Marxismo y rock & roll
De interés general

Marxismo y rock & roll

 

 

26/08/2014 Fuente elpais. Por el divertido manifiesto sobre el pop de Ian Svenonius desfilan desde el fantasma de Paul McCartney resucitado en una sesión de espiritismo hasta Richard Berry y la URSS

 

La banda de rock fue el último golpe de gracia que empujaría al planeta entero a aceptar la hegemonía capitalista liderada por Estados Unidos. Dicha teoría es formulada por el hipotético fantasma de Paul McCartney, en una sesión espiritista en la que el autor de este libro pide a difuntos personajes del rock consejos para todo aquel que esté pensando en montar un grupo.

 

Un humor corrosivo (el hecho de incluir a McCartney entre los espíritus a consultar ilustra hasta qué punto lo es) y un enorme conocimiento de la historia del pop, sumados a una visión realista, exagerada en alguna ocasión, del mecanismo que mueve su industria, son los materiales con los que Ian Svenonius construye su segundo libro.

 

Con su primer grupo, The Nation Ulysses, redactó un manifiesto para destruir Norteamérica, convirtiéndose en el último marxista relacionado con el rock and roll, un ideólogo que denuncia los poderes políticos y económicos que manejan la cultura pop. Porque el rock, según el fantasma de Richard Berry, autor de Louie Louie, fue un arma nueva e insidiosa creada por Estados Unidos para contrarrestar los efectos del comunismo y los bolcheviques, una forma artística y un estilo de vida que sedujese y atemorizara a los jóvenes soviéticos con su supuesto mensaje de individualismo y libertad.

 

El humor corrosivo y un enorme conocimiento de la historia del pop son los materiales con  los que  Ian Svenonius construye su libro.

 

Seis décadas después de Elvis Presley, el rock ha cambiado casi tanto como lo ha hecho el mundo. Pero siguen surgiendo bandas en un intento de alcanzar una gloria que nunca es fácil de lograr y que ya ni siquiera significa lo mismo que en otros tiempos significó.

 

Así que Ian Svenonius, músico, teórico y entrevistador, enumera y razona los puntos si estás dispuesto a embarcarte en esta empresa. Lo hace a través de una suerte de manifiesto, con divertidas teorías como las anteriormente expuestas, que analizan cada uno de esos procesos que empiezan con la vanidad de querer hacer algo que sea único y eternamente recordado. Explica cómo buscar a los otros músicos, elegir un nombre, encontrar un productor y grabar. Advierte de que si lo que se persigue es la fama, entonces mejor meterse a político, y que si es por sexo, la abogacía compensa más. Arremete contra el actual concepto de indie y, al final, las conclusiones son lo de menos porque el desglose de información y su punto de vista son lo que realmente importa en un libro tan atípico como su autor.