Mujeres fuera de la norma
De interés general

Mujeres fuera de la norma

 

 

04/08/2014 Fuente elpais. No tener la talla media que gastan las españolas no está reñido con la feminidad. El problema es encontrar ropa que se adapte a su cuerpo.

 

España viste una 38. Así se desprende de los datos que manejan desde Zara, buque insignia del Grupo Inditex, y Mango, los dos gigantes patrios de la moda pronta. La talla en cuestión podría oscilar entre la 36 y la 40, dependiendo del establecimiento escogido ya que, 15 años, cuatro ministros y 1,8 millones de euros después, el proyecto que lideró la entonces titular de Sanidad, la socialista Elena Salgado, en lo que a homogeneizar las medidas se refiere ha quedado en agua de borrajas. Así, si usted navega por Mango.com y añade en la cesta de la compra un pantalón de la 38, sepa que su cintura habrá de medir 70 centímetros y su cadera no deberá pasar de los 98.

 

¿Quiere la misma industria que le conmina cada cierto tiempo a cambiar los pantalones anchos por pitillos hacer lo propio con su anatomía? La respuesta es no. «Estandarizar el tallaje sería contraproducente en un sector tan globalizado; en el norte de Europa las mujeres son más robustas [lo que no impide que en Alemania los modelos más vendidos sean también los de las 36-38], mientras que en China sucede lo contrario, y las compañías textiles debemos satisfacer esa demanda adaptando el tamaño de las prendas, no los patrones», explican desde Mango.

 

La compañía lanzó en enero Violeta, una línea para clientas con curvas que abarca de la 40 a la 52, siendo la 46 la que mejor funciona en el mercado. El objetivo: cubrir las necesidades de un prototipo femenino que añora siluetas que potencien su anatomía, en lugar de constreñirla. En otras palabras: «Pantalones con cinturas elásticas, vestidos con refuerzos y tejidos que estilicen y resuelvan problemas en sisas o escotes, por ejemplo», explican desde la central. Requisitos que exigen cada vez más consumidoras, que se sienten mejor con el patrón de Violeta y prefieren una 40 de esta enseña a una de la línea principal».

 

Hoy Mango celebra el lanzamiento (y la buena acogida) de esta línea como en su día lo hizo El Corte Inglés con Couchel (la etiqueta de Tallas Grandes de estos almacenes, cuya oferta abarca de la 48 a la 60) o su antítesis, Zendra Petite que, como su nombre indica, se orienta a las fisonomías más escuetas. Las marcas son conscientes de que deben cubrir el nicho de mercado de las llamadas eufemísticamente «chicas con curvas», e incluso existe una categoría de maniquís, la denominada Plus Size, a la que pertenecen modelos como Laura Wells, quien aparece en este reportaje, o la flamante chica Pirelli Candice Huffine, cuyas medidas (96-83-110) desbordan las de las tops que desfilan en las principales semanas de la moda.

 

Una cuestión de estatura. Despejada la incógnita en lo que a formas se refiere, ¿qué pasa con las féminas delgadas que apenas alcancen el metro sesenta de altura? ¿Qué hay de las bellezas hercúleas, de las que rebasan el metro ochenta? Mujeres como la bailarina de flamenco Olga Pericet (1,55 m) o la jugadora de baloncesto Mariana González (1,88 m), quienes, a pesar de hacer la compra donde el común de los mortales (Zara, Mango o H&M, citan), tienen serias dificultades a la hora de llenar su fondo de armario. Por lo que a la cúspide de la pirámide se refiere, lo cierto es que en las pasarelas periódicamente algún diseñador avezado (léase Jean Paul Gaultier o, en su día, Galliano; en España, Duyos y sus femmes âgées) se atreve con un casting «exótico» que incluya alguno de estos estereotipos y abunde en el manido discurso de «la diversidad y el mestizaje».

