EDGAR ALLAN POE
BiografĂ­a

EDGAR ALLAN POE. DE INTERÉS GENERAL

 

 

Fuente Wikipedia. Edgar Allan Poe (Boston, Estados Unidos, 19 de enero de 1809 – Baltimore, Estados Unidos, 7 de octubre de 1849) fue un escritor, poeta, crítico y periodista romántico estadounidense, generalmente reconocido como uno de los maestros universales del relato corto, del cual fue uno de los primeros practicantes en su país. Fue renovador de la novela gótica, recordado especialmente por sus cuentos de terror. Considerado el inventor del relato detectivesco, contribuyó asimismo con varias obras al género emergente de la ciencia-ficción. Por otra parte, fue el primer escritor estadounidense de renombre que intentó hacer de la escritura su modus vivendi, lo que tuvo para él lamentables consecuencias.

 

Fue bautizado como Edgar Poe en Boston, Massachusetts, y sus padres murieron cuando era niño. Fue recogido por un matrimonio adinerado de Richmond, Virginia, Frances y John Allan, aunque nunca fue adoptado oficialmente. Pasó un curso académico en la Universidad de Virginia y posteriormente se enroló, también por breve tiempo, en el ejército. Sus relaciones con los Allan se rompieron en esa época, debido a las continuas desavenencias con su padrastro, quien a menudo desoyó sus peticiones de ayuda y acabó desheredándolo. Su carrera literaria se inició con un libro de poemas, Tamerlane and Other Poems (1827).

 

Por motivos económicos, pronto dirigió sus esfuerzos a la prosa, escribiendo relatos y crítica literaria para algunos periódicos de la época; llegó a adquirir cierta notoriedad por su estilo cáustico y elegante. Debido a su trabajo, vivió en varias ciudades: Baltimore, Filadelfia y Nueva York. En Baltimore, en 1835, contrajo matrimonio con su prima Virginia Clemm, que contaba a la sazón trece años de edad. En enero de 1845, publicó un poema que le haría célebre: "El cuervo". Su mujer murió de tuberculosis dos años más tarde. El gran sueño del escritor,  su propio periódico (que iba a llamarse The Stylus), nunca se cumplió.

 

Murió el 7 de octubre de 1849, en la ciudad de Baltimore, cuando contaba apenas cuarenta años de edad. La causa exacta de su muerte nunca fue aclarada. Se atribuyó al alcohol, a congestión cerebral, cólera, drogas, fallo cardíaco, rabia, suicidio, tuberculosis y otras causas.

 

La figura del escritor, tanto como su obra, marcó profundamente la literatura de su país y puede decirse que de todo el mundo. Ejerció gran influencia en la literatura simbolista francesa6 y, a través de ésta, en el surrealismo, pero su impronta llega mucho más lejos: son deudores suyos toda la literatura de fantasmas victoriana y, en mayor o menor medida, autores tan dispares e importantes como Charles Baudelaire, Fedor Dostoyevski, William Faulkner, Franz Kafka, H. P. Lovecraft, Ambrose Bierce, Guy de Maupassant, Thomas Mann, Jorge Luis Borges, Clemente Palma, Julio Cortázar, etc. El poeta nicaragüense Rubén Darío le dedicó un ensayo en su libro Los raros.

 

Poe hizo incursiones asimismo en campos tan heterogéneos como la cosmología, la criptografía y el mesmerismo. Su trabajo ha sido asimilado por la cultura popular a través de la literatura, la música, tanto moderna como clásica, el cine (por ejemplo, las muchas adaptaciones de sus relatos realizadas por el director estadounidense Roger Corman), el cómic, la pintura (varias obras de Gustave Doré, v. gr.) y la televisión (cientos de adaptaciones, como las españolas para la serie Historias para no dormir). (Vid. Repercusión de Edgar Allan Poe).

 

Según Kevin J. Hayes, editor de The Cambridge Companion to Edgar Allan Poe [Guía de Cambridge para Edgar Allan Poe], «la diversidad artística de aquellos que cayeron bajo el hechizo de Poe indica el alcance de su influencia. Los mejores artistas utilizaron las imaginativas obras de Poe como base para sus teorías estéticas. [...] En pocas palabras, los escritos de Poe han promovido la generación artística y estética de una gran variedad de disciplinas creativas».

 

Según la Enciclopedia Británica: «Su agudo y sólido juicio como comentarista de la literatura contemporánea, la virtud musical y el idealismo de su poesía, la fuerza dramática de sus cuentos, dotes que se le reconocieron ya en vida, le aseguran un puesto destacado entre los hombres de letras más universalmente reconocidos».

 

Para el poeta francés Stéphane Mallarmé, Poe fue «el dios intelectual» de su siglo.

 

En una de sus cartas, dejó escrito:

 

 

Mi vida ha sido capricho, impulso, pasión, anhelo de la soledad, mofa de las cosas de este mundo; un honesto deseo de futuro.

 

Biografía

 

Antecedentes

 

El bisabuelo paterno de Poe, John Poe, emigró de Irlanda a Estados Unidos en el siglo XVIII y se hizo granjero, casándose con una inglesa; ambos pretendían ser de ascendencia noble. Uno de sus diez hijos fue David Poe, quien a su vez se casó con una emigrante irlandesa, Elizabeth Cairnes. Vivían en Baltimore, Maryland; David Poe era carpintero y, al estallar la revolución contra los ingleses, llegó a prestar dinero al ejército. Por méritos, recibió el título honorífico de "general". David y Elizabeth tuvieron siete hijos. El mayor, David, fue el padre de Edgar; la segunda hija, María (más tarde María Clemm), fue la tía y suegra del poeta (madre de su mujer, Virginia). La abuela materna de Edgar, Elizabeth Arnold, fue cantante de ópera y actriz romántica y, con su hija, del mismo nombre, llegó emigrada de Londres, Inglaterra, a Estados Unidos en 1796. David Poe hijo, estudiante de Derecho, dejó esta carrera para convertirse en actor. En 1804 conoció a la bonita señorita Arnold —actriz de gran encanto y con un extenso repertorio: llegó a representar unos doscientos papeles—, que estaba casada a la sazón con un tal señor Hopkins, quien moriría poco después. David y Elizabeth se casaron seis meses más tarde y se instalaron en Boston, Massachussets, donde nacieron sus dos primeros hijos.

 

Primeros años

 

Edgar nació el 19 de enero de 1809 en la ciudad de Boston, donde ya había nacido su hermano mayor, William Henry Leonard (1807). La hermana menor, Rosalie, vio la luz en Richmond, en 1810. Edgar pudo haber recibido dicho nombre por un personaje de William Shakespeare que aparece en la obra El rey Lear, que representaban los padres en 1809, año de su nacimiento. David Poe abandonó a su familia en 1810, y su mujer, Elizabeth, murió un año después de tuberculosis; tenía veinticuatro años. Lo único que conservó Edgar de sus padres biológicos fue un retrato de su madre y un dibujo del puerto de Boston. A su hermana Rosalie le correspondió un joyero vacío. El motivo por el cual Edgar y Rosalie fueron adoptados fue que, al morir su madre, los niños quedaron totalmente desamparados, en Richmond, mientras que los abuelos, que residían en Baltimore, se hacían cargo de William Henry, que ya vivía con ellos. En cualquier caso, Edgar fue acogido por una de las familias caritativas que habían cuidado de los niños al morir su madre: el matrimonio formado por Frances y John Allan, de Richmond (Virginia), mientras que Rosalie fue acogida por la familia Mackencie. Los Allan y los Mackencie eran vecinos y mantenían una estrecha amistad.

