¿Por qué se me pone la piel de gallina?
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¿Por qué se me pone la piel de gallina?

 

 

16/09/2015 Fuente elpais. Razones por las que el cuerpo reacciona de manera incontrolada: piloerección, rubor o mariposas en el estómago

 

Cuando queremos mover un dedo, lo movemos. Si queremos ir a un sitio, nuestros pies responden y con más o menos gracia logramos alcanzar el objetivo deseado, y si de repente nos da por guiñarle un ojo a alguien, sin problemas, lo logramos (la mayoría). Pero también hay situaciones en las que el cuerpo se nos va de las manos y reacciona sin que tengamos ningún tipo de control sobre él. Estas reacciones nos pillan por sorpresa, y nos trasladan a un mundo maravilloso donde, sin embargo, todo tiene explicación. Esto es lo que dice la ciencia sobre seis reacciones comunes mas igualmente fascinantes.

 

1. Tiene la piel de gallina (o "pelos como escarpias", según el gusto)

 

O bien alguien ha decidido que la calefacción estaba muy alta y ha abierto la ventana o se ha sentido amenazado. En ambos casos, usted tiene una piloerección, y los músculos asociados a cada uno de los pelos de su piel se han contraído.

 

"La piel de gallina es un fenómeno fisiológico que nos protege del frío aumentando la capa de aire encima de la piel y, por lo tanto, el aislamiento. Es el equivalente a ponerse un jersey”, explica Josep Tur, catedrático de fisiología de la Universidad de las Islas Baleares. En el segundo caso, el de sentirse intimidado, la intención de su fuero interno no es mantener el calor corporal, sino parecer más grande y peligroso. Según el profesor, “ya hemos perdido mucho pelo respecto a otros primates, así que la piloerección no nos hace parecer tan feroces como ellos o como cuando un gato se eriza, pero es la misma respuesta a un estímulo exterior potencialmente dañino”.

 

2. Le palpita un ojo

 

Quién no ha tenido esa sensación que casi siempre desaparece cuando nos tocamos el ojo en cuestión. Este fenómeno de palpitación corresponde a un movimiento involuntario, conocido como nistagmo ocular, que sucede cuando la vista no logra adaptarse a los movimientos. Si no lo ve claro y lo quiere comprobar, puede hacer lo mismo que los alumnos del profesor Tur. “Les hago dar vueltas sobre sí mismos y cuando paran de golpe sienten que el ojo, pim pum, se remueve”, detalla.

 

3. Ay, le ha dado un vuelvo el corazón

 

Los pinchazos en el corazón o en la cabeza, imprevistos y repentinos, no tienen por qué implicar patología. En condiciones normales, una punzada responde a una sobreestimulación del nervio craneal vago. “Es curioso que lleve ese nombre cuando hace tantas cosas", bromea Tur: "Este nervio controla el sistema digestivo y el corazón. Y puede ser que debido a algún componente familiar, o simplemente a cansancio acumulado o estrés, se sobreexcite, dando lugar a sensaciones como la de 'me ha dado un vuelco el corazón”.

 

4. Sueña que se cae y da un salto en la cama justo cuando se estaba durmiendo

 

Todavía son bastante desconocidos los mecanismos del sueño, pero una de las teorías que lo explican apuntan a que es un periodo formativo que utilizamos para recuperar fuerzas. “Sería como cuando desfragmentamos el disco duro de un ordenador: el sueño obedece a un reordenamiento interior de todos los recuerdos, sensaciones, memorias…”, expone Josep Tur.

 

De las distintas fases que tiene el sueño, la REM (iniciales en inglés de Rapid Eyes Movement) es durante la que tenemos sueños intensos y hasta pesadillas, y en la que nuestro cerebro está activo pero inconsciente. “Seguramente, esa sensación de caída se da aquí y está relacionada con el estrés y los distintos estímulos que hayas vivido durante el día, que reaparecen”, propone el experto.

 

5. Todo el mundo en silencio y a usted le rugen las tripas

 

Que levante la mano quien no se haya sonrojado (esto va en el siguiente punto) en una reunión cuando su estómago ha rugido reclamando a todo aquel que quisiera oírle su ración de comida. Este ruido poco sutil es un borborigmo. “Corresponde a un tipo de movimiento que el intestino realiza cuando estamos en ayunas”, explica Juan Martínez Pinna, profesor de fisiología de la Universidad de Alicante.

 

Tras una ingesta, el alimento llega al intestino y este realiza movimientos peristálticos (rítmicos, ondulatorios y automáticos, por el aparato digestivo) para que la comida avance. Pero cuando estamos en ayunas, este se inhibe y se da otro tipo de meneo, uno que sucede cada dos o tres horas y que aumenta a medida que el hambre es mayor. Según Martínez-Pinna, se trata del complejo motor migratorio: "Un tipo de actividad eléctrica y muscular cuyo objetivo es vaciar cualquier resto de comida que haya podido quedar tras la digestión”, especifica.

 

6. Del rojo como un tomate al pálido como la luna… con mariposas en el estómago

 

El rubor facial es incontrolable y una reacción que solo se da en los humanos y en ningún otro ser del mundo animal. Su origen, el mismo que el de cuando palidecemos, reside en la activación del sistema nervioso simpático. “Las emociones de la vida cotidiana, sobre todo las intensas, se procesan en el sistema límbico [zona del cerebro] en general y en la amígdala en particular, que controla el hipotálamo, que a su vez controla el simpático. Es el sistema que se activa en situaciones de riesgo y estrés físico o químico, pero también cuando oímos música o vemos a la persona amada”, expone Martínez-Pinna.

 

Ante una situación de estrés, dicho sistema se prepara para luchar o huir y provoca que aumente el flujo sanguíneo a la musculatura y al cerebro y disminuya hacia la piel y las vísceras. “De ahí que palidezcamos y, seguramente, también a esto se deben las mariposas en el estómago, pues se reducen las secreciones y la motilidad del sistema gástrico”, declara el profesor de la Universidad de Alicante.