 

Pero en la vida real, quienes se salen de la norma se ven obligadas a dirimirse entre la costura a medida o vagar por tiendas especializadas en cuyos estantes se agolpa la mercancía anodina, cuasi ortopédica. En un país donde la estatura media oscila entre el 1,60 y el 1,65 metros, ese 3,5% de féminas que superan el 1,79 se las ve y se las desea para encontrar ropa a su medida, «no por una cuestión de talla, sino de longitud», admite Soledad Fochs. La aparejadora madrileña (de 37 años y 1,77 de estatura) inauguró en marzo un blog (3veces7.com) en el que cuenta sus cuitas a este respecto. «Ni siquiera Internet nos facilita las cosas», asegura. «Yo suelo acudir a H&M donde, quizá por tratarse de una enseña escandinava, la longitud de los bajos de los pantalones y de las mangas de los jerséis es más flexible; en el caso de los tejanos, solo puedo permitirme los de gama alta, tipo Gas o Diesel. Topshop cuenta con una línea Tall que, por desgracia, ha dejado de venderse en Madrid. Las tiendas no contemplan la posibilidad de que haya españolas que rebasen el 1,75», arguye.

 

En el extremo opuesto, si una etiqueta anuncia la irrupción de una escueta XXXS en su inventario, enseguida la tachan de fomentar la anorexia. Que se lo pregunten si no a los diseñadores de J.Crew. Jenna Lyons (a quien The New York Times ha bautizado con el título de «la mujer que viste a América») ha visto cómo sus planes de conquistar el pujante mercado asiático se han empañado por la polémica. Algunos comentaristas se apresuraron a denunciar que la cadena estadounidense hacía apología de los desórdenes alimenticios al vender en sus establecimientos la equivalente a una talla 26 española (o una cintura de 58 centímetros). Raquel, del blog Gratis Total, zanjaba la cuestión en 140 caracteres: «Las tallas XXXS de J Crew son para los tipines chinos. Las tallas XXXL de J Crew son para los obesos de USA».

 

¿Tendría cabida, sin embargo, en el mercado español? «No», declaró al respecto Pepa Bueno, directora ejecutiva de la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME). «Eso sí, en España hay mujeres que usan un tallaje muy pequeño y se ven obligadas a comprarse la ropa en la sección infantil», añadió. ACME auspició el pasado abril la jornada Viva mi talla, la moda y la salud, en la que el diseñador Juanjo Oliva clamó por olvidar el encorsetamiento de las tallas. «No existe, es mentira. Cada vestido tiene las suyas. La belleza está en todas las siluetas y edades».

 

Volver al taller. Pero ¿qué hay del diseño a medida? ¿Tiene la costura un filón en esta inmensa minoría de clientas que ni miden 1,60 metros ni tienen una cadera de 98 centímetros? «A mediados de los años 80, los grandes almacenes de lujo de Estados Unidos, como Barneys New York o Bergdorf Goodman adquirían colecciones con un rango de tallas más amplio; resulta curioso que hoy el tamaño de la oferta disponible sea cada vez más pequeño, cuando la compradora media que se puede permitir ropa como la mía es una señora de cierta edad, cuyo cuerpo no es, en absoluto, como el de una adolescente», reflexiona la diseñadora de origen cubano Isabel Toledo.

 

«Las cadenas de moda pronta viven de cubrir las necesidades indumentarias básicas de la masa, por decirlo de algún modo, mientras los diseñadores nos orientamos a una clientela más específica y selecta, que huye de las grandes superficies», apunta Juan Duyos, quien define a sus compradoras habituales como mujeres muy exigentes y con un vasto conocimiento en moda. «¿Cómo detecto sus necesidades? Hablando. Nuestra realidad no es un estudio de mercado», zanja. Ellas, claro, pueden permitirse desembolsar los 800 euros mínimos que cuesta una de las piezas de su colección frente a los 59,99 de uno de Violeta by Mango. Aunque, destaca el modisto, «cada vez son más las que buscan la diferencia y el buen hacer de un atelier. Féminas que quieren que su diseñador favorito las cuide, las entienda y las deje bellísimas». Pero ¿qué hacemos con las que quieren y no pueden?

 

LAURA WELL

 Modelo de tallas grandes

 Medidas: 102-79-107

 

«La belleza no es cuestión de curvas, es un concepto mucho más abierto y plural. Personalmente, me siento identificada con actrices como Brigitte Bardot y Marilyn Monroe, creo que en los 50 había más diversidad y que, en la actualidad, la industria de la moda no refleja ese canon que sí existe en la vida real. Llevo trabajando como modelo seis años y nunca me han presionado para que adelgace, más bien al contrario: no soy ni maniquí convencional ni extra grande, estoy en el medio. Pero me niego a modificar mi anatomía. Admito que no me resulta fácil encontrar ropa, pero estoy feliz en mi piel. Me encanta comer y abanderar un patrón de belleza diferente… real».

