La impotencia de Kafka se vive en el teatro
De interés general

La impotencia de Kafka se vive en el teatro. De interés general

 

 

10/12/2013 Fuente revistaenie. Basada en "El Proceso", de Franz Kafka, la obra "Protocolo Protzess K" abrió el sábado el Festival Experimenta, en Rosario. Una historia de burocracia y sistemas legales infranqueables, comparable a la dinámica que enfrentan muchas de las salas independientes.

 

Cualquiera que alguna vez haya pasado por un proceso judicial entenderá a la perfección aquello de lo que Franz Kafka hablaba cuando escribió El Proceso, ese manuscrito inconcluso que, contra el deseo de su autor, fue publicado como novela por Max Brod en 1925 y generó luego tanto revuelo en torno a su potestad.

 

De las causas infinitas, las acusaciones injustificadas y la presunción de culpabilidad sabe bien Carlos Romagnoli, director de Protocolo Protzess K, una puesta en escena basada en el manuscrito de Kafka que abrió el sábado la 14° edición del Festival Experimenta. No quiere hablar de su proceso personal. No hace falta. Todo está dicho en su versión teatral que vuelve carne a Josef K y su impotencia contra un sistema judicial infranqueable por el que, haga lo que haga, estará condenado hasta el día de su muerte.

 

"Nunca te tratan como un posible inocente, siempre sos una persona sospechosa", cuenta sobre su propia experiencia a Ñ Digital en el bar del Teatro El Rayo Misterioso, en Rosario, luego de la función. "Lo que narra la novela es tal cual lo que pasa hoy. La obra tiene casi 100 años y fue escrita en otro país, pero denuncia una situación en la que estamos todos sumergidos, una burocracia en la cual nos sentimos cómodos", afirma. Lo que sucede, dice, es que la burocracia tiene que existir para que haya un orden social y, para eso, necesita de nuestra comodidad.

 

 

Vuelta a los orígenes

 

A partir de una escena perturbadora de la película homónima dirigida por Orson Welles, Romagnoli dio con el original de Kafka. Tras otras puestas realistas que estrenó junto a su grupo teatral La Escalera que existe desde 1999, la espera dio frutos 30 años después del descubrimiento. "La obra en sí misma, aparte de que me permitía realizar este sueño, toleraba un cambio tajante de lenguaje", cuenta. Así, con Protocolo Protzess K logró romper con la estética realista para entrar en un terreno onírico donde los elementos se transforman continuamente ante los ojos del público y los personajes más inesperados aparecen y desaparecen de escena con la osadía propia de los sueños. "La escritura de Kafka es muy extraña pero no distorsiona la realidad, sino que la aumenta, la hace más dura, más violenta, sin que haya violencia concreta", sentencia Romagnoli.

 

Digna de este festival, Protocolo Protzess K escapa de cualquier formato preestablecido. "Cuando te mandás a experimentar, la clave es mandarte. Ir al fondo y ver qué pasa, sin medirse", invita.

 

 

También en Rosario...

 

Como tantos otros teatristas independientes, Carlos Romagnoli cuenta con una sala propia: La Escalera. Tras muchos años de lucha, fue inaugurada legalmente en 2007. Pero hay que hacer foco en el adverbio "legalmente". "La reglamentación vigente es para salas grandes, comerciales. Las salas independientes, del "offf", con tres efes, no tienen una reglamentación específica, teniendo en cuenta el público que acude de 50 o 60 personas. Las leyes les exigen lo mismo a nosotros que a las salas que tienen toda la parafernalia y las posibilidades de poder conseguirlo", cuenta, indignado, Romagnoli.

 

Esto sucede con las 10 salas independientes que existen en Rosario. "Por lo general se cuenta con muy pocos espacios de difusión y es muy difícil, sobre todo, abrirse al público masivo. Y, de más está decir, es todavía más difícil sobrevivir sólo del teatro independiente", afirma Aldo El-Jatib, director del Festival Experimenta y fundador del Grupo Laboratorio El Rayo Misterioso que en 2014 cumplirá 20 años y, antes de su sala actual, pasó por otros dos espacios.

 

Así como sucede en casi todo el país con el teatro independiente, el conflicto con la habilitación de las salas se asemeja a esa burocracia kafkiana que denuncia El Proceso. En Rosario, el absurdo de la Justicia no se quedó atrás, ni en la ficción, ni en la realidad.