 

Su padrastro, del cual Edgar tomaría el apellido, fue un acaudalado comerciante de ascendencia escocesa. Sus negocios incluían el tabaco, tejidos, tés y cafés, vinos y licores, grano, lápidas, caballos y aun el comercio de esclavos; hombre colérico e intransigente, desempeñó un papel destacado —negativamente hablando— en la vida del escritor. Por ejemplo, nunca demostró simpatía alguna por sus ambiciones literarias. Sus biógrafos hacen notar que John Allan tuvo varios hijos naturales fuera del matrimonio. Los Allan acogieron al niño, pero nunca lo adoptaron formalmente33 aunque le dieron el nombre de "Edgar Allan Poe". Su madrastra, que no había podido tener hijos, sentía verdadera devoción por el muchacho y lo quiso y mimó siempre, se cree que hasta el punto de malcriarlo con las otras mujeres de la casa, lo que trataron de evitar las intervenciones del padrastro.

 

En 1812, Edgar fue bautizado en la Iglesia Episcopaliana. A los cinco años empieza sus estudios primarios, pero pronto, al año siguiente (1815), la familia Allan viajó a Inglaterra. El niño asistió a un colegió en Irvine, Escocia (el pueblo donde había nacido John Allan), durante un corto periodo, pero que fue suficiente para ponerlo en contacto con la cultura y el viejo folclore escoceses. Posteriormente la familia se trasladó a Londres (1816). Edgar estudió en un internado de Chelsea hasta el verano de 1817. Más tarde ingresó en el colegio del Reverendo John Bransby en Stoke Newington, que entonces era un suburbio al norte de la ciudad. Allí aprendió a hablar francés y a escribir en latín. De estas vivencias y de la contemplación de los paisajes y arquitecturas góticos de Gran Bretaña nacerían años después relatos como "William Wilson". Con todo, el recuerdo que conservaría Poe de su estancia en este país fue de tristeza y soledad, sentimientos compartidos por su madrastra. A este respecto, John Allan manifestó: «Frances se queja como de costumbre».

 

El escocés, considerablemente preocupado por sus desgraciados negocios londinenses, regresó con su familia a Richmond en 1820. De 1821 a 1825, Edgar asiste a los mejores colegios de la ciudad, recibiendo la esmerada educación sureña correspondiente a un caballero virginiano: el English Classical School, de John H. Clarke, y los colegios de William Burke y del Dr. Ray Thomas y su esposa, donde conoce a los clásicos: Ovidio, Virgilio, César, Homero, Horacio, Cicerón... Fuera de las horas de clase, ya desde pequeño gustaba de pasar el tiempo hojeando las revistas inglesas que encontraba en los almacenes de su padrastro; allí cautivaban además su imaginación las leyendas marineras que contaban los capitanes de veleros que se acercaban a Richmond. Algunas de estas leyendas inspirarían en su momento una de sus obras fundamentales: La narración de Arthur Gordon Pym.

 

En 1824 se empieza a gestar el desentendimiento entre él y su padre de adopción. En una carta dirigida por éste al hermano mayor de Edgar, William Henry, afirmó: «¿De qué somos culpables? Es algo que no entiendo. Y que yo haya soportado durante tanto tiempo su conducta todavía me extraña más. Este muchacho no tiene una onza de afecto por nosotros ni un poco de agradecimiento por todos mis cuidados y toda mi bondad para con él.» En esta carta Allan se queja sin fundamento de las "amistades" de Edgar, y llega incluso a sugerir maliciosamente que Rosalie, la hermana menor, era en realidad hermanastra, posibilidad que siempre atormentó a Edgar. Según Hervey Allen, las insinuaciones del padrastro se debían a su conocimiento de ciertos datos íntimos de la madre de Poe, ya que, una vez fallecida, Allan de algún modo entró en posesión de su correspondencia privada. Con la carta a William Henry pretendió asegurarse el silencio de Edgar sobre sus propios manejos.

 

 

Universidad de Virginia

 

Por esa época, con dieciséis años, Edgar mantuvo una relación sentimental con una muchacha de la vecindad, Sarah Elmira Royster, quien reaparecería al final de su vida. En carta a un amigo, ella describió muchos años después al futuro escritor de esta forma:

 

 

Edgar era un muchacho muy guapo, no muy hablador. De conversación agradable, pero de comportamiento más bien triste. Nunca hablaba de sus padres. Estaba muy ligado a la señora Allan, así como ella a él. Era entusiasta, impulsivo, no soportaba la menor grosería verbal.

 

Esta relación fue previa a su matriculación en la Universidad de Virginia, en Charlottesville, en febrero de 1826, para estudiar lenguas. La universidad, en sus primeros años, acataba los ideales de su fundador, Thomas Jefferson. Estos eran muy estrictos en lo tocante al juego, los caballos, las armas, el tabaco y el alcohol, pero estas normas en realidad apenas se respetaban. Jefferson había establecido un sistema de autogobierno para los estudiantes, permitiendo a los mismos elegir sus materias de estudio, organizar su propia manutención e informar a las autoridades de las irregularidades o faltas que se cometiesen. Este régimen tan singular había convertido a la comunidad escolar en un caos, registrándose una tasa muy elevada de absentismo.

 

En el tiempo que Edgar pasó allí, perdió contacto con Elmira Royster, y además se enemistó definitivamente con su padrastro debido a sus deudas de juego; según Hervey Allen Poe empezó a jugar por su necesidad de conseguir dinero extra para mantenerse. Afirma Cortázar (quien reconoce seguir en líneas generales la biografía de este estudioso poeano ) que es en esta época en la que por primera vez se relaciona a Poe con el alcohol. «El clima de la Universidad era tan favorable como el de una taberna: Poe jugaba, perdía casi invariablemente, y bebía», y esto pese a que los efectos de una pequeña cantidad de alcohol eran devastadores sobre su constitución. De todos modos, el futuro escritor lee y traduce las lenguas clásicas sin esfuerzo aparente, ganándose la admiración de profesores y condiscípulos. Lee también, infatigablemente, historia, historia natural, matemáticas, astronomía, poesía y novela. Edgar se quejaba de que Allan no le enviaba suficiente dinero para las clases, para comprar libros y para poder amueblar su dormitorio. Pese a que Allan accedió a enviar dinero, las deudas de su hijo adoptivo no hicieron más que crecer.

 

Poe abandonó la universidad finalmente al cabo de un año y, no sintiéndose a gusto en Richmond (especialmente al enterarse de que Elmira acababa de casarse con un tal Alexander Shelton), se desplazó, primero a Norfolk, y en abril de 1827 a Boston, donde «existe la oscura evidencia de que intentó ganarse la vida como periodista» y tuvo también algún trabajo relacionado con el comercio. En esta etapa usó el pseudónimo 'Henri Le Rennet'.

 

Carrera militar, primeros escritos

 

 

Imagen de Edgar Allan Poe.

El 27 de mayo de 1827, incapaz de sobrevivir por sí mismo, Poe se alistó en el ejército como soldado raso, bajo el nombre de 'Edgar A. Perry'. Aunque tenía 18 años firmó que tenía 22. Su primer destino fue en Fort Independence, en el puerto de Boston. Su sueldo era de cinco dólares al mes.

 

En ese mismo año (1827) publicó su primer libro, un opúsculo de poesía de cuarenta páginas que tituló Tamerlane and Other Poems (Tamerlán y otros poemas), firmado: «By a Bostonian» («Por un bostoniano»). En el prólogo afirmó que casi todos los poemas habían sido escritos antes de los catorce años. Sólo se imprimieron cincuenta copias, y el libro pasó prácticamente desapercibido. Mientras tanto, su regimiento fue destinado a Fort Moultrie en Charleston, a donde llegó el 8 de noviembre de 1827 a bordo del bergantín "Waltham". Poe fue ascendido a artificiero, el soldado encargado de preparar los proyectiles de artillería, y que cobraba doble paga.

