La fiebre del búnker
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La fiebre del búnker

 

 

12/07/2015 Fuente elpais. Los ‘survivalistas’ se preparan para el fin del mundo construyéndose refugios. En Suiza los paga el Estado, en España reclaman ayudas

 

“No van a querer”. “Eso es imposible”. “No, me matan si te lo enseño”. Son algunas de las excusas que dan dos constructores de búnkeres y un survivalista (alguien que se prepara para el fin del mundo) para no mostrar los sótanos donde sobrevivirían a una hecatombe nuclear, un tsunami, tormentas solares o un ataque químico. Esgrimen el mismo motivo: si llega el fin del mundo y tú sabes dónde está mi refugio me lo vas a intentar invadir. Tampoco acceden a recibir llamadas, llamando ellos desde un número oculto: “Pueden interceptar el número y con geolocalización saber dónde está el búnker. Si se entera el CNI lo pueden expropiar”.

 

“El perfil de quien se construye un búnker es bastante heterogéneo”, explica Antonio Alcahud, que lleva décadas construyéndolos en España. “La gente piensa que son de millonarios, que los hay, pero les sorprendería que hay mucha clase media, entre 35 y 60 años, con niños pequeños. También gente modesta que se compra una casa y hace un esfuerzo para construirse un refugio en el sótano”. Alcahud, un ingeniero nuclear catalán, decidió entrar al negocio tras el accidente en la central nuclear de Harrisburg en 1979. “Me puse a estudiar cómo construir un búnker, las resistencias que debían de tener y en 1980 fundé la sociedad ABQ [por Atómico, Biológico y Químico]”.

 

ABQ afirma haber construido entre 300 y 400 búnkeres en España en los últimos 35 años. Los precios varían, pero uno de 50 metros cuadrados (donde se podrían hacinar hasta 25 personas 15 días) cuesta 45.000 euros de sobrecoste en la obra de un chalet nuevo. “Dos metros cuadrados por persona es un lujo, es el doble de lo que las naciones que disponen de refugios consideran para el diseño”, sostiene. “Está comprobado que puede ser suficiente, en cárceles, cuarteles, submarinos, barcos...”.

 

 Sus refugios tienen dos puertas de hormigón de tres metros tras las que se accede a la zona de descontaminación. Buena parte de los metros los ocupan el tanque de agua, los filtros de aire y el generador. Además hay una zona común, aseos y una habitación con literas de tres niveles. Alcahud utiliza pintura clara para las paredes y el suelo, nunca blanca: “Recuerda a un hospital”. Denuncia la falta de ayudas públicas en España y cita el ejemplo de Suiza, cuyos ciudadanos, por ley, están obligados a tener un refugio nuclear en su vivienda. El coste lo cubre el Estado desde 1963 cuando se aprobó la norma tras la crisis de los misiles cubanos. Hoy existen 300.000 en el país, con capacidad para el 114% de la población.

 

La predicción maya de que el mundo terminaría en 2012 supuso un boom en el sector. “Tú te gastas 3.000 euros en una televisión de plasma, yo en un búnker”, explica Jonathan Bosque, que en 2010 puso en marcha el foro de Internet Grupo de Supervivencia España 2012 (GSE), que llegó a tener 400 socios. “El problema fue el 30% de los survivalistas. Es gente muy friki, que pensaba que el 2012 iba a ser como Mad Max y querían meter armas al refugio”. Alcahud iba a construir un búnker para 100 personas, pero el coste les pareció excesivo y buscaron otra alternativa más barata con Copremesal (disuelta judicialmente en 2013). Al final las peleas entre sus miembros acabaron con el proyecto y algunos denunciaron que Bosque se había marchado con el dinero a Londres.

 

 “Es falso. Nadie llegó a pagar la reserva para la plaza de búnker”, se defiende por teléfono, “no hay ninguna denuncia. Los socios pagaban 15 euros por entrar en el grupo y eso lo gasté en fotocopias y en el trabajo que hice durante dos años”. Bosque emigró a Londres en 2010 por la crisis. En 2013 publicó Cómo sobrevivir al juicio final, en el que narra sus desavenencias con el GSE. En diciembre, un conductor de una carrera ilegal lo arrolló a él y a su novia. Ella murió al instante, él sufrió tres fracturas de cráneo y quedó cojo. “Yo paso de querer un búnker. Da igual que lo tengas si viene un coche y te mata”. Ya no tiene contacto con los survivalistas y aboga, en cambio, por “aprovechar el tiempo y dejarse de historias”.

 

 El búnker de Talavera

 

El búnker privado más grande de España podría albergar a 400 personas y está en el garaje del Hotel Ébora en Talavera de la Reina. “Mi abuelo lo pasó muy mal en la guerra. Cuando llegó a Talavera compró un solar para hacer su primer hotel”, explica Dolores Cases, nieta del dueño Justino Pérez (fallecido en 2005). “Como está muy cerca de la Cuenca del Tajo y hay bastante agua tuvo que meter hormigón armado. Eso y su temor a una guerra le decidieron para hacer un búnker”. Pérez quería un refugio para su familia, pero el constructor Antonio Alcahud lo convenció para hacer el más grande de España capaz de refugiar a los huéspedes del hotel, al personal y la familia del propietario