La cerámica como herramienta del arqueólogo
Bienes arqueológicos, paleontológicos

La cerámica como herramienta del arqueólogo

 

 

30/08/2015 Fuente inah. Su análisis permite determinar tecnologías, cronologías de regiones, redes comerciales, aspectos religiosos y vida cotidiana, detalló el investigador Andrés Santana

 

Sustraer estos materiales de su contexto volvería imposible contrastar datos que ayuden a reconstruir el devenir de los sitios, explicó

 

   En la entidad más pequeña del país, Tlaxcala, se han registrado más de 900 sitios arqueológicos de variadas dimensiones. La mayoría de las veces, los tiestos cerámicos esparcidos por el suelo sirven como testigos para determinar si hubo ocupación prehispánica, por ello son una de las principales herramientas del arqueólogo, comentó el especialista Andrés Santana Sandoval.

 

 El análisis de estos materiales permite determinar aspectos tecnológicos al precisar su tipo de cocción, bruñido y decoración, entre otras características, y establecer cronologías sobre el desarrollo de cierta región, la extensión de redes comerciales e incluso aspectos religiosos y de vida cotidiana, detalló el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

 

 Al charlar sobre La cerámica como documento, el responsable de la Ceramoteca del Centro INAH Tlaxcala puso como ejemplo las figurillas femeninas provenientes de la Zona Arqueológica de Xochitécatl, donde se han encontrado varias de ellas con una oquedad en el vientre y, dentro, la representación de un niño. “Es un modo de expresar la maternidad y, por tanto, la fertilidad de la tierra”, explicó.

 

“Del periodo Posclásico Tardío (1100-1519 d.C.), tenemos la excelente cerámica polícroma de Tlaxcala, muy semejante en su decoración a las representaciones que se encuentran en los murales de Ocotelulco y de Tizatlán, sitios históricos porque fue ahí donde se pactó la alianza hispano-tlaxcalteca”, detalló el especialista.

 

 Además de su posición estratégica entre el área del Golfo y la Cuenca de México, la abundancia de recursos para la sobrevivencia del Valle de Puebla-Tlaxcala convirtió a esta región, desde periodos muy tempranos, en una zona transitada por diversos grupos humanos, por lo menos desde el final de la glaciación hace más de 10 mil años, de acuerdo con el hallazgo de una punta Clovis en la parte central del estado.

 

 De manera que al ser un lugar propicio para vivir, la región Puebla-Tlaxcala fue espacio de constantes luchas por parte de grupos que deseaban hacerse de su control: primero los toltecas-chichimecas, los olmecas xicalancas (entre 800-1100 d.C.); y hacia el periodo Posclásico, Cholula y Huejotzingo —como aliados de la Triple Alianza, conformada por los señoríos de la Cuenca de México: Tenochtitlan-Tlatelolco, Tlacopan y Texcoco— mantenían enfrentamientos con los tlaxcaltecas.

 

 De esta etapa de los “tlaxcaltecas históricos” procede la cerámica polícroma propia de la región Puebla-Tlaxcala, “una cerámica tipo códice, que es del Posclásico Tardío.

 

“También tenemos materiales producto del comercio que este valle estableció con Oaxaca, la Costa del Golfo y la región central de Veracruz, e incluso del área maya, lo que tal vez explicaría el porqué de la semejanza entre las pinturas de Cacaxtla (640-800 d.C.) con las manifestaciones artísticas de esa región tan lejana”, comentó.

 

 Andrés Santana se tituló con la tesis: Contribución para el establecimiento de una secuencia cerámica en Cacaxtla, Tlaxcala. El análisis que ha hecho de ésta, así como de otros materiales, sumado a pruebas de carbono 14, lo llevó a proponer tras 25 años de trabajo que este antiguo centro ceremonial comenzó a edificarse hacia 300 a.C., por una “cultura paleo-olmeca”.

 

He ahí la importancia, dijo, de no sustraer materiales arqueológicos de su contexto original, hacerlo haría imposible contrastar datos que ayuden a reconstruir el devenir de los sitios.

 

 La Ceramoteca del INAH, concluyó, es un espacio en crecimiento y abierto a los especialistas. Buena parte de su colección se ha nutrido de los registros cerámicos realizados en el valle poblano-tlaxcalteca por una fundación alemana, y en cuyo proyecto participaron expertos de la talla de Guillermo Bonfil y Ángel García Cook; además de las excavaciones auspiciadas por el propio INAH en Tizatlán, Cacaxtla-Xochitécatl, Tecoaque y Los Cerritos, las cuatro zonas arqueológicas abiertas a la visita en esa entidad.