 

 

Poe, periodista

 

Tras la muerte de su hermano, Edgar se esforzó de firme por labrarse una carrera como escritor, encontrando, sin embargo, grandes dificultades, debido en gran medida a la situación en que se hallaba el periodismo en su país. De hecho, fue el primer estadounidense bien conocido que se esforzó por vivir en exclusiva de la escritura.  Lo que más le perjudicó a tal efecto fue la inexistencia en su tiempo de una ley internacional de copyright. Los editores estadounidenses preferían piratear obras inglesas en lugar de pagar a sus conciudadanos por las suyas. La industria editorial estaba, por añadidura, muy afectada por la grave crisis económica, que se concretaría en el llamado Pánico de 1837. A pesar del gran auge experimentado por las publicaciones periódicas estadounidenses en ese período, lo que fue impulsado en parte por las nuevas tecnologías, la mayoría no tocaba más que un número reducido de temas y por otra parte los periodistas encontraban grandes dificultades para cobrar lo convenido a tiempo. Poe, en sus intentos por abrirse camino en este mundo, se veía continuamente constreñido a pedir dinero a sus empleadores y a todo tipo de situaciones humillantes relacionadas con la cuestión económica. Este triste estado de cosas no mejoraría en toda su vida.

 

 

Poe se casó con su prima de 13 años, Virginia Clemm. Su muerte temprana pudo haber inspirado algunos de sus escritos.

Tras sus primeros intentos poéticos, el escritor dirigió sus miras a la prosa, por los motivos antedichos. En 1832 consigue publicar cinco relatos en el periódico Saturday Courier, de Filadelfia. Entre ellos se incluye el primer relato que escribió, de corte gótico: "Metzengerstein". En esa época empezó a trabajar en su único drama, que nunca terminaría: Politian. En abril de 1833 envió una última carta a John Allan en la que le pedía desesperadamente ayuda: «En nombre de Dios, ten piedad de mí y sálvame de la destrucción». Allan no le contestó. Afortunadamente, en esa época, el Saturday Visiter, un periódico de Baltimore, otorgó al escritor un premio de 50 dólares por su cuento "Manuscrito encontrado en una botella". El comité editorial del Visiter declaró que el relato «era, con mucho, y de lejos, superior a cualquier cosa presentada antes».

 

 

Dejó el Graham's por desavenencias con su editor, George Rex Graham, que había contratado a Rufus Wilmot Griswold, viejo conocido de Poe, y trató de encontrar un nuevo empleo, sobreviviendo a duras penas como escritor free-lance, pero finalmente la familia regresó a Nueva York. A partir de este momento Hervey Allen se refiere siempre a Virginia Clemm como a una "inválida". En dicha ciudad Poe trabajó brevemente en el Evening Mirror, y más tarde se convirtió en redactor jefe del Broadway Journal, del que, con el tiempo, llegó a ser propietario. Allí se granjeó la enemistad de muchos escritores, entre otras cosas por acusar públicamente de plagio al laureado poeta Henry Wadsworth Longfellow, aunque éste nunca respondió a la acusación.

 

El 29 de enero de 1845, su poema "El cuervo", inspirado en un pájaro parlanchín aparecido en la novela Barnaby Rudge, de Charles Dickens, salió a la luz en el Evening Mirror, convirtiéndose de la noche a la mañana en un gran éxito popular, el primero de su carrera.124 Allen asegura que se trata sin duda del poema más famoso de la literatura estadounidense. A partir de su aparición, Poe por primera vez llevó una vida social normal, frecuentando los más importantes salones literarios de la ciudad. Aunque convirtió a su autor en una celebridad, Poe obtuvo sólo nueve dólares por "El cuervo".

 

En esa época inició una relación, se dice que estrictamente platónica, con la poetisa Frances Sargent Osgood, relación al parecer consentida por Virginia, que veía en esta mujer una influencia beneficiosa sobre su marido. El devaneo dio lugar a uno de los mayores escándalos en la vida del escritor, suscitando infinidad de comentarios y habladurías entre los literati de la ciudad. El origen de todo fue una mujer que Poe había desdeñado, también escritora: Elizabeth F. Ellet, e involucró al matrimonio Poe, al matrimonio Osgood y a otras personas. En 1847, Poe y Frances Osgood dejaron de verse definitivamente. (Vid. Virginia Clemm#El escándalo Osgood/Ellet.)

 

 

El Broadway Journal cerró sus puertas por falta de liquidez en 1846. Poe se trasladó a una casita de campo en Fordham, dentro del barrio del Bronx, Nueva York. Dicha casa, hoy conocida como el Cottage de Poe, se encuentra en la esquina entre el bulevar Grand Concourse y Kingsbridge Road. En ese tiempo de extrema penuria, durante las horas nocturnas, la suegra del escritor se veía obligada a recoger verduras clandestinamente en los huertos vecinos, para poder dar de comer a sus hijos. Como se ha visto, esta situación venía de tiempo atrás. Según cierto estudio, los ingresos de Poe en los tiempos en que trabajó en el Southern Literary Messenger, en proporción, no le hubiesen permitido superar el equivalente al nivel de pobreza del año 1981.

 

Virginia, que no había podido superar la tuberculosis, murió allí el 30 de enero de 1847. Los amigos de la familia recordarían después cómo Poe, cuya salud ya no se repondría del todo, siguió el cortejo fúnebre de su mujer envuelto en su vieja capa de cadete, que durante meses había constituido el único abrigo de la cama de Virginia. Los biógrafos del escritor han sugerido repetidamente que el tema frecuente en su obra de la muerte de una hermosa mujer (Cfr. "El cuervo"), parte de las varias pérdidas de mujeres a lo largo de su vida, incluyendo la de su madre y su esposa. Levin, a este respecto, menciona las muchas «heroínas póstumas» que jalonan la obra de Poe.

 

A partir de la muerte de Virginia, la conducta del escritor «es la del que ha perdido su escudo y ataca, desesperado, para compensar de alguna manera su desnudez, su misteriosa vulnerabilidad». Cada vez más inestable, intentó cortejar a otra mujer: Sarah Helen Whitman, poetisa mediocre pero mujer llena de inmaterial encanto, como las heroínas de Poe. Sarah vivía en Providence, Rhode Island. Sus relaciones no cuajaron, presumiblemente debido a los problemas de Poe con el alcohol y a su conducta errática. Existe alguna evidencia de que la verdadera causante de la ruptura pudo ser la madre de Whitman. Poe buscó aún la compañía de otras mujeres (Marie Louise Shew, que había cuidado de ellos en 1846, o Annie Richmond). Hubo incluso propuestas de matrimonio, pero que no llegaron a concretarse.

 

Pese a la desesperación y el desvarío, en ese tiempo surgen de su pluma obras tan relevantes como el poema "Ulalume" y el alucinado ensayo cosmogónico Eureka, décimo y último libro publicado por el autor. En noviembre de 1848 intentará suicidarse con láudano, pero éste actuó de emético y el escritor se salvó.

 

Final

 

Artículo principal: Muerte de Edgar Allan Poe.

