Adolf Hitler 2. Segunda y última entrega
Biografía

Adolf Hitler 2. Segunda y última entrega

 

 

De interés general

 

Hitler y Hindenburg durante las celebraciones del 1 de mayo de 1933.

 

El siguiente objetivo de Hitler fueron los sindicatos, otrora poderosas organizaciones obreras que habían contrarrestado exitosamente un golpe de derecha en 1920. Pero antes de acabarlas, Hitler y Goebbels, ahora Ministro de Propaganda, se esforzaron primero en ganarse la confianza de la clase trabajadora: después de restablecer el 1 de mayo como día festivo; los nazis organizaron manifestaciones de obreros por todo el país; Hitler en persona habló en el aeropuerto de Tempelhof frente a cien mil trabajadores, promoviendo el motto "Honor, trabajo y respeto para el trabajador". Al día siguiente, el 2 de mayo, la actitud del gobierno cambió drásticamente, todos los sindicatos fueron disueltos y "coordinados" forzosamente en un sindicato único, el Frente Alemán del Trabajo, y sus líderes fueron colocados bajo "custodia protectora", un eufemismo que implicaba la internación en un campo de concentración; ni siquiera aquellos que habían estado colaborando con el régimen nazi se salvaron.

 

Solamente a los sindicatos católicos se les concedió un respiro de dos meses, luego recibieron el mismo trato. Desde entonces, los representantes sindicales fueron electos directamente por Hitler, y como los contratos firmados por estos eran legalmente vinculantes, las huelgas quedaron prohibidas de facto.

 

En este punto, los partidos políticos de oposición se encontraban tan indefensos e impotentes que se empezaron a doblegar ante la mínima presión del gobierno nacional; el 10 de mayo, se confiscaron todas las propiedades del Partido Socialdemócrata, y se cerraron sus periódicos; los socialdemócratas respondieron eligiendo una nueva directiva más tolerante al nazismo, pero tres días después, Wilhelm Frick disolvió el movimiento por considerarlo "subversivo".

 

Los líderes socialdemócratas terminaron acompañando a sus homólogos comunistas en los campos de concentración. El Partido Popular Alemán y el Partido Democrático Alemán, baluartes de la democracia alemana, se disolvieron voluntariamente a inicios de julio; de inmediato siguieron los partidos católicos, el Partido Popular de Baviera se disolvió el 4 de julio, y su aliado nacional, el Zentrum, hizo lo mismo al día siguiente. Tampoco los aliados derechistas de Hitler pudieron evitar ser "coordinados", el 21 de junio la policía ocupó todas las oficinas del Partido Nacional del Pueblo Alemán, el partido de Hugenberg; una semana después éste renunció a su cargo de Ministro de Agricultura, y disolvió el partido, también "voluntariamente".

 

Con la oposición política neutralizada, Hitler propuso entonces a su gabinete ilegalizar todos los partidos excepto el Partido Nazi. Este gabinete había sido modificado, resaltaba Hjalmar Schacht como nuevo Ministro de Economía, y contaba ahora con ocho nazis; y aunque el conservador Franz von Papen permanecía en el gobierno como Vice-canciller, estaba muy consciente de la futilidad de su posición. La ley del partido único fue aprobada el 14 de julio, casi sin oposición dentro del gabinete.

 

Mientras Hitler se esforzaba por "coordinar" la sociedad alemana con el Partido, al mismo tiempo obraba para mantener al margen de la sociedad a los elementos raciales "inferiores". El 1 de abril llamó a un boicot contra los negocios judíos, como respuesta a una "campaña mediática" que supuestamente Estados Unidos e Inglaterra habían iniciado en su contra.103 Una víctima de este período fue Albert Einstein, cuyos activos (casa de verano en Caputh, departamento de su prima y esposa en Berlín, bote y activos financieros en el banco) fueron embargados luego de que se descubriera y considerase como "arma comunista" un cuchillo de pan hallado en su nueva casa de veraneo.

 

Aunque se apostaron camisas pardas frente a los negocios judíos, en general hubo poca violencia, y la ineficaz medida tuvo que ser levantada tres días después. El boicot sí sirvió para sacar de su letargo, aunque temporalmente, al anciano Hindenburg; el Presidente le recriminó al Canciller el hecho de que los veteranos de guerra judíos no estaban siendo tratados como ciudadanos alemanes. Hitler elaboró una vaga promesa para calmarlo, pero el 7 de abril promulgó leyes prohibiendo la presencia de judíos en la administración pública, y restringió su presencia en la abogacia y la medicina. Luego limitó el número de estudiantes judíos en las universidades, bajo el pretexto de prevenir el "hacinamiento". No obstante, las medidas de 1933 no fueron consideradas peligrosas por muchos judíos, que creían que el objetivo de Hitler se limitaba a hostigar a los judíos provenientes de Europa oriental.

 

La purga de las «camisas pardas»

 

 

En poco tiempo, logró afianzarse en el poder, ocupando los cargos de canciller y presidente de la República a la muerte de Hindenburg (2 de agosto de 1934), nombrándose a sí mismo Führer. Eliminó a los oponentes de su propio partido y a colaboradores de dudosa fidelidad durante la llamada «Noche de los cuchillos largos», iniciando el proceso de eliminación de diversos grupos raciales, políticos, sociales y religiosos que consideraba «enemigos de Alemania» y «razas impuras», lo que le llevó a reasignar las directrices a los campos de concentración para la liquidación sistemática de comunistas, judíos, testigos de Jehová (Bibelforscher), gitanos, enfermos mentales y homosexuales, principalmente, así como a un intenso rearme.

 

Las fabricas y factorías comenzaron a trabajar en la maquinaría del rearme. Además para absorber mano de obra desocupada se empezaron a construir modernas autobahns o carreteras.

 

Tercer Reich

 

Artículo principal: Alemania Nazi.

 

Habiendo obtenido el poder político que necesitaba, Hitler llegó a obtener el apoyo y convencer a la mayoría de los alemanes de que él era su salvador de la economía ante de la depresión, del comunismo, el «judeo-bolchevismo», y el Tratado de Versalles, junto con otras minorías «indeseables». Los nazis eliminaron la oposición a través de un proceso conocido como Gleichschaltung.

 

Economía y cultura

 

Hitler estuvo a cargo de una de las mayores expansiones de la producción industrial y la mejora civil como nunca se había visto en Alemania, en su mayoría sobre la base de la deuda de flotación y el rearme. Durante un discurso de la Organización de las Mujeres Nacional Socialistas en septiembre de 1934, Adolf Hitler argumentó que para la mujer alemana su mundo era «su marido, su familia, sus hijos, y su casa».

