¿Por qué un innovador millonario compra un periódico?
De interés general

¿Por qué un innovador millonario compra un periódico?

 

 

¿ Gastarían ustedes el 1% de sus ahorros, o de su fortuna, en comprar un diario que tiene 136 años de historia? Calculen, saquen cuentas. Ahora imaginen que ya, con parte de sus ingresos, desarrollaron un reloj atómico único de máxima precisión e invirtieron en un sistema de cohetes y hasta rescataron parte del Apollo XI...

 

La noticia de que Jeff Bezos -fundador de Amazon.com y considerado por muchos especialistas el innovador más relevante de la cultura digital desde la muerte de Steve Jobs- decidió "gastar" US$ 250 millones (el 1% de sus posesiones personales) en el emblemático periódico The Washington Post no sólo sacudió el mercado editorial, sino que disparó un sinfín de teorías sobre el futuro de los medios y el negocio de los contenidos, todas menos agoreras que las que existían hasta esta compra.

 

Hagamos historia. Lo que aquí conocemos como "diarios" es un artefacto de consumo masivo de información popularizado en el siglo XIX. En la mayoría de los casos, estaban asociados, ya desde su nombre, a la extensión del telégrafo, del correo, del mercado postal. Es decir, al desafío de la integración geográfica de las comunicaciones. A su red. En inglés, la palabra que los define,  newspaper  , es un acrónimo que es oportuno destacar: combina el valor de las noticias con su materia (el papel impreso). Entre nosotros, en cambio, llega asociado a su periodicidad cada 24 horas, "diaria". Pero abandonemos la etimología y volvamos al presente: la caída de circulación en los Estados Unidos y la pérdida de relevancia del negocio hizo desaparecer a muchos y cambiar de manos a la mayoría. Entonces, ¿por qué un líder de la nueva economía, uno de los pocos visionarios que lograron un negocio rentable y expansivo, un coloso del mercado digital, invierte en un producto cuya muerte él mismo se apuró a vaticinar?

 

La pregunta tiene sentido, pero vale ponerla en contexto. En principio, hay que aclarar que Bezos no es "un millonario": su negocio hoy fastuoso nació tras una inversión de 300.000 dólares financiada con un préstamo familiar hace menos de dos décadas. Es un gran innovador, audaz, intrépido. En esa línea, conviene atender a la mirada de Henry Blodget, periodista especializado y dueño de una red de contenido en la que justamente Bezos es inversor: quizás sólo lo haga por diversión, porque es interesante, porque es  cool  . Sépanlo: trabajar en o ser dueño de un diario, aun con el diagnóstico terminal del mundo financiero sobre nuestras espaldas, puede ser esas tres cosas, especialmente tratándose de una marca de prestigio centenario, como es el Post. No es un dato menor, aunque, claro, también puede generar influencia política (especialmente en Washington) o una fuerte sinergia con otros negocios en los que Amazon es fuerte. Tampoco, claro, convendría descartar algunas de las hipótesis más escuchadas en estos días: la posible integración de los contenidos informativos a la plataforma Kindle y sus dispositivos (propiedad de Amazon) o el desafío de repensar el ecosistema informativo desde adentro, desde uno de sus productos emblema.

 

De todos modo, volviendo a aquella analogía del correo, encontramos otra particularidad. Donde Amazon creció y se hizo fuerte es en haber encontrado una llave que combina el stock infinito del negocio digital (comenzó vendiendo libros, ése es su fuerte) con una implacable ingeniería logística en la distribución a escala global, ya sea física, a través justamente del correo, como digital, perfeccionando el  e-commerce  . Esa lógica, con la que Bezos reescribió y revolucionó el negocio de la producción, distribución y consumo de libros, podrá probarla ahora con los contenidos periodísticos. Si es que decide que el 1% de su riqueza actual se mezcle con el 99% de la fortuna que supo construir