 

 

Su postrer reencuentro, en Richmond, con su antiguo amor de juventud, Sarah Elmira Royster, lo animó una vez más a contraer matrimonio; la novia puso la condición de que abandonara sus malos hábitos. La fecha de la boda se concertó finalmente para el 17 de octubre de 1849. Se vio al escritor en la ciudad de Richmond entusiasmado, e incluso feliz. Es en ese momento cuando se le pierde el rastro, hasta su última aparición en Baltimore.

 

El 3 de octubre de 1849, Poe fue hallado en las calles de Baltimore en estado de delirio, «muy angustiado, y [...] necesitado de ayuda inmediata». Fue trasladado por su viejo amigo James E. Snodgrass al Washington College Hospital, donde murió el domingo, 7 de octubre, a las 5:00 de la madrugada. En ningún momento fue capaz de explicar cómo había llegado a dicha situación, ni por qué motivo llevaba ropas que no eran suyas. La leyenda, recogida por Julio Cortázar y otros autores, cuenta que en sus últimos momentos invocaba obsesivamente a un tal Reynolds (acaso el explorador polar que había servido de referente para su novela de aventuras fantásticas La narración de Arthur Gordon Pym), y que al expirar pronunció estas palabras: «¡Que Dios ayude a mi pobre alma!»

 

Tanto los informes médicos, como el certificado de defunción se perdieron. Los periódicos de la época informaron de que la muerte de Poe se debió a "congestión" o "inflamación" cerebral, el eufemismo que solía utilizarse para los fallecimientos por motivos más o menos vergonzantes, como el alcoholismo.

 

Hoy en día, la causa exacta de la muerte continúa siendo un misterio, aunque desde 1872 se cree que pudo deberse al abuso de agentes electorales sin escrúpulos, que en la época solían utilizar a pobres incautos, emborrachándolos, para hacerles votar varias veces por el mismo candidato. Las especulaciones han incluido el delírium tremens, el ataque cardíaco, epilepsia, sífilis, meningitis, el cólera y aun el asesinato.

 

 

 En 1875, los restos de Poe fueron trasladados a este monumento, en Baltimore, donde descansan junto a los de su esposa Virginia y su suegra Maria.

Dentro de la obra epistolar de Poe, intensa durante toda su vida, es de lectura sobrecogedora la que se refiere a sus últimos meses de vida. En estas cartas se advierte cómo se alternaban en el escritor los accesos de lucidez y de brusco entusiasmo con otros de la más negra desesperación. En este tiempo Poe solía dar pruebas de su deseo de morir, y en alguna ocasión incluso pidió a su tía, Maria Clemm, el único ser vivo con el que le unía una tierna afectividad, que muriera a su lado.

 

 

No nos queda sino morir juntos. Ahora ya de nada sirve razonar conmigo; no puedo más, tengo que morir. Desde que publiqué Eureka, no tengo deseos de seguir con vida. No puedo terminar nada más. Por tu amor era dulce la vida, pero hemos de morir juntos. [...] Desde que me encuentro aquí he estado una vez en prisión por embriaguez, pero aquella vez no estaba borracho. Fue por Virginia.

 

 

Obra

 

Poe escribió cuentos de distintos géneros, poesía, crítica literaria y ensayo, éste sobre los temas más variados, además de una novela larga. A lo largo de toda su vida también escribió numerosas cartas.

 

Influencias

 

La crítica suele coincidir al determinar las fuentes literarias de las cuales bebió este autor. En sus primeros cuentos sigue a Boccaccio y Chaucer. También se inspiró en toda la novela gótica inglesa: Horace Walpole, Ann Radcliffe, Matthew G. Lewis y Charles Maturin, entre otros.

Conoció bien a los góticos alemanes (E.T.A. Hoffmann, el barón Friedrich de la Motte Fouqué, etc.). De su país, tuvo muy en cuenta a los pioneros Charles Brockden Brown y Washington Irving. Otros autores ingleses que admiró mucho: Daniel Defoe, Walter Scott, William Godwin y Edward Bulwer-Lytton. Poe se inspiró además en las a veces desaforadas historias que solían aparecer en la revista de Edimburgo Blackwood's Magazine, que el bostoniano llegó a satirizar en sus relatos más estrafalarios: "El aliento perdido", "Cómo escribir un artículo a la manera del Blackwood's", etc.

 

En poesía, se dejó cautivar desde muy joven por Lord Byron. Dentro de este género apreció bastante la poesía nocturna francesa y germánica, así como a todos los románticos ingleses: Shelley, Keats, Wordsworth (al que, sin embargo, criticó su didactismo) y Coleridge. También valoró grandemente a Tennyson.

 

Poe asimismo conocía bien el trabajo de los más importantes científicos: Laplace, Newton, Kepler, etc. Pero el autor que probablemente aparece más veces citado en sus obras es el filósofo inglés Joseph Glanvill.

 

Cuentos

 

Julio Cortázar ordena sus relatos de acuerdo con el "interés" de sus temas. «Sus mejores cuentos son los más imaginativos e intensos; los peores, aquellos donde la habilidad no alcanza a imponer un tema de por sí pobre o ajeno a la cuerda del autor.» Al traducirlos, los agrupó en: 1. Cuentos de terror; 2. Sobrenaturales; 3. Metafísicos; 4. Analíticos; 5. De anticipación y retrospección; 6. De paisaje; y 7. Grotescos y satíricos (id.). Destaca Cortázar lo expresado por Poe en una carta: «Al escribir estos cuentos uno por uno, a largos intervalos, mantuve siempre presente la unidad de un libro».

 

Macabros

 

Los cuentos de terror o cuentos góticos constituyen su obra más conocida y propiamente genuina. Heredero directo de dicha corriente, según el estudioso Benjamin F. Fisher, Poe pretende, sin embargo, no tanto «helar la sangre» del lector («curdling the blood», expresión inglesa de la época) como compatibilizar lo gótico con la plausibilidad psicológica, logrando elevar el género a la categoría de gran arte. El bostoniano modifica el goticismo, además, restándole elementos sobrenaturales, como en su magistral relato "El gato negro", en que el desencadenante del horror final es un gato vivo. Lo que traza de algún modo Poe en sus principales relatos es una suerte de «geografía de la imaginación». Entre los herederos directos del goticismo poeano, añade Fisher, se encuentran: Edith Wharton, William Faulkner, Flannery O'Connor, Hart Crane, Stephen King, y muchos otros.

 

En cuanto a su calidad artística, el escritor y crítico irlandés Padraic Colum aseguró que relatos como "El barril de amontillado", "El pozo y el péndulo", "La caída de la casa Usher", "Ligeia", etc., se hallan entre «los mejores cuentos del mundo», mientras que para el crítico y traductor español Mauro Armiño, «a casi ciento cincuenta años de distancia, siguen siendo las narraciones más sugestivas del siglo XIX». De Riquer y Valverde, en la misma línea, sostienen que «sus narraciones y algún poema suyo quedan entre los resultados universales de la literatura norteamericana de su tiempo».

 

 

Ya no se advirtieron más señales de vida en Valdemar y, opinando que había fallecido, lo confiamos al cuidado de los enfermeros. En ese momento observamos un intenso movimiento vibratorio en la lengua. El hecho continuó por espacio quizá de un minuto. Al terminar este periodo, brotó de las distendidas e inmóviles mandíbulas una voz, una voz que sería una locura intentar describir.

 

 

De ciencia-ficción

 

El bostoniano dio asimismo un significativo impulso al género emergente de la ciencia-ficción, respondiendo así a los recientes avances científicos y tecnológicos, como el globo aerostático, en su cuento "El camelo del globo". Aunque se ha dicho que Poe inventó el género, según John Tresch, en realidad lo que hizo fue "descubrirlo" en el seno de una tradición preexistente, reformándolo y adaptándolo a la retórica y las innovaciones técnicas de su tiempo. Por otra parte, sentó las bases para algunos de los modos y temas que adquirirían carta de naturaleza en la segunda mitad del siglo XX.