 

Esta política fue reforzada al instaurar la Cruz de Honor de la Madre Alemana, junto con incentivos económicos para la mujer que tuviera cuatro o más hijos. La tasa de desempleo se redujo sustancialmente, en su mayoría a través de la producción de armas, construcciones de obras civiles (Organización Todt) y el envío de la mujer a casa, para que los hombres pudieran ocupar sus puestos de trabajo. En vista de esto, se llegó a afirmar que la economía alemana logró emplear a todos, al menos según la propaganda de la época. Gran parte del financiamiento para la reconstrucción y el rearme vino de la manipulación de la moneda por Hjalmar Schacht, incluyendo los créditos a través de las cuentas mefo. Los efectos negativos de esta inflación se compensaron durante los años siguientes por la adquisición de oro de las tesorerías de las naciones anexadas.

 

Hitler también estuvo a cargo de una de las más grandes campañas de mejora de la infraestructura en la historia alemana, con la construcción de decenas de represas, autopistas, ferrocarriles, y otras obras civiles. Hitler insistió en la importancia de la vida familiar: los hombres debían ser el «sostén de la familia», mientras que las prioridades de las mujeres debían ser la educación de los hijos y las tareas domésticas. Esta revitalización de la industria y la infraestructura se produjo a expensas del nivel general de vida, al menos para los que no fueron afectados por el desempleo crónico después de la República de Weimar, ya que los salarios se redujeron ligeramente durante la Segunda Guerra Mundial y se aumentó en un 25% costo promedio de vida. Los obreros y los agricultores, los votantes frecuentes del NSDAP, sin embargo, registraron un aumento en su nivel de vida.

 

 

Hitler desfila en el Estadio Olímpico de Berlín junto a miembros del Comité Olímpico Internacional.

 

El gobierno de Hitler auspicio la arquitectura en una escala inmensa, junto con Albert Speer que pasaría a ser el famoso «Arquitecto del Reich». Si bien como arquitecto fue importante en la aplicación clasicista y la re interpretación de la cultura alemana, Speer demostró ser mucho más eficaz como ministro de armamento en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial. Todos estos avances fueron ampliamente explotados por el Ministerio de propaganda dirigido por Goebbels.

 

En 1936, Berlín fue sede de los Juegos Olímpicos de verano, que fueron inaugurados y dirigidos por Hitler como una forma de demostrar la superioridad aria alemana sobre todas las demás razas. Olympia, la película sobre los juegos y otras películas documentales de propaganda para el partido nazi fueron dirigidas por la cineasta personal de Hitler, Leni Riefenstahl.

Aunque Hitler hizo planes para una Breitspurbahn (una red de ferrocarriles de amplio calibre) estos fueron cancelados tras el inicio de la II Guerra Mundial. De haber sido construido el ferrocarril, su calibre habría sido de tres metros, siendo incluso más amplio que el ferrocarril Great Western de Gran Bretaña.

 

Hitler también contribuyó al diseño de un automóvil accesible y práctico para el pueblo, automóvil que más tarde se convertiría en el Volkswagen Tipo 1, cuyo diseño y construcción le fue encomendado al ingeniero Ferdinand Porsche. La producción de este también fue aplazada a causa de la guerra.

 

Hitler consideró a la antigua Esparta como el primer estado nacional socialista, y alabó su tratamiento eugenésico de los niños deformes.

También otorgó la Orden del Águila Alemana, una de las más altas distinciones del Tercer Reich, al industrial Emil Kirdorf en abril de 1937, en recompensa por su apoyo financiero durante su ascenso al poder. Al año siguiente, cuando murió, también le organizó un funeral de estado.

 

El rearme y nuevas alianzas

 

Artículos principales: Potencias del Eje y Pacto Tripartito.

 

Hitler y Mussolini.

 

Si bien se especula que desde 1919, se mantenía un programa secreto para volver a armar un ejército por parte del gobierno Alemán, es en marzo de 1934, cuando Hitler anuncia públicamente que el ejército alemán se ampliaría a 600.000 hombres (seis veces el número estipulado en el Tratado de Versalles), así como la introducción de una Fuerza Aérea (Luftwaffe) y el incremento del tamaño de la Marina (Kriegsmarine). Gran Bretaña, Francia e Italia, así como la Sociedad de Naciones rápidamente condenaron estas acciones. Sin embargo, dado que Alemania nuevamente explicó que sólo estaba interesada en la paz, ningún país tomó medida alguna para detener este desarrollo y se permitió que el programa armamentista alemán continuara.

 

Además, el Reino Unido no compartía la visión pesimista de Francia sobre Alemania, y en 1935 firmó un acuerdo naval con Alemania, lo que permitió aumentar el tonelaje alemán hasta un 35% del de la armada británica. Este acuerdo que se firmó sin consultar ni a Francia ni a Italia, debilitó directamente la Sociedad de Naciones y puso al Tratado de Versalles en camino hacia la irrelevancia.

 

En marzo de 1936, las disposiciones del gobierno alemán, violaron nuevamente el tratado al introducir tropas y ocupar nuevamente la zona desmilitarizada en Renania. Ante la inacción de los gobiernos de Gran Bretaña y Francia, el afán expansionista de Alemania se extendió. En julio de 1936, comenzó la guerra civil española cuando el ejército, dirigido por el General Francisco Franco, se sublevó contra el gobierno de la República. Tras recibir una petición de ayuda del General Franco en julio de 1936, Hitler envió tropas en apoyo de Franco, y España sirvió como banco de pruebas para las nuevas fuerzas alemanas y sus métodos, incluyendo el bombardeo de ciudades, como el de Guernica, en abril de 1937, primer bombardeo contra blancos civiles de la historia, y que, posteriormente, el célebre pintor Pablo Picasso plasmó en su célebre cuadro.

 

El conde Galeazzo Ciano, ministro de Asuntos Exteriores del dictador Duce Benito Mussolini, declaró el 25 de octubre de 1936 una alianza entre Berlín y Roma, a la que denominó «El Eje». El 25 de noviembre del mismo año, Alemania firmó el Pacto Anti-Comintern con Japón. Para fortalecer la relación con esta nación, Hitler se reunió en 1937 en Núremberg con el príncipe Chichibu, hermano del emperador Hirohito.