 

ALONDRA BENTLEY

 Cantautora de ‘folk pop’

Pecho grande

 

«Nunca me he sentido incómoda con mi pecho; lo asocio incluso a mi estilo de música: femenino, jalonado de canciones autobiográficas. Mi personalidad y mi anatomía están implícitas en mi trabajo. No trato de reivindicar nada, pero sí procuro transmitir quién soy. Y mis curvas, me guste o no, están ahí. Hay que aceptarse, olvidar los complejos. El tema del pecho es peliagudo, intento ser discreta, esquivar la exuberancia. Llevar ropa con la que no me sienta expuesta. El tema del sujetador no es baladí: es imprescindible uno que se adapte a tus particularidades, lo que no es fácil. Mi secreto se llama Dama de Copas, en el número 64 de la calle Goya de Madrid, y es una tienda de lencería que provee cualquier talla en diseños muy favorecedores y ofrece atención especializada».

 

OLGA PERICET

 Coreógrafa y bailaora

 1,55 m de estatura

 

«Mis principios en el baile fueron duros, es una disciplina muy visual y, a primera vista, buscaban unas medidas de las que yo carezco: chicas de 1,60, como mínimo. Ahora que mi carrera es sólida, el físico ha pasado a un segundo plano. Eso sí, pasé tres años durante los que ni siquiera me hacían audiciones por mi estatura. En mi vida cotidiana, no llegar al metro sesenta no supone problema alguno, incluso me gusta; me siento más seductora. Soy pequeñaja, mi talla es la XS, y, en las giras, hasta me ahorro dinero en vestuario, porque puedo recurrir a la talla junior. Los trajes de baile me los hago a medida, como todas las bailarinas. Me gusta mucho la moda y, sobre el escenario, el tamaño no importa: soy otra persona, en otro lugar, en otro espacio…».

 

BERTA CASTELLS

 Mejor lanzadora de martillo de la historia del atletismo español

 Cuerpo musculado

 

«Cuando me apunté a la escuela de atletismo, tenía 11 años y no sabía lo que era el lanzamiento de martillo, pero fui ganando competiciones, batiendo récords… Quizá algunas de mis colegas sean más masculinas, pero yo me siento femenina. En la adolescencia, mi anatomía destacaba del resto, pero nunca fue algo exagerado. Tampoco me afectaba. Mis piernas son genéticamente potentes, algo que el entrenamiento potencia, aunque me musculo dentro de un orden, no me gustan los extremos. La moda no me interesa demasiado, porque tengo problemas para encontrar ropa por mi volumen. Me sucede, sobre todo, en el cambio de estación. Aunque uso una 42-44 y no necesito acudir a las tallas especiales».

 

LOLES LEÓN

 Actriz pequeña y voluptuosa

 

«Mi físico me ha condicionado sin quererlo. Soy un sex symbol en miniatura. Los tíos se han puesto mucho conmigo, y eso te da bastante credibilidad a la hora de decir ciertas cosas. Me siento identificada con ese canon estético y me reafirmo: soy feminista. ¿Qué tiene que ver eso con ser sexy? Puedes serlo, y tener unas buenas tetas y un buen culo. Presumo de ello y, para la edad que tengo, estoy muy bien. Soy muy activa, pequeñita pero matona. Me gustaría ser un poquito más alta, lo reconozco. No es un complejo, me da igual. A la hora de vestir, tiendo a enseñar mi culo y mis tetas, porque de lo que no tengo no puedo presumir. A mí dame un buen escote. Me gusto mucho y me veo muy bien».

 

MARIANA GONZÁLEZ

  Pívot del Tuenti Móvil estudiantes

 1,88 m de estatura

 

«Empecé a jugar al baloncesto en el patio del colegio, con cinco años, y fui metiéndome en el mundillo, sin aspirar a dedicarme al deporte de forma profesional. Mido 1,88 y me encanta la moda. Aunque la dificultad a la hora de encontrar ropa existe, suelo comprar en Zara y H&M, donde los bajos del pantalón son lo suficientemente largos. Y poco a poco vas descubriendo tus marcas. Cuando era más joven me incomodaban las miradas ajenas, sobre todo cuando di el estirón. Si salgo de fiesta, todo el mundo observa mis pies. Pero no me molesta. Gracias a mi estatura me dedico a lo que me gusta y me siento realizada. Ni mi metro ochenta ni mi profesión están reñidos con la feminidad»