 

Ya se ha destacado que el autor escribió gran parte de su obra de acuerdo con los gustos populares de la época, lo que vendía. A tal efecto, sus relatos recogen a menudo elementos de la pseudociencia, la frenología y la fisiognomía.

 

Hugo Gernsback, creador del término ciencia-ficción que dio nombre a los Premios Hugo, citaba solo a tres autores del género anteriores a los años 30: Poe, Verne y Wells. En castellano existe una edición de los relatos de ciencia-ficción del autor que contiene trece obras, desde "Von Kempelen y su descubrimiento" hasta "Un cuento de las montañas escabrosas", e incluso "Manuscrito encontrado en una botella".

 

En sus cuentos más declaradamente macabros aparecen en ocasiones elementos de la ciencia-ficción, y al contrario, de forma que a veces es difícil determinar el género exacto a que pertenecen obras como "La verdad en el caso del Sr. Valdemar", "Manuscrito hallado en una botella"... Por otro lado, hay alguna pieza que combina ciencia-ficción, terror y prosa poética: "La conversación de Eiros y Charmion", o sátira y ciencia-ficción ("Mellonta Tauta"), y el ensayo Eureka ha sido encuadrado a veces dentro de ésta. Es bien sabido que la hibridación de géneros domina hoy en todo el ámbito de la literatura fantástica, pero Poe, además, según Domingo Santos, prefigura algunos de los temas centrales de la ciencia-ficción moderna: los universos alternativos ("Revelación mesmérica"), los viajes espaciales ("El camelo del globo"), los viajes en el tiempo ("Mellonta tauta")...

 

Satíricos y poéticos

 

El escritor dedicó asimismo muchos relatos a la sátira, al humor e incluso la mistificación humorística (patraña). Para crear el efecto cómico, solía servirse de la ironía y la extravagancia absurda, en un intento de poner coto al conformismo ideológico del lector. Así, "Metzengerstein", su primer cuento publicado, y también su primer incursión en el terror, había sido concebido inicialmente como una sátira del género, como se ha dicho, muy popular en la época.

 

Harry Levin califica las estructuras poeanas de «imaginativas», lo que posibilita que, en este tipo de piezas, la comedia aparezca revestida de histeria; «su cultivo de lo extraño en las proporciones lo conduce de la belleza a la caricatura. Como hijo de padres actores era normal que acabase convertido en un histrión literario y que su técnica narrativa brotase animada de "dramatismo"».

 

El estudioso Daniel Royot en su artículo "Poe's humor" escribe que el humor de Poe, exento de pretensiones éticas, «se reviste de las más inesperadas pulsiones en sus historias de desenlace absurdo con el propósito de recrear una especie de anárquica, dionisíaca euforia. [Poe] Introduce el absurdo para desplazar la corteza de significado unívoco y provocar una experiencia paroxística».

 

Julio Cortázar señala que la sátira en cuentos como "El timo considerado como una de las ciencias exactas", "El hombre de negocios" o "Los anteojos" se transforma en desprecio. Esto se evidencia en sus personajes: «astutos seres que embaucan a la masa despreciable, o miserables muñecos que van de tumbo en tumbo, cometiendo toda clase de torpezas. [...] Y cuando incurre en el humor ("El aliento perdido", "Bon-Bon", "El Rey Peste") suele derivar inmediatamente en lo macabro, donde está en su terreno, o en lo grotesco, que considera desdeñosamente el terreno de los demás.» Todo lo cual se sigue de la incapacidad de Poe para «comprender lo humano, asomarse a los caracteres, medir la dimensión ajena... por eso Poe no alcanzará nunca a crear un solo personaje con vida interior».

 

 

(De "El aliento perdido", 1832)

 

En este sentido, afirmó Baudelaire, en el prólogo a su traducción de las Historias extraordinarias del estadounidense: «[Son] cuentos llenos de magia que aparecen reunidos bajo el título de Tales of the Grotesque and the Arabesque, título notable e intencionado, puesto que los ornamentos grotescos y arabescos rehúyen la figura humana, y ya veremos cómo la literatura de Poe es en muchos aspectos extra o supra humana». Y Robert Louis Stevenson, en un conocido ensayo sobre Poe, llegó a afirmar: «Quien fue capaz de escribir "Rey Peste" dejó de ser un ser humano».2 Estas narraciones, sin embargo, debido a su extravagancia, fueron muy apreciadas por los poetas surrealistas.

 

Mención aparte merecen sus relatos de corte poético y metafísico, muchos de ellos auténticos poemas en prosa, de acendradas virtudes estéticas: "La conversación de Eiros y Charmion", "El coloquio de Monos y Una", "El alce", "La isla del hada", "Silencio", "Sombra", etc.

 

 

«Escucha», dijo el Demonio, imponiendo la mano sobre mi cabeza. «La tierra de que te hablo es una región sombría en Libia, a orillas del río Zaire. Y no hay tranquilidad allí, ni silencio.

 Las aguas del río son de un tono azafranado y enfermizo, y no fluyen hacia el mar, sino que palpitan eternamente bajo el ojo bermejo del sol, con agitación tumultuosa y convulsa».

 

 

(De "Silencio (una fábula)", 1839)

 

Técnica

 

En lo tocante a su técnica, y a su muchas veces apuntada intensidad narrativa, Poe «comprendió que la eficacia de un cuento depende de su intensidad como acaecimiento. [...] Cada palabra debe confluir, concurrir al acaecimiento, a la cosa que ocurre, y esta cosa que ocurre debe ser sólo acaecimiento y no alegoría (como en muchos cuentos de Hawthorne, por ejemplo) o pretexto para generalizaciones psicológicas, éticas o didácticas. [...] La cosa que ocurre debe ser intensa. Aquí Poe no se planteó estériles cuestiones de fondo y forma; era demasiado lúcido como para no advertir que un cuento es un organismo, un ser que respira y late, y que su vida consiste -como la nuestra- en un núcleo animado inseparable de sus manifestaciones».

 

Edmund Wilson destaca igualmente esta intensidad en Poe, relacionándola con las virtudes poéticas de su prosa: «Leemos los cuentos de Poe en nuestra niñez, cuando todo lo que podemos sacar de ellos son escalofríos, y sin embargo esos cuentos también son poemas que expresan las más intensas emociones.» De este modo, el cuento de Poe "William Wilson" es superior a Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Stevenson, por su «sinceridad e intensidad».

 

Harry Levin sostiene que la principal contribución técnica de Poe a la narrativa es su manera enfática de interpretar sensaciones, hasta el punto de que André Gide le otorgó el mérito de inventar el monólogo interior.

 

Según Peter Ackroyd: «Calculaba sus efectos con mano maestra, siempre manteniendo un estricto control técnico de sus narraciones. Es significativo que revisara sus obras sin cesar, haciendo cambios puntuales y otros más generales. También es digno de notarse que su escritura era un modelo de caligrafía».

 

Padraic Colum, por su parte, lo sitúa como el creador del concepto de atmósfera en el arte literario. Cortázar llama a este recurso «creación de ambientes», y compara a Poe con otros maestros en esta técnica como Chéjov, Villiers de L'Isle-Adam, Henry James, Kipling y Kafka.