 

El Pacto Tripartito fue firmado por Saburo Kurusu en representación del Imperio Japonés, Adolf Hitler por Alemania y el Conde Galeazzo Ciano, el 27 de septiembre de 1940. Más tarde se amplió para incluir a Hungría, Rumanía y Bulgaria. Este grupo se conoció como las Potencias del Eje. Más tarde, el 5 de noviembre de 1939, en la Cancillería del Reich, Adolf Hitler celebró una reunión secreta con los ministros de Guerra y Exteriores, más los tres jefes de servicios, registrada en el Memorándum Hossbach y reveló sus planes para la apropiación de «espacio vital» (Lebensraum) para el pueblo alemán.

 

Segunda Guerra Mundial

 

Triunfos iniciales

 

El 12 de marzo de 1938, Hitler presionó a Austria para la unificación con Alemania (el Anschluss) e hizo una entrada triunfal en Viena el 14 de marzo. A ello le siguió la intensificación de la Crisis de los Sudetes, en la zona de habla alemana de Checoslovaquia conocida como Sudetes; Esto condujo al Acuerdo de Múnich de septiembre de 1938, que autorizó a la anexión y ocupación militar inmediata de estos distritos por parte de Alemania. Como resultado de la cumbre, la revista TIME proclamó a Hitler Hombre del Año de 1938. El Primer Ministro británico, Neville Chamberlain, saludó este acuerdo como la «paz en nuestro tiempo», pero al dar forma a las exigencias militares de Hitler, Gran Bretaña Y Francia también abandonaron Checoslovaquia a Hitler. Hitler ordenó al ejército alemán entrar en Praga el 15 de marzo de 1939, tomando el Castillo de Praga y de Bohemia y proclamando un protectorado alemán en Moravia.

 

 

Hitler saluda a las tropas alemanas que se dirigen a Polonia.

 

Tras ello, Hitler eleva quejas relativas a la Ciudad libre de Dánzig y el corredor polaco (la Crisis de Danzig), que fue cedida por Alemania en virtud del Tratado de Versalles. Gran Bretaña no había podido llegar a un acuerdo con la Unión Soviética para una alianza contra Alemania, y, el 23 de agosto de 1939, Hitler firma a un pacto secreto de no agresión (el Pacto Molotov-Ribbentrop) con Stalin en el que se acordó la probable partición de Polonia entre la Unión Soviética y la Alemania nazi. El 1 de septiembre, Alemania invadió Polonia. Después de haber garantizado la asistencia a Polonia, Gran Bretaña y Francia declaran la guerra a Alemania el 3 de septiembre, pero no actúan de inmediato. No mucho después de esto, el 17 de septiembre, las fuerzas soviéticas invadieron Polonia oriental.

 

Durante esta guerra, Hitler reconstruye sus fuerzas. En abril de 1940, ordena a las fuerzas alemanas a marchar sobre Dinamarca y Noruega. En mayo de 1940, Hitler ordena a sus fuerzas atacar Francia, la conquista de los Países Bajos, Luxemburgo y Bélgica. Francia se rindió el 22 de junio de 1940. Esta serie de victorias persuaden a su principal aliado, Benito Mussolini de Italia, para unirse a la guerra al lado de Hitler en mayo de 1940.

 

Gran Bretaña, cuyas fuerzas habían derrotado en Francia a los evacuados de la ciudad costera de Dunkerque, continuaron luchando junto a las fuerzas canadienses en la batalla del Atlántico. Después de sus gestiones en pro de la paz sistemáticamente rechazadas por el Gobierno británico, ahora conducido por Winston Churchill, Hitler ordena los bombardeos sobre las Islas Británicas, dando lugar a la Batalla de Gran Bretaña, un preludio de la ya prevista invasión alemana. Los ataques comenzaron a golpear por las bases de la Real Fuerza Aérea y la protección de las estaciones de radar sudeste de Inglaterra. Sin embargo, la Luftwaffe no derrota a la Real Fuerza Aérea a finales de octubre de 1940. La superioridad aérea para la invasión, denominada Operación Sealion, no estaba asegurada, y Hitler ordenó diversos bombardeos que se llevarían a cabo en ciudades británicas, incluyendo Londres y Coventry, en su mayoría por la noche.

 

La caída

 

El 22 de junio de 1941, aún sin doblegar a Inglaterra, tres millones de soldados alemanes atacaron la Unión Soviética, rompiendo el pacto de no agresión que Hitler había firmado con Stalin dos años antes. Esta invasión, llamada Operación Barbarroja, cuya duración se estimaba en unos pocos meses, incautó grandes cantidades de territorio, incluidos los Estados Bálticos, Bielorrusia, y Ucrania. También rodearon y destruyeron muchas fuerzas soviéticas. Pero los alemanes debido al retraso de cuatro meses por las operaciones en Grecia y Yugoslavia, no consiguieron llegar a Moscú en diciembre de 1941, en lo que también influyó la llegada anticipada del invierno ruso con temperaturas de hasta -50 °C (el más duro en 50 años), todo ello unido a la feroz resistencia soviética, reforzada con tropas siberianas del entonces general Zhukov especialmente adaptadas a las condiciones extremas . La invasión no había logrado el triunfo rápido que Hitler quería.

 

 

Hitler dando un discurso en contra de Roosevelt, 11 de diciembre de 1941.

 

Hitler firmó la declaración de guerra contra los Estados Unidos el 11 de diciembre de 1941, cuatro días después del ataque del Imperio del Japón a Pearl Harbor, Hawái, muchos historiadores y revisionistas consideran este paso un grave error táctico y político, pues logra así en su contra, una coalición que incluía el imperio más grande del mundo (el Imperio británico), el más grande del mundo industrial y financiero (los Estados Unidos), y el ejército más grande del mundo (la Unión Soviética).

 

A finales de 1942, las fuerzas alemanas fueron derrotadas en la Segunda Batalla de El Alamein, frustrando los planes de Hitler para aprovechar el Canal de Suez y el Oriente Medio. En febrero de 1943, la titánica batalla de Stalingrado acabó con el cerco y la destrucción del 6 º Ejército alemán. Poco después llegó la gigantesca Batalla de Kursk (1.300.000 soviéticos, 3.600 tanques, 20.000 piezas de artillería y 2.400 aviones, frente a 900.000 alemanes, 2.700 tanques, 2.000 aviones).

 

Desde Stalingrado, el plan militar de Hitler se volvió cada vez más errático, los rusos comenzaron a avanzar obligando a la retirada de fuerzas alemanas extenuadas y la situación económica interna en Alemania se deterioró.

