan de muchos discos de Albini, de los Beatles, de R.E.M, de Slayer o Black Sabbath. Lo que yo trataba de preguntarle era: ‘¿Conseguiste lo que esperabas o el resultado se parece más a lo que Steve quería que fuera?”.

 

“A Kurt le gustaba hacer cosas que supusieran un reto para él”, explica Gersh. “A veces eso implicaba enfrentarse a nuevos dilemas en lugar de encontrar soluciones”.

 

La indecisión de Cobain se filtró a los medios. Albini aún cree que “el objetivo final del sello era hacerme responsable de ello”. Cuando Nirvana conocieron a Scott Litt en un estudio de Seattle para remezclar Heart-shaped box y All apologies, encontró “a los chicos desanimados”, dice Litt. “Acabaron exhaustos por todo el proceso”.

 

Litt también ejerció de ingeniero de sonido en el triunfante Unplugged que Nirvana hicieron para la MTV en noviembre de 1993. Dice que grabar con Cobain “era como trabajar con Lennon, se parecía mucho a lo que yo creo que fueron los Beatles”. Kurt decía: ‘Pon el tema que voy a probar esta armonía’. Lo hacía y resultaba encajar a la perfección en el disco. Era un don. Lo único que necesitaba era tener a un profesional al otro lado del cristal, alguien que lo hiciera posible”.

 

En junio, Grohl y Novoselic se reunieron con Albini en Electrical Audio, el estudio que este tenía en Chicago, para remezclar el disco entero. Albini llama a la nueva revisión, incluida también en la reedición, “una perspectiva alternativa”. Novoselic dice que “respira mejor”. También dice que In utero “es mi preferido de Nirvana. Nos crecimos. Este disco es el testimonio de Kurt, de su visión artística”.

 

Una tarde, semanas después de que In utero se publicara, el teléfono sonó en mi mesa de la redacción de ROLLING STONE. “David”, dijo una voz profunda, áspera. “Soy Kurt”.

 

Nos habíamos visto antes, ese mismo verano, en una fiesta que la discográfica dio en Nueva York para sus amigos los Melvins. Después de la publicación de In utero, intenté por todos los medios conseguir que Cobain se sentara conmigo para hacer una extensa entrevista sobre el disco, el grupo y su vida. No había habido forma de conseguirlo, y estaba totalmente frustrado porque Nirvana habían sido portada del resto de las publicaciones- hasta aquella llamada. “Te prometo que lo haremos”, dijo Cobain. “Solamente quiero esperar un poco. No quiero decirte las mismas cosas que le he estado contando a todo el mundo”.

 

Mantuvo la promesa, una semana después de haber comenzado la gira que Nirvana hicieron en otoño de 1993, la mañana siguiente a un concierto desastroso en Chicago. El sonido fue lamentable aquella noche, no tocaron Teen spirit y el público acabó abucheándoles después de que salieran del escenario. Sin embargo, en la habitación de su hotel, Cobain se mostró cálido, hablador y divertido, lejos de su reputación de tipo hosco. “Voy a acariciar a mi ego diciendo que somos mejores que la mayoría de los grupos”, me dijo con una sonrisa. También estaba preocupado. Aunque estaba muy orgulloso de In utero –“Trabajamos muy duro para hacer un disco con las mejores canciones que podíamos hacer”– el disco era un cruce de caminos. “Hemos llegado a un punto en el que las cosas están empezando a ser repetitivas”, dijo sobre su corrosivo sonido. “No podemos escalar más alto”.

 

“Odio decirlo, pero no creo que el grupo aguante más de dos discos, a menos que trabajemos muy duro experimentando”. Cobain siguió: “No quiero sacar un disco que suene a los tres anteriores”.

 

Joyas de youtube: Nirvana tocando en una tienda de electrodomésticos en 1988

 

Ni siquiera se dio la oportunidad de hacerlo. La vida de Cobain después de hacer In utero fue dando tumbos, llegando a altísimas cotas –como el Unplugged, una tranquila y valiente recreación de las canciones de Nirvana que la banda grabó en una toma, a modo de concierto– pero también pasando por experiencias cercanas a la muerte, como la sobredosis de heroína que sufrió justo antes de un concierto en Nueva York en julio de 1993. Cobain empezó la rehabilitación antes de la gira. “Había días”, dice Grohl, “en los que Kurt subía al escenario y no paraba de sonreír. Y la siguiente noche estaba frente a 20.000 personas sin ningún deseo de estar allí”.“Todo giraba en torno a una persona y cómo esa persona se sentía ese día”, recuerda Jim Merlis, el publicista de Nirvana en aquella época. “Cuando se sentía bien, estaba eufórico, como si acabara de esquivar una bala”. Merlis estaba al lado de Cobain cuando este llamó a su madre, Wendy, tras la grabación de Unplugged. “Era como un niño pequeño: ‘Mamá, no te vas a creer lo que ha pasado”.

 

“Kurt se mostraba taciturno e introvertido”, admite el músico Smear, que sigue tocando junto a Grohl en Foo Fighters. También recuerda una conversación que tuvo con Cobain en su 27 cumpleaños, en Suiza, en 1994. “Sobre lo bonito que era tener un amigo con quien los silencios no fueran incómodos. Nuestros silencios eran agradables. ‘¿Quieres estar aquí sin hacer nada? Por mí, bien”.

 

Hay algo que Novoselic prefiere no contar: la última vez que habló con Cobain. “Fue muy triste”. Sí menciona que fue “a la casa donde se celebró el funeral a verle. La palabra ‘shock’ se queda corta”.

 

Grohl describe cómo se sintió la mañana que encontraron el cadáver: “Me hice un café. Y fui consciente: ‘Kurt ha muerto’. Ha sido probablemente el momento más importante de mi vida, me hizo ser consciente del simple hecho de estar vivo. Me ha costado 20 años superarlo”, dice. “Recuerdo el día que salió al escenario de Brasil con la camiseta de  ‘me odio a mí mismo y quiero morirme’. Conociendo su humor, todos pensábamos, ‘¿Me estás tomando el pelo? ¿Dónde coño la has comprado? Dijo: ‘La he hecho yo’. Echando la vista atrás, es desgarrador. Pero, ¿qué puedes hacer?”.