 

 

Novela

 

Poe es autor de una única novela: La narración de Arthur Gordon Pym (The Narrative of Arthur Gordon Pym of Nantucket) (1838). Se trata de un relato de aventuras marineras de tipo episódico, centrado en su intrépido protagonista, quien encontraría eco posteriormente en las obras de Stevenson. El autor buscó sus fuentes principalmente en antiguas leyendas marineras, como la del Holandés errante, y en sus lecturas de Daniel Defoe y S. T. Coleridge («la afinidad más acusada es con La balada del viejo marinero, ese alma agónica que alcanza la vida a través de la muerte», según Levin). Debido a la abundancia de detalles macabros que contiene y a su indescifrable desenlace, la obra ha estado siempre rodeada de polémica. Esta novela fue muy valorada por los surrealistas, que destacaban en ella su maestría en la recreación de elementos inconscientes. Por este motivo también ha sido muy estudiada por el psicoanálisis. Julio Verne escribió una continuación: La esfinge de los hielos.

 

Según Cortázar, «la obra posee el doble valor de un libro de aventuras lleno de episodios "vividos" y a la vez de una corriente subterránea evasiva y extraña, un trasfondo que cabría considerar alegórico o simbólico, de no tener presente la tendencia contraria del autor, y sus explícitas referencias en este sentido.» Por la constante «tendencia al Sur» que se observa en la trama, en Arthur Gordon Pym se hace patente la fuerte autoconciencia sudista de su autor; también se transparenta una cierta dosis de racismo hacia los negros, lo que manifiestan igualmente "El escarabajo de oro" y "El sistema del Dr. Tarr y el profesor Fether".

 

Harry Levin destaca que Poe trató de lograr el estilo «plausible y verosímil» que admiraba en Robinson Crusoe, y que se documentó astutamente mediante mapas, cuadernos de bitácora, crónicas e informes marineros. La obra no puede evitar ser receptáculo de la obsesión claustrofóbica del autor, que se encarna incluso en el marco del océano abierto; en cuanto a su final, «si Poe hubiese sido más un alegórico que un materialista, estaríamos tentados de contemplar la salvación de Pym en términos teológicos».

 

 

Entonces Nu-Nu se estremeció en el fondo de la canoa, pero al tocarlo descubrimos que su espíritu lo había abandonado. Y de pronto nos vimos precipitados en el abrazo de la catarata, y un abismo se abrió en ella para recibirnos. Pero surgió a nuestro paso una figura humana velada, cuyas proporciones eran mucho más grandes que las de cualquier habitante de la tierra. Y la piel de aquella figura tenía la perfecta blancura de la nieve.

 

Poe dejó inacabada otra novela de aventuras: El diario de Julius Rodman, aparecida en la revista Burton's Gentleman's Magazine por entregas. Solo salieron las seis primeras, de enero a junio de 1840. En esta obra se narra un viaje ficticio a las Montañas Rocosas en tiempos de la conquista del Oeste, temática que sería muy frecuentada por la literatura estadounidense, con un contemporáneo de Poe, James Fenimore Cooper, a la cabeza. Este relato fue publicado por primera vez en castellano en 2005.

 

Poesía

 

Probablemente, de no haber tenido que trabajar de periodista, Poe se habría dedicado en exclusiva a la poesía. «Razones al margen de mi voluntad me han impedido en todo momento esforzarme seriamente por algo que, en circunstancias más felices, hubiera sido mi terreno predilecto», manifestó en el prólogo a El cuervo y otros poemas. Este será su género más controvertido y el que le granjeará las peores críticas.

 

Las épocas de creación poética más intensas se dieron al principio y al final de su carrera. Sus ideas sobre la poesía, aparecidas en su ensayo sobre "El cuervo" titulado "Filosofía de la composición", pueden parecer contradictorias. Declaró que la poesía era un mero artificio previsto y realizado con técnica de relojero, sin embargo, lo cierto es que admitía en ella todo lo que viene «de lo irracional, del inconsciente: la melancolía, la nocturnidad, la necrofilia, el angelismo, la pasión desapasionada, es decir, la pasión [...] del que llora invariablemente a alguna muerta» cuyo amor ya no puede inquietarlo.

 

 

Cierta vez que promediaba triste noche, yo evocaba,

 fatigado, en viejos libros, las leyendas de otra edad.

 Ya cejaba, dormitando; cuando allá, con toque blando,

 con un roce incierto, débil, a mi puerta oí llamar.

«—A mi puerta un visitante —murmuré— siento llamar;

 eso es todo y nada más».

 

 

Ensayo y crítica

 

Poética

 

Poe elaboró su propia teoría de la literatura, que aparece diseñada en su obra crítica y en ensayos como "El principio poético". Esta obra constituye un manifiesto esteticista radical:

 

 

Un instinto inmortal, profundamente enraizado en el espíritu del hombre, es de este modo, dicho sin rodeos, un sentido de lo Bello. Esto es lo que administra para su deleite en las múltiples formas, sonidos y olores en los que existe. E igual que el lirio se refleja en el lago, o los ojos de Amarilis en el espejo, así la mera repetición oral o escrita de estas formas, sonidos, colores, olores y sentimientos, es una duplicada fuente de deleite.

 

El autor dio siempre pruebas de aborrecer el didactismo y, pese a que varias de sus obras utilizan este recurso, la alegoría. Creía que el sentido en literatura discurre bajo la superficie expresa. Las obras con un sentido demasiado obvio, escribió, dejan de ser arte. Opinaba además que aquéllas debían ser breves y enfocadas a causar un efecto muy concreto, para lo cual el escritor debía calcular cada efecto e idea. En otro conocido ensayo sobre la materia, "Filosofía de la composición", el escritor describe el método que siguió en la escritura de "El cuervo", afirmando que fue dicho sistema tan frío el que utilizó. Muchas veces se ha cuestionado, sin embargo, si esto es cierto. El poeta T. S. Eliot declaró irónicamente al respecto: «Es difícil para nosotros leer este ensayo sin m que si Poe llevó a cabo el poema con ese cálculo, debería haberse tomado más molestias en ello: el resultado no acredita el método». El biógrafo Joseph Wood Krutch describió el ensayo como «un ingeniosísimo ejercicio en el arte de la racionalización».

 

Las ideas rectoras de Poe, tanto a efectos poéticos como críticos, eran la originalidad, que proponía como método de búsqueda del efecto literario, y el propio método, según supo ver muy bien Paul Valéry. También otorgaba gran importancia a la seriedad o verosimilitud, en sus propias palabras. Valéry subraya asimismo un aspecto innovador en la estética de Poe que sólo se valoraría muchos años después de su muerte: «Por primera vez, las relaciones entre la obra y el lector eran elucidadas y consideradas como los fundamentos positivos del arte».

 

Ensayo

 

Poe ejerció el ensayo sobre los temas más variados: la larga meditación cosmológica Eureka, los comentarios breves reunidos en Marginalia, y los trabajos monográficos "Criptografía", "Filosofía del moblaje", "Arabia pétrea", "El jugador de ajedrez de Maelzel", etc.

 

Eureka, ensayo escrito en 1848, supone una teoría cosmológica que en algunos pasajes parece presagiar la del big bang, la teoría de la relatividad, el espacio-tiempo («[...] las consideraciones que en este ensayo hemos seguido paso a paso nos permiten percibir de un modo claro e inmediato que el espacio y la duración son una sola cosa»), los agujeros negros, así como la primera solución conocida a la llamada paradoja de Olbers:

 

 

Siendo la sucesión de estrellas interminable, el fondo del cielo debería presentar para nosotros una luminosidad uniforme, como la mostrada por la Galaxia, dado que no podría haber razón alguna por la que, contra todo punto de ese fondo, no se destacase al menos una estrella. La única razón, por tanto, en tales circunstancias, por la que podríamos entender los vacíos que nuestros telescopios encuentran en direcciones innumerables, sería suponiendo la distancia del fondo invisible tan inmensa que ningún rayo de luz a partir de dicho fondo ha sido capaz de alcanzarnos todavía.