 

Después de la invasión aliada de Italia (Operación Husky) , en 1943, el aliado de Hitler, Mussolini, fue depuesto por Pietro Badoglio, que se rindió a los Aliados. A lo largo de 1943 y 1944, la Unión Soviética constantemente forzó a los ejércitos de Hitler a retroceder a lo largo del Frente Oriental. El 6 de junio de 1944, los ejércitos occidentales aliados desembarcaron en el norte de Francia en lo que fue la operación anfibia más grande jamás realizada, la Operación Overlord.

 

 

Hitler muestra a Benito Mussolini el estado en que quedó la sala en la que llevó a cabo el atentado del 20 de julio de 1944.

 

En el ejército alemán, los más realistas sabían que la derrota era inevitable, y algunos oficiales dibujan un plan para deponer a Hitler del poder. En julio de 1944, uno de ellos, el ex-oficial de observación de artillería del mariscal Erwin Rommel, Claus von Stauffenberg coloca una bomba plantada en uno de los cuarteles generales de Hitler, la Wolfsschanze (La Guarida del Lobo), en Rastenburg, pero sin conseguir acabar con Hitler, este intento es uno de los atentados contra Hitler que estuvo más cerca de tener éxito.

 

Éste ordenó salvajes represalias, y una persecución implacable por parte de las SS, lo que resultó en la ejecución de más de 4.900 personas, a veces por inanición en régimen de aislamiento seguido por estrangulación lenta. El principal movimiento de resistencia fue destruido, aunque pequeños grupos aislados siguieron funcionando. La lista de personajes que cayeron es extensa y se puede citar a Wilhem Canaris, Friedrich Fromm y Erwin Rommel, entre otros.

 

El atentado contra Hitler el 20 de julio de 1944 le dejó secuelas progresivas que lentamente fueron afectando su raciocinio, desenvolvimiento y dominio de la situación.

Hitler también experimentó un deterioro de la salud. Su mano izquierda temblaba; el biógrafo Ian Kershaw y otros creen que puede haber sufrido de la enfermedad de Parkinson. También se ha sospechado, por alguno de los síntomas, que pudo haber padecido sífilis, aunque las evidencias en favor de ello son mínimas.

 

Últimos días

 

En los últimos días de la guerra, Hitler contrajo matrimonio con su amante Eva Braun, en su búnker subterráneo bajo las ruinas de Berlín, mientras la ciudad era invadida por el Ejército Rojo de la Unión Soviética y su ejército finalmente derrotado. Luego de contraer matrimonio, Hitler y Braun se suicidaron y sus cuerpos fueron incinerados.

 

Si bien Hitler había designado en su testamento a Karl Dönitz como sucesor, su suicidio significó la rendición condicional alemana y el fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa y de 12 años de mandato totalitario nacionalsocialista en Alemania y regiones de Europa. Desde entonces la historiografía, la memoria colectiva y la cultura popular en general, mantiene un aspecto negativo sobre su figura debido a la crueldad de sus crímenes de lesa humanidad.

 

Suicidio

 

Artículo principal: Muerte de Adolf Hitler.

 

 

La versión oficial de los aliados —que concuerda con la versión dada por su secretaria personal, Traudl Junge, en el libro Hasta la última hora: la secretaria de Hitler cuenta su vida (Bis zur letzten Stunde: Hitlers Sekretärin erzählt ihr Leben), con la versión de Joachim C. Fest, historiador y biógrafo, en El hundimiento (Der Untergang) así como la biografía del General Freytag von Loringhoven— indica que Hitler renunció a intentar huir de Berlín y se suicidó con un tiro de pistola y, al mismo tiempo, ingiriendo una cápsula de cianuro en su Führerbunker, a 15 m de profundidad en el subsuelo del edificio de la Cancillería en Berlín, junto a su nueva esposa Eva Braun y rodeado de unos pocos incondicionales, el 30 de abril de 1945, cuando el Ejército Rojo, dirigido por el mariscal Georgi Zhúkov, tomaba Berlín y se encontraba a menos de 300 m del búnker.

 

Aquel día, Hitler almorzó en compañía de sus secretarias en un silencioso ambiente y después del almuerzo, el cual fue servido por Constanze Manziarly, hizo matar a su perra Blondi. Luego dio a su ayudante Otto Günsche instrucciones estrictas sobre la cremación de su cuerpo y el de su esposa, probablemente para evitar que fueran exhibidos como «trofeos de guerra», recordando el ultraje del cadáver de su amigo Benito Mussolini, que fue colgado desnudo boca abajo junto con el de su amante en una gasolinera de Milán, donde fue golpeado, escupido y despreciado durante días. El siguiente relato procede del testimonio de Günsche: Hitler se retiró a eso de las 16 horas junto con Eva Braun a su despacho privado contiguo a la sala de mapas y Otto Günsche se paró frente al despacho esperando el momento de entrar; le acompañaba Linge. Se sintió un disparo ahogado y Günsche esperó unos 15 minutos de acuerdo a instrucciones; posteriormente Linge ingresó a la habitación de dos ambientes. Hitler estaba recostado a un extremo del sofá con un tiro en la sien, con salida de proyectil, de la cual aún manaba sangre, su boca tenía una grotesca mueca.

 

Según Günsche y Linge, Eva Braun estaba recostada al otro extremo con los ojos abiertos y una mueca de dolor en su rostro, una pistola estaba en la mesa a su disposición, pero no alcanzó a usarla, pues el cianuro suministrado por el médico personal de Hitler, Ludwig Stumpfegger, había sido rápido.

 

En efecto, Linge siguió a Günsche al entrar al compartimiento de Hitler, y una vez confirmada su muerte, levantó los cuerpos envueltos en una alfombra y los sacó al patio trasero de la Cancillería, en unos momentos en que llovían obuses rusos por doquier.

 

Günsche depositó ambos cuerpos en un orificio de obús, los roció con unos 200 l de gasolina y les prendió fuego. Mientras se consumían, unos cuantos testigos, entre ellos Martin Bormann, Goebbels, realizaron un nervioso y acongojado saludo militar, mas un obús que estalló cerca les obligó a volver al búnker sin verificar la total consumación de la incineración.

Su muerte se puso en duda durante mucho tiempo, creándose toda suerte de mitos.

 

Recientes versiones surgidas en los años 1990 del lado ruso, confirman que los soviéticos (NKVD), después de una infructuosa búsqueda en la que incluso hallaron a un doble de Hitler suicidado en una habitación de la Cancillería como una forma de despistar, por fin dieron con los restos irreconocibles en parte de Hitler, Braun y la familia Goebbels y que estos, secretamente aún para el mismo general Zhúkov, fueron transportados en cajas especiales a la frontera, a un cuartel militar que luego pasaría a ser territorio de la República Democrática Alemana.