 

 

De Eureka

 

Poe no pretende valerse de un método científico en este ensayo sino que escribe basándose en la más pura intuición. Por esta razón consideraba la pieza como una «obra de arte», no científica, insistiendo en que, a pesar de ello, su contenido era veraz y la juzgaba su obra maestra.

 

De hecho, Eureka está repleta de errores científicos. En particular, las afirmaciones del autor contradicen los principios newtonianos al considerar la densidad y la rotación de los planetas. Esta obra fue muy valorada por los poetas Paul Valéry y W. H. Auden.

 

Harry Levin ve en Eureka algo «más que el colmo de la mistificación o una rapsodia megalomaníaca. Puede ser leída como una refutación racionalista de la metafísica del Transcendentalismo, o como un experimento pionero en el género embrionario de la ciencia-ficción».

 

El escritor de este género Domingo Santos relaciona igualmente Eureka con el mismo, pero para él constituye más bien «un genial atisbo de presciencia».

 

Otra gran afición de este autor fue la criptografía, a la que dedicó excelentes páginas. En cierta ocasión retó a los lectores de un periódico de Filadelfia a que le presentaran escritos cifrados que él logró resolver. En julio de 1841, publicó un ensayo titulado "Algunas palabras sobre la escritura secreta" en la revista Graham's Magazine, y comprendiendo el gran interés del público en el asunto escribió uno de sus grandes relatos "The Gold-Bug" ("El escarabajo de oro"), obra que incorporaba acertijos criptográficos. Su éxito en la criptografía se debía, sin embargo, según explican los expertos, a la ignorancia sobre el tema de sus admirados lectores, pues su método era muy elemental. En cualquier caso, su esfuerzo contribuyó a popularizar esta disciplina en su país. Uno de sus seguidores más entusiastas, el famoso descifrador William Friedman, fue en su juventud gran lector de "El escarabajo de oro", lo que le sirvió durante la Segunda Guerra Mundial para descifrar el código japonés "PURPLE".

 

Crítica

 

Poe vivió siempre aislado de las corrientes culturales dominantes en su país, y sin embargo se embarcó en una batalla crítica que le ocupó los últimos años de su vida. En esta faceta son destacables sus reseñas sobre Longfellow, Dickens y Hawthorne. La cultura de que hace gala en sus críticas es abundante, pero no todo lo asombrosa que él intentó hacer ver; presentaba grandes lagunas. No hay que olvidar que su educación académica se redujo a sus años de colegio y al único año que pasó en la Universidad de Virginia. Según Cortázar, su acceso a las fuentes bibliográficas directas se veía casi siempre reemplazado por centones, resúmenes, exposiciones de segunda o tercera mano, aunque su inteligencia y su memoria hacían maravillas.300 Un buen ejemplo de lo heterogéneo de sus gustos, su agudeza y sensibilidad, puede verse en el conjunto de ensayos titulado Marginalia, que, en palabras de Cortázar, «proporciona una clara visión de su latitud cultural, sus intereses y sus ignorancias».301 En uno de estos ensayos definió la crítica como una obra de arte.

 

 

 Hoy es debatida su importancia como crítico. Mientras que Edmund Wilson opina que esta parte de su obra es el «conjunto crítico más notable producido en los Estados Unidos», otros estudiosos señalan su falta de valor.

 

El crítico Kent Ljungquist, en su artículo sobre el autor "The poet as critic", sostiene que «cualquiera que sean las fuentes de la práctica literaria y los principios críticos [de Poe] –probablemente una combinación de fuentes inglesas y alemanas (Coleridge, los filósofos del Sentido Común, A. W. Schlegel, quizá Kant y Schiller)–, su influencia ha sido inmensa. Sus reseñas de Hawthorne lo señalan como el primer teórico significativo del cuento moderno. [...] Robert L. Stevenson, Jorge L. Borges y Vladimir Nabokov han usado los cuentos de Poe como pretextos para sus propios experimentos literarios».

 

 

Legado e influencia

 

El alcance de la influencia de Poe en todos los ámbitos literarios es inabarcable. El crítico David Galloway ha resaltado que la misma se basa en «la fuerza de su profunda inteligencia creadora que pudo hacer cristalizar actitudes, técnicas e ideas que nos parecen particularmente modernas». El estudioso español Félix Martín menciona concretamente sus repercusiones en el simbolismo francés, en la estética del decadentismo inglés, en la ficción detectivesca, en el desarrollo de la figura narrativa del Doppelgänger (el doble), así como en las teorías formalistas y estructuralistas contemporáneas. Otras influencias igualmente patentes: su incidencia en la ciencia-ficción y la literatura terrorífica, en el absurdismo grotesco del gótico sureño, su impacto estético entre los transcendentalistas norteamericanos, y el alcance de su filosofía científica y de sus conocimientos psicológicos y parapsicológicos, así como el de su crítica literaria.

 

Durante toda su vida, Poe fue principalmente reconocido como crítico literario. Su amigo, también crítico, James Russell Lowell, lo llamó «el crítico más exigente, filosófico y sin miedo a obras imaginativas que ha escrito en América», aunque se preguntaba si alguna vez utilizaba ácido prúsico en lugar de tinta. Lowell llegó también a afirmar: «No conocemos a nadie que haya desplegado unas habilidades más variadas y sorprendentes.» También muy conocido en su tiempo como escritor de ficción, fue uno de los primeros autores estadounidenses del siglo XIX en llegar a ser más popular en Europa que en su país. El respeto que se le tiene en Francia es debido principalmente a las tempranas traducciones de su obra por parte de Charles Baudelaire, traducciones que pronto fueron consideradas definitivas en toda Europa.

 

Las obras policíacas de Poe protagonizadas por el ficticio C. Auguste Dupin, iluminaron directa y decisivamente toda la literatura del género posterior. Sir Arthur Conan Doyle, padre de Sherlock Holmes, declaró: «Cada una de estas obras constituye una raíz de la que ha brotado toda una literatura. [...] ¿Dónde estaba la literatura policíaca antes de que Poe le insuflara el aliento de vida.» La asociación Mystery Writers of America ha denominado en su memoria a sus más importantes galardones los Edgars.

 

Poe también influyó de forma decisiva en la ciencia-ficción, muy notablemente en el francés Julio Verne, quien escribió una secuela de la novela poeana La narración de Arthur Gordon Pym. Verne la tituló La esfinge de los hielos. El autor británico de ciencia-ficción H. G. Wells apuntó que «Pym narra todo aquello que una inteligencia de primer orden era capaz de imaginar sobre el Polo Sur hace un siglo». Ya en el siglo XX, escritores de terror y ciencia-ficción tan importantes como H. P. Lovecraft y Ray Bradbury se han inspirado abiertamente en Poe.

 

Al igual que otros artistas célebres, sus obras han conocido multitud de imitadores. Una corriente muy interesante es la de aquellos clarividentes o personas con poderes paranormales que se autoproclaman canales de ultratumba de la voz poética de Poe. Uno de los más singulares fue la poetisa Lizzie Doten, quien, en 1863, publicó Poems from the Inner Life (Poemas de la vida interior), libro en que aparecen presuntos poemas recibidos del espíritu de Poe. Estas piezas no eran más que refritos de poemas como "The Bells", pero reflejando una nueva y positiva significación.

 

Kevin J. Hayes, editor de The Cambridge Companion to Edgar Allan Poe, lo define, en el contexto del siglo XIX, como un anticipador "único" del arte moderno y del "arte por el arte", que dominaron el siglo posterior, y menciona, con abundancia de datos, solo a algunos de los artistas plásticos a los que influyó decisivamente: Edward Hopper, Édouard Manet, Odilon Redon, Paul Gauguin, Max Ernst, Salvador Dalí, Alberto Martini, René Magritte, Marcel Duchamp, a los expresionistas alemanes, a los cineastas Alfred Hitchcock y Robert Wiene, etc.

 

Poe no logró suscitar en España el extraordinario interés que despertó en Francia, pero es muy conocido su peso en el marco de la narrativa hispanoamericana, con Cortázar y Borges a la cabeza. Según Félix Martín, «La constante reedición de su obra narrativa, sin embargo, es indudablemente la prueba más fehaciente de que Poe continúa ejerciendo una influencia poderosa y magnética sobre el lector español. La escasez de estudios críticos en castellano merecería ser disculpada por este motivo».

 

En 2009, uno de los primeros ejemplares de su libro Tamerlane and Other Poems (se cree que solo se conservan doce en todo el mundo), fue vendido por un precio récord en la literatura estadounidense: 662.500 dólares. Se ha calculado que, a lo largo de su vida, Poe no obtuvo más allá de trescientos dólares por toda su obra editada.

 

 

En español

 

Jorge Luis Borges escribió en 1949: «En la neurosis, como en otras desdichas, podemos ver un artificio del individuo para lograr un fin. La neurosis de Poe le habría servido para renovar el cuento fantástico, para multiplicar las formas literarias del horror. También cabría decir que Poe sacrificó la vida a la obra, el destino mortal al destino póstumo. [...] Poe indisolublemente pertenece a la historia de las letras occidentales, que no se comprende sin él. También, y esto es más importante y más íntimo, pertenece a lo intemporal y a lo eterno, por algún verso y por muchas páginas incomparables. De éstas yo destacaría las últimas del Relato de Arthur Gordon Pym de Nantucket, que es una sistemática pesadilla cuyo tema secreto es el color blanco». Entre sus relatos, destaca Borges "La verdad sobre el caso del señor Valdemar", "Un descenso al Maelström", "El pozo y el péndulo", "Manuscrito encontrado en una botella" y "El hombre de la multitud". El escritor argentino dedicó un soneto a Poe, que se abre: «Pompas del mármol, negra anatomía / que ultrajan los gusanos sepulcrales, / del triunfo de la muerte los glaciales / símbolos congregó. No los temía».

 

Rubén Darío, en su libro Los raros, calificó a Poe de «príncipe de los poetas malditos». Añadió: «La influencia de Poe en el arte universal ha sido suficientemente honda y transcendente para que su nombre y su obra sean a la continua recordados. Desde su muerte acá, no hay año casi en que, ya en el libro o en la revista, no se ocupen del excelso poeta americano, críticos, ensayistas y poetas. La obra de Ingram iluminó la vida del hombre; nada puede aumentar la gloria del soñador maravilloso».

 

Carlos Obligado explica las muchas antipatías que despertó: por su crítica sagaz y mordiente, por el amoralismo de su arte, «por sus inconcebibles blasfemias contra la democracia y contra su inteligente dogma consubstancial de que cualquiera tiempo futuro será mejor». Poe transmitió un «timbre peculiar y hasta normas constructivas a la poesía intelectual y densa de significación que culmina en la hora presente».

 

Uno de los grandes conocedores del autor, Julio Cortázar, subraya en la obra del bostoniano un rasgo esencial: «De la totalidad de elementos que integran su obra, sea poesía, sean cuentos, la noción de anormalidad se destaca con violencia. A veces es un idealismo angélico, una visión asexual de mujeres radiantes y benéficas; a veces esas mismas mujeres incitan al entierro en vida o a la profanación de una tumba, y el halo angélico se cambia por un aura de misterio, de enfermedad fatal, de revelación inexpresable; a veces hay un festín de caníbales en un barco a la deriva, un globo que atraviesa el Atlántico en cinco días, o la llegada a la Luna después de asombrosas experiencias. Pero nada, diurno o nocturno, feliz o desgraciado, es normal en el sentido corriente, que incluso aplicamos a las anormalidades vulgares que nos rodean y nos dominan y que ya casi no consideramos como tales. Lo anormal, en Poe, pertenece siempre a la gran especie».

 

Martín de Riquer y José María Valverde escriben: «Poe, en su matemática tiniebla, ha cantado Neruda, expresando ese singular pero esencial contraste de la frialdad analítica de su reflexión con su fondo de misterio, unidas ambas cosas en una sola sugestión: la exactitud, contemplada en un vacío, acaba teniendo carácter de horror mágico». Recuerdan asimismo el testimonio de admiración de Antonio Machado, para quien Poe se sale del Romanticismo «por su conciencia de efimeridad» y porque «prescinde de mensajes metafísicos y de tendencias místicas para atender solo al funcionamiento intrínseco de la poesía: preludia, pues, l'art pour l'lart y la objetividad literaria». Y la sentencia del poeta sevillano: el XIX se caracterizó por ser «el siglo lírico que acentuó con un adverbio temporal su mejor poema», en referencia al 'Nunca más' de "El Cuervo".

 

Es muy conocida la adscripción poeana del uruguayo Horacio Quiroga. En el "Decálogo del perfecto cuentista" de este autor, el primer mandamiento reza lo siguiente: «Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chéjov— como en Dios mismo».

 

Sobre la llamativa diversidad artística del autor, Domingo Santos señala: «La variada obra de Poe no puede considerarse de forma desgajada. Es, quizá, una de las obras más coherentes que hayan salido jamás de la pluma de un solo hombre, quizá porque refleja, como pocas veces haya reflejado en otras ocasiones, la personalidad de su autor».

 

Según Mauro Armiño, este autor dignificó el cuento frente a la novela: «Poe fija de forma rigurosa y clara bases que permiten diferenciar un cuento de cualquier otra forma genérica. [...] No estamos ante cuentos "bien escritos", entendiendo por ello una acaramelada literatura ornamental y vacua, sino ante cuentos escritos para que el lector [...] quede sometido al dominio del autor».

 

Sobre el Poe ensayista de "Filosofía de la composición", escribió el filósofo español Fernando Savater: «¿Qué pensar de esta sorprendente desmitificación de las musas que, según tradición, soplan en la frente de los poetas? Lo más obvio es declarar este texto como un ingenioso tour de force, en el que, a partir del poema ya compuesto, Poe deduce el funcionamiento de cada una de sus partes sobre el ánimo del impresionado lector, fingiendo que todo estaba previsto; esta opinión está confirmada por el mismo Poe que declaró su escrito —y me extraña que Cortázar no lo mencione— "a mere hoax", una simple mixtificación». Sobre los apuntes de Marginalia: «Aquí triunfa su gusto arbitrario, pero siempre razonado a su modo; su erudición apócrifa, en la que precede a Borges; su concepción elevada y valerosa de la vida».

 

Carlos Fuentes entrevé en las fantasías del bostoniano: «Despojadas de sus ropajes góticos, las narraciones de Poe ocurren en un turbio amanecer del mundo. En esa aurora que aún no abandona la noche, ni nos permite creer que ella nos ha abandonado, empiezan a surgir formas terribles de soportar. Los muertos escuchan. Las tumbas se abren. Los fantasmas tocan con los nudillos a la entrada de los sepulcros. "Poe -escribe Paul Valéry- crea la forma a partir de la nada"».