Los rusos confirmaron inicialmente en 1955 la muerte de Hitler, pero no se mostraron evidencias muy sustanciales, salvo algunos detalles odontológicos, lo que confirmaba a pesar de todo que los rusos tenían los cuerpos.

 

Estos restos permanecieron secretamente enterrados bajo un jardín de dicho cuartel en la ciudad de Magdeburgo y sólo algunas autoridades de la NKVD sabían dónde estaban, hasta que en 1970 fueron exhumados, se extrajo el cráneo a Hitler y el resto de los cadáveres fue incinerado para evitar que su tumba fuera objeto de veneración, y las cenizas fueron lanzadas al río.

No se ha podido dar con el cráneo de Hitler, pero una parte signada como de Hitler, el hueso parietal de su caja craneana, está en un Museo soviético. Sin embargo, en septiembre del 2009, el arqueólogo Nick Bellantoni anunció que, luego de un análisis de ADN practicado a los restos, se determinó que el fragmento del cráneo correspondería a una mujer de entre 20 y 40 años de edad.

 

Rasgos de su personalidad

 

 

El gran interés que despierta la figura de Hitler se debe precisamente a los ribetes de su extraordinario tipo de personalidad y su halo de impenetrabilidad. Hitler poseía un extraordinario carisma capaz de envolver no sólo a las personas, sino también a las masas, además de poseer una gran oratoria gesticular muy estudiada y una capacidad de liderazgo notable; pero quien haya permanecido con él diría lo mismo que opinó su ministro y arquitecto Albert Speer: «Nunca llegué a conocerlo».

 

Hitler era en sí un individuo muy autosuficiente y solitario. Muy pocas personas integraban su séquito personal, se pueden citar a Albert Speer, el fotógrafo Heinrich Hoffmann, Martin Bormann, Wilhelm Bruckner, Joseph Dietrich, Joseph Goebbels, Julius Schaub, Julius Schreck y el arquitecto Geisler y sus secretarias personales. A ellos les exigía lealtad a toda prueba y discreción.

Según algunos historiadores, Hitler fue vegetariano, si bien otros lo descartan, no fumador, abstemio (dato también cuestionado por algunos historiadores), ecologista, se dice que promulgó las primeras leyes de la historia que penaban el maltrato a los animales, aunque la verdad es que las primeras leyes contra el maltrato animal ya proceden del imperio romano. Se dice que no permitía a sus colaboradores fumar ni beber enfrente de él.

 

Hitler jamás visitó una ciudad bombardeada, un campo de concentración o un hospital (la única excepción fue para visitar a las víctimas del atentado del 20 de julio). Un fiel ejemplo de este aspecto es que Hitler se negó a ver las fotos y filmaciones de las ejecuciones de los involucrados en el atentado ejecutado por Claus von Stauffenberg hacia su persona en 1944.

 

Una de las características más relevantes de la personalidad de Hitler era la capacidad de impresionar (fascinar), encantar, manipular y subyugar a quienes lo rodearan; había personas que podían ser muy fuertes y seguras en sus campos de acción, pero en presencia de Hitler estas personalidades se veían disminuidas y manipuladas hasta el servilismo; por ejemplo, Hermann Göring expresó al ministro de finanzas Schacht que «cada vez que estoy frente al Führer siento el corazón en un puño».

 

Hitler, era muy poco proclive a demostrar algún rasgo emocional o demostrar afinidad hacía alguien cuando se tomaba fotografías en presencia de personas de su confianza y aceptación; en cambio si demostraba una faceta muy humana en presencia de niños, sobre todo cuando era visitado en Berghof.

 

Hitler demostraba además insensibilidad y falta de escrúpulos cuando se trataba de deshacerse de enemigos y/o sacrificar soldados; se puede citar como ejemplo la destrucción del 6º Ejército alemán en Stalingrado.

 

 

Hitler y Eva Braun.

 

En su vida sentimental, muy discreta, se asocian los nombres de Geli Raubal, María Reiter, Eva Braun, quien fue su amante, Unity Mitford e Inga Ley. Leni Riefenstahl, una de las más sindicadas en su momento, negó haber sido amante de Hitler. Hitler era muy celoso y no permitía a casi nadie inmiscuirse en esos temas. Albert Speer en sus memorias señaló que Hitler proporcionaba un trato desconsiderado, opresivo y vejatorio hacia Eva Braun.

 

Respecto de la orientación sexual de Hitler mucho se ha escrito debido a su vínculo inicial con Ernst Röhm, pero las evidencias indican que Hitler era, sin lugar a dudas, heterosexual.

 

Una de las secretarias personales de Hitler, Traudl Junge, describió así la energía que emanaba de la persona de Hitler: «Cuando estaba presente (Hitler), todo el edificio bullía de actividad, todos corrían, los teléfonos sonaban, los radioespectadores no cesaban de enviar y recibir notas de comunicados (...) Cuando él estaba ausente, todo volvía a una monótona normalidad, Hitler era como una especie de dínamo». Junge describió a Hitler como una persona que presentaba dos personalidades: una muy considerada y afable, y otra muy fría, iracunda y avasallante en extremo, apasionada y calculadora.

 

Cita Junge en sus remembranzas: «Hitler era vegetariano, gustaba del té y además no soportaba el calor; no se podía fumar en su presencia y hacía climatizar sus ambientes a no más de 11 °C de temperatura. Otro de los aspectos es que a Hitler le gustaba escuchar chismes, pues lo distraían de su realidad. Además, Hitler se acostaba muy tarde, a las tres o cuatro de la madrugada, y se levantaba también muy tarde, entre las 10:00 y las 11:00 horas; el personal militar de la primera planta se acostaba en torno a la medianoche, terminada la última reunión de guerra de cada día y se levantaba hacia las siete».

 

Para los miembros cercanos a Hitler, Keitel, Lammers y Bormann, Hitler predicaba con el ejemplo pagando sus propios costes personales sin derogar ningún fondo del Estado. Los ingresos de Hitler, hábilmente administrados por su secretario personal Martin Bormann, sucesor de Rudolf Hess, provenían de los derechos por su imagen postal y por su libro Mein Kampf.

Otro de los rasgos característicos de Hitler era su desprecio por la debilidad ante el enemigo y por éste, sobre todo al judaísmo y en segundo grado al comunismo, su impulsividad y su obcecación por las metas sin importar el costo que tuvieran. Por ejemplo: cuando Brauchistch le solicitó la retirada estratégica de Moscú, Hitler se encolerizó diciendo: «¡No me podéis quitar Moscú!, ¡quiero Moscú!».

 

Un ejemplo de su aparente flexibilidad es cuando cedió ante Himmler por la deportación de los holandeses a Polonia, en pro de aumentar primeramente el contingente de las SS.

Albert Speer llegó a emitir el siguiente comentario al respecto: «En el lugar donde debía haber un corazón en el pecho de Hitler, había un gran hueco».

 

Cuando le tocaba tratar temas variados sobre aspectos técnicos o militares, mostraba un acabado conocimiento de estos, llegando a sorprender a sus interlocutores.

 

Hitler era muy condescendiente con quienes mostraban valor y arrojo en combate; llegó a diseñar él mismo la Cruz de Brillantes, Espadas y Robles para Hans Ulrich Rudel, el célebre piloto de «Stukas».

 

Autodidacta y lector empedernido

 

Hitler era autodidacta. Sus conocimientos detallados acerca de diversos temas no los había adquirido en forma sistemática o bajo dirección científica, dado que además siempre tuvo una adversión contra las universidades y los profesores universitarios, a los que despectivamente llamaba "Profaxe". Repetidas veces expresó su adversión a las ciencias establecidas. Siguiendo a su mentor Dietrich Eckart, Hitler alababa las enseñanzas esotéricas y ocultistas de autores como Guido von List o Hanns Hörbiger, los que unían ciertas tesis científicas con elementos míticos y místicos y que con frecuencia también integraban ideas nacionalistas o racistas en sus obras.

 

Hitler poseía más de 16.000 libros, distribuidos en tres bibliotecas privadas ubicadas en Múnich, Berlín y Berchtesgaden, y de los que unos 12000 se han conservado. Junto a literatura militar práctica, como Heigls Taschenbuch der Tanks (El compendio de tanques de Heigl), que representaba alrededor de la mitad del inventario, Hitler leía a numerosos escritores nacionalgermanos y antisemitas tales como Paul de Lagarde, Hans F. K. Günther o Jörg Lanz von Liebenfels y documentaba su comportamiento como lector con subrayados y notas al margen. Más de un diez por ciento de los libros que se conservan estaban representados por esotérica de derecha y ocultismo, por ejemplo obras de Carl Ludwig Schleich, Maximilian Riedel o Ernst Schertel.

 

Hay poca ficción o bellas letras entre las obras que se conservan. La afirmación de Hitler, de que en prisión habría realizado estudios filosóficos con Immanuel Kant, Arthur Schopenhauer y Friedrich Nietzsche, merece ponerse en duda por la falta de estos filósofos entre lo que se conserva de la biblioteca. Solamente un tomo con escritos de Johann Gottlieb Fichte, regalado por y con dedicatoria de Leni Riefenstahl, se encuentra junto a dramas de Shakespeare, preferido por Hitler antes de Goethe y Schiller. Le gustaba impresionar a sus auditores con citas de Julio César y Hamlet. Hitler era capaz de memorizar en forma duradera informaciones esenciales fruto de sus lecturas, incluso muchos detalles, intercalándolas a voluntad en sus discursos, conversaciones o monólogos. Al hacerlo, generalmente evitaba indicar la fuente, de manera que a los auditores con frecuencia les daba la impresión de que se trataba de ideas originales del propio Hitler.

 

No dominaba ningún idioma extranjero aparte de un francés rudimentario que había aprendido en la enseñanza media de Linz, terminando sus estudios en el ramo al tercer año con la nota de „insuficiente“. Es de suponer que en los años 1914–1918 haya tenido ocasión de refrescar en algo sus conociemientos de francés en el frente occidental. El „Canciller“ Hitler se informaba de la prensa extranjera solamente por vía de su traductor jefe Paul-Otto Schmidt. Aparte de Praga (1939), Varsovia (1939), París (1940) y Roma, así como Viena y Berlín, Hitler personalmente no conoció otras capitales europeas.

 

Dado que tenía mala vista, pero rehusaba portar gafas por vanidad, los sirvientes debían distribuir gafas para leer en todas las salas de la Cancillería, para que Hitler tuviera rápidamente una a mano.

 

Antisemitismo

 

El primer testimonio de Hitler sobre la cuestión judía se encuentra en una carta escrita en septiembre de 1919:

 

utilizando la terminología biológica que frecuentemente desplegaría, declaró que las actividades de los judíos producían «una tuberculosis racial en las naciones». Afirmó categóricamente que los judíos eran una raza, no una religión. El antisemitismo como movimiento político, declaró, debería basarse en la «razón», no en la emoción, y debería conducir a la eliminación sistemática de los derechos de los judíos. Sin embargo, concluía, el «objetivo final», que sólo podía alcanzarse con un gobierno de «fortaleza nacional» tenía que ser la «eliminación completa de los judíos».

Veintinco años después, en vísperas de su suicidio, dejó escrita en su Testamento Político su valoración de la «raza judía» como la verdadera culpable de la guerra en curso.

 

En un pasaje de Mein Kampf, escribió que el sacrificio de los soldados alemanes en el frente de la Gran Guerra no hubiese sido necesario si «doce o quince mil de estos judíos corruptores del pueblo hubiesen sido sometidos a los gases tóxicos».

 

El antisemitismo de Hitler era un componente muy arraigado y esencial de su ideología, más allá de los usos propagandísticos que pudo darle a lo largo de su trayectoria política. Junto con el deseo de asegurar la hegemonía de Alemania en Europa y la consecución de un espacio vital para su país, la eliminación de los judíos era el tercer elemento que conformaba su ideología.120

El deseo de venganza que Hitler desarrolló tras la capitulación alemana en noviembre de 1918 se centró en una serie de enemigos que ya había identificado años antes, a los que solo se podía combatir mediante la guerra; y ya que bajo su punto de vista los judíos eran los responsables de los crímenes más terribles de todos los tiempos -por la «puñalada en la espalda» de 1918, la capitulación, la revolución, la desgracia de Alemania-; ya que bajo su pervertida percepción eran los principales protagonistas del capitalismo de Wall Stret y de la City de Londres, así como del bolchevismo de Moscú; y ya que, según su creencia en la leyenda de la «conspiración judía m/ref>

 

En este sentido, Hitler se veía como el agente necesario para la salvación de Alemania y veía la destrucción del poder de los judíos como el medio indispensable para lograrla.

 

Con su ascenso al poder el 30 de enero de 1933, su Weltanschauung, ante todo un conjunto de objetivos visionarios, sirvió para integrar las fuerzas centífugas del nazismo, para movilizar a sus activistas y para legitimar determinadas iniciativas políticas llevadas a cabo siguiendo, de una forma u otra, su voluntad. Entre tales objetivos estaba la eliminación de los judíos, idea que supo manejar con criterio táctico a lo largo de su carrera. Así, Hitler intervenía para canalizar los ataques en forma de una legislación antijudía tremendamente discriminatoria, aplacando en cada fase a los radicales y progresando en la radicalización de las medidas adoptadas. Existía, por lo tanto, una «dialéctica» continua entre acciones «salvajes» desde abajo y discriminación orquestada desde arriba. Cada fase de radicalización era más intensa que la que la precedía. De esta manera, la inercia no se desvanecía nunca.

 

Teorías sobre el origen de su antisemitismo

 

Desde su aparición en el mundo político, surgieron toda clase de teorías y rumores que han intentando explicar los orígenes del antisemitismo de Hitler.

 

Se dice que al menos desde la década de los 1920 ya circulaban rumores de que Hitler tenía alguna ascendencia de sangre judía. La más seria de estas teorías es la que expuso Hans Frank en sus memorias, escritas después de la guerra. Frank afirmó haber investigado sus antecedentes familiares por orden del mismo Hitler y llegado a la conclusión de que su abuela, Maria Schicklgruber, había dado a luz a Alois, el padre de Hitler, mientras trabajaba como criada en una familia judía de Graz apellidada Frankenberger. Ninguna de estas historias, incluida la de Frank, ha demostrado tener bases factuales.

 

Como es de pensarse, las implicaciones de estos rumores eran políticamente explosivas para un proponente de una ideología especialmente racista contra los judíos. Los adversarios intentaron demostrar que Hitler tenía antepasados judíos o checos, y aunque estos rumores no fueron nunca probados, se piensa que para Hitler fueron una razón suficiente para ocultar sus orígenes. Según Robert G. L. Waite en The Psychopathic God: Adolf Hitler, el régimen de Hitler hizo ilegal que las mujeres alemanas trabajaran en familias judías, y después del Anschluss (anexión) de Austria, convirtió la ciudad natal de su padre en una área de prácticas de artillería. Waite dice que las inseguridades de Hitler en este aspecto pueden haber sido más importantes que si la ascendencia judía pudo ser probada por sus compañeros.

 

Para 1903, Hitler asistía a la Realschule al mismo tiempo que Ludwig Wittgenstein, uno de los más destacados filósofos del siglo XX. Un libro de Kimberley Cornish sugiere que los conflictos entre Hitler y algunos estudiantes judíos, incluyendo Wittgenstein, fueron un momento crítico en la formación de Hitler como un antisemita.123 Sin embargo, la obra de Cornish ha sido acusada de ser de naturaleza especulativa.

 

Muchos otros historiadores tratan de especular el origen de su odio extremo hacia los judíos señalando la posibilidad de que el padre biológico de Alois (y por tanto su abuelo) fuera de origen judío, lo que fue desmentido luego. Otros lo atribuyen a que su madre, Klara Hitler, murió al cuidado de un médico judío, pero el mismo Hitler pareció estar agradecido por sus atenciones (le regaló una pintura y más tarde como canciller le permitió salir de Austria). Según algunos, sería la idea de la supuesta influencia sionista para que Estados Unidos entrara en la guerra. Hasta la fecha, ninguna de estas aseveraciones ha sido convincentemente confirmada.

 

Por otra parte, diversos autores también aseguran que Adolfo Hitler fue seriamente influenciado por la teoría del darwinismo socia basada en la idea de Darwin de "la supremacía del más fuerte" y extendida como una práctica social por la creencia en una supuesta superioridad e inferioridad física e intelectual de algunos humanos como resultado de la evolución. En esta linea de pensamiento, algunos autores consideran que Hitler creía que los judíos y otros grupos étnicos como los judíos, además de los afroamericanos y gitanos, estaban "corrompiendo" la supuesta "pureza" de la nación germana, y ponían en peligro su salud física, y su oportunidad de competencia con otras naciones del mundo. La teoría es incluso tratada en el libro "Why the holocaust: Hitler's Darwinistic Messianic Genocide" de Jan Horník, donde el autor señala una cita de Darwin en la que éste escribió que en "un futuro no muy distante" sucedería una de exterminación y reemplazo de "razas salvajes" humanas que si duda alguna generaría un "estado más civilizado" en la humanidad.

 

Otra hipótesis afirma que fue simplemente por estrategia política. Hitler encontró un culpable simbólico que le permitía justificar fácilmente el nacionalismo alemán y superar la lucha de clases (lo que en psicología básica se denomina chivo expiatorio). El banquero no era malo por ser banquero, sino por ser judío. Si el banquero era alemán, nacionalista alemán, sólo podía empeñar la plusvalía que obtenía a costa de los trabajadores en engrandecer Alemania.

 

Era una adaptación de la idea fascista del nacionalismo para superar la lucha de clases, pero era mucho más potente al identificar un enemigo mítico contra el que ya existía recelo y aversión mítica y antigua. Una brillante idea con la que promover un movimiento unitario con una gran dosis de crítica y acción constructora (la gran Alemania) y una no menor dosis de destrucción y violencia mítica. La acción política perfecta: construir y destruir como propuesta política.

 

Según sus escritos, él consideraba a los judíos como una raza extranjera en territorio alemán y compartía muchas de las ideas antisemitas comunes en la época, que eran de origen muy antiguo (un ejemplo de esto lo tenemos en la influencia del panfleto apócrifo Los protocolos de los sabios de Sion). Así es como hablaba de una «conspiración judeo-bolchevique» (en la que incluía a todos los movimientos de izquierda por igual), al mismo tiempo que culpaba a los empresarios y financieros judíos de los problemas económicos por los que pasaba Alemania en aquel entonces (algunos de sus primeros discursos versaban sobre lo que él llamaba «la esclavitud del interés»). Como se verá, eso llevó a acusarlos también de llevar a Alemania a la derrota en 1918.

 

En cuanto a sus influencias personales que a menudo se menciona que pudieron haber alimentado su racismo contra los judíos, se encuentran Henry Ford (de quien es conocido su antisemitismo), y quien además publicó una serie de panfletos conocidos como "The International Jew: The World's Foremost Famous Problem" y apelaba a una supuesta "conspiración sionista", señalando a los judíos como los culpables. Se cree que todo esto también influyó en Hitler, pues la relación se vio evidente, de hecho, cuando en 1923, Ford fue acusado de proveer ayuda financiera a Hitler, y más tarde (dos años antes de convertirse en canciller de Alemania) Hitler declaró a un periodista de Detroit News: "Considero a Henry Ford como mi inspiración" (1931) Otras figuras con cuya ideología antisemita se le ha vinculado, incluyen tanto a Friedrich Nietzsche, (se dice que Hitler cita a Nietzsche en Mein Kampf); como al monje alemán Martin Lutero.

Legado de Hitler

 

Durante los Juicios de Núremberg se acusó a 611 personas, integrantes de las diversas instituciones del Tercer Reich, de cinco delitos: complot, crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad (exterminio), crímenes contra la paz y genocidio. Los principales jerarcas nazis apresados fueron condenados a la horca o a largas penas de prisión; otros murieron en los meses que siguieron a la caída de Berlín.

 

El nazismo y cualquier reminiscencia ideológica afín fueron prohibidos en casi toda Europa; de hecho no se pueden publicar textos de orientación nazi ni utilizar públicamente esvásticas y otros símbolos hitlerianos sin riesgo de cometer falta o delito punible. Sin embargo, la discriminación antisemita permaneció hasta bien entrada la década de los 60, sobre todo en países americanos.

 

 

Primera edición de Mein Kampf, julio de 1925.

 

Desde el punto de vista militar, el legado más importante de la Alemania nazi es la completa adopción del concepto del Blitzkrieg, literalmente guerra relámpago, en todas las academias de guerra del mundo. Las estrategias, batallas y técnicas de la Wehrmacht usadas en la Segunda Guerra Mundial son objeto de estudio en todos los institutos militares. Hitler nominado al Premio Nobel de la Paz de 1939, pero esta no fue una nominación seria y fue más bien una crítica en forma de sátira de un miembro del parlamento sueco.

 

La publicación del libro Mein Kampf de Hitler está prohibida en muchos países europeos, principalmente en Alemania desde 1945; no obstante, sigue editándose en otros países, como por ejemplo España y México, circula libremente en muchos idiomas por las librerías de muchos países y es objeto de estudios de todo tipo.

 

Distintos grupos en todo el mundo se consideran herederos del nazismo. Grupos violentos como el Ku Klux Klan, Nación Aria, etc., se reclaman herederos de esta doctrina.34

 

 

El escarabajo, diseñado a petición de Hitler.

 

Otro de los legados de Hitler es el nombre y el concepto del automóvil Volkswagen (auto del pueblo), llamado en un primer momento Kdf-Wagen (Kraft durch Freude, fuerza a través de la alegría). El diseño original del auto fue realizado por el ingeniero Ferdinand Porsche, pero el propio Hitler se ocupó de los detalles finales del acabado de la carrocería y aportó el nombre. Durante el gobierno nazi solo se construyeron prototipos, pero tras la guerra el Volkswagen (como fue conocido finalmente el automóvil) se hizo muy popular, desarrollándose diversos modelos de (escarabajo).

 

"Higiene racial" y el Holocausto

 

Artículo principal: Holocausto.

 

Uno de los fundamentos de Hitler y el NSDAP de las políticas sociales es el concepto de «higiene racial». Se basó en las ideas de Arthur de Gobineau, el movimiento de la eugenesia, y el darwinismo social. Aplicado a los seres humanos, «la supervivencia de los más aptos» fue interpretado como una exigencia de la pureza racial y la matanza fuera de la «vida indigna de ser vivida». Las primeras víctimas fueron mutilados y niños con retraso en un programa denominado Acción T4. Después de una protesta pública, Hitler hizo un amago de poner fin a este programa, pero, de hecho, los asesinatos continuaron.

 

Entre 1939 y 1945, las SS, con la ayuda de gobiernos colaboracionistas y reclutas de los países ocupados, sistemáticamente asesinaron entre 11 y 14 millones de personas, incluidos cerca de seis millones de judíos, en los campos de concentración, los guetos y las ejecuciones en masa y a través de otros métodos como los experimentos médicos. Además de los que eran gaseados hasta la muerte, muchos de ellos murieron como consecuencia de la hambruna y la enfermedad mientras trabajaban como esclavos (a veces en beneficio de las empresas privadas alemanas en el proceso, debido al bajo costo de esa mano de obra). Junto con judíos, fueron asesinados polacos no judíos (más de tres millones de víctimas), opositores políticos (como algunos comunistas), miembros de grupos de resistencia, prisioneros de guerra soviéticos (se estima que cerca de tres millones de ellos), sindicalistas, religiosos católicos y cristianos protestantes opositores, testigos de Jehová, miembros del clero anti-nazi, minusválidos, discapacitados físicos, retrasados mentales, pacientes psiquiátricos, homosexuales y gitanos. Uno de los mayores centros de asesinato en masa fue el complejo-campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Hitler nunca visitó los campos de concentración y no habló en público sobre las muertes en términos precisos.

 

Las matanzas que llevaron al Holocausto (la «Solución Final de la Cuestión Judía» o Endlösung der Judenfrage) fueron planificadas y ordenadas por líderes nazis, con Himmler jugando un papel clave. Si bien no se ha hallado la orden concreta de Hitler autorizando el asesinato en masa de los judíos, existe documentación que demuestra que aprobó los Einsatzgruppen, escuadrones de muerte que siguieron al ejército alemán a través de Polonia y Rusia, y que se le mantuvo bien informado acerca de sus actividades. La evidencia también sugiere que en el otoño de 1941, Hitler y Himmler decidieron el exterminio en masa por medio de gases. Durante los interrogatorios por oficiales de inteligencia soviéticos, desclasificados más de cincuenta años después, el valet Heinz Linge y el ayudante militar Otto Gunsche oyeron decir a Hitler que había «poros de más en los primeros planos de las cámaras de gas». Hitler además se preocupó de que la llamada Solución final se aplicara a casa país invadido, prueba de ello fue el encargo personal a Theodor Dannecker para que supervisara la deportación de judíos de Bulgaria. Cuando empezaron las deportaciones de los judíos holandeses, la esposa de Baldur von Schirach, Henriette Hoffmann espetó en la misma cara a Hitler por lo que le sucedía a la población judía en ese país. Hitler después de ese comentario infortunado expulsó al matrimonio von Schirach de su círculo social.

 

Para avanzar en la aplicación de esta «Solución Final», se celebró la Conferencia de Wannsee cerca de Berlín, el 20 de enero de 1942, con quince altos funcionarios participantes, dirigido por Reinhard Heydrich y Adolf Eichmann. Las actas de esta reunión proporcionarían la prueba más clara de la planificación para el Holocausto. El 22 de febrero, Hitler fue grabado diciendo a sus socios, «vamos a recuperar nuestra salud sólo con la eliminación de los judíos».