LA RUTA QUETZAL, NAVEGANDO POR EL CANAL DE LA ALEGRÍA
Medio Ambiente

LA RUTA QUETZAL, NAVEGANDO POR EL CANAL DE LA ALEGRÍA

 

 

08/07/2013 Fuente efeverde. Una de las canciones que más ha sonado en el seno de la Ruta Quetzal BBVA durante las casi tres semanas de viaje por tierras panameñas ha sido “Tamborito”, cuyo estribillo, “Yo quiero que tú me lleves / al tambor de la alegría” ha sido repetido constantemente por los expedicionarios.

 

Parafraseando ese tema, bien podría decirse que hoy el Canal de Panamá se convirtió en el Canal de la alegría, por el que los ruteros que aún permanecían en el istmo -ayer voló hacia Madrid una parte de la expedición para iniciar el periplo europeo- pudieron navegar al tiempo que hacían balance de este arranque americano de la XXVIII edición de la Ruta Quetzal BBVA.

 

“No hay palabras. Es todo tan intenso que no hay mucho que decir. La valoración es más que positiva”, comenta a Efe Rocío Sánchez, una “rutera” procedente de Valencia que lleva casi 10 años estudiando saxofón en el Conservatorio y que ofreció un solo con este instrumento hace unos días en Portobelo.

 

El “Atlas III” fue el barco que hoy trasladó a la expedición de la Ruta Quetzal BBVA por el Canal de Panamá entre las esclusas de Pedro Miguel y de Miraflores, antes de que los jóvenes recibieran una conferencia a cargo del ingeniero industrial Nicolás Alberto Solano, gerente ejecutivo interino de la División de Recursos de Tránsito y División de Mantenimiento de Flotas.

 

En medio de un ambiente de despedida de Panamá, pero de bienvenida al recorrido que efectuarán a partir de mañana por la Unión Europea (España, Bélgica y un breve paso por París), los jóvenes disfrutaron de este prodigio de ingeniería, inaugurado en 1904.

 

 

Al tiempo que portaban las banderas de sus respectivos países por todo el barco y dejaban dedicatorias en los anuarios y en los diarios de viaje de sus compañeros, los “ruteros” fotografiaban la maravilla técnica que supone el llenado de agua de la cámara que permite que el barco se eleve 85 pies (25 metros) sobre el nivel del mar hasta alcanzar el mismo del lago Gatún.

 

 

 

Antiguos “ruteros”

 

En medio de tanta alegría, dos jóvenes tenían que despedirse hoy de los expedicionarios. Eran Juan Alberto Cajar y Diwigdi Valiente, dos antiguos ruteros que este año, como ya hicieran en 2008, cuando la Ruta Quetzal BBVA también visitó Panamá, participaron como monitores de apoyo.

 

“Ver crecer a los chicos cuando uno no está en la Ruta es tanto viaje, tanta vorágine de experiencia… Verlo de afuera es una experiencia preciosa, única”, asevera a Efe Juan Alberto, que prepara una tesis sobre Desarrollo de Políticas Públicas dentro de sus actuales estudios de Relaciones Internacionales.

 

Este panameño, que fue “rutero” en 2005, destaca que los chicos “van a sentir, vivir, percibir todo; son como esponjitas que van a absorber todo” y define esta expedición académico-cultural como “una ventana al mundo”.

 

“Me di cuenta de que hay un mundo fuera que es diferente y que incluso puede ser contrario a uno, pero hay que saber tolerar sin dejar de ser uno mismo”, ratifica.

 

Mientras, su compañero de tareas Diwigdi presume del emprendimiento que, según confiesa, tuvo su origen en la Ruta Quetzal BBVA en la que participó (2006), porque ahí empezó a dibujar.

 

Tras estudiar Hostelería y Turismo, se formó en Diseño de Moda y en la actualidad diseña ropa que combina las tendencias occidentales con el tejido de las molas, artesanía de los indios kuna, “para preservar el conocimiento y la difusión de su cultura”, explica.

 

 

 

Esta etapa termina en Miraflores

 

Expedicionarios, monitores, equipo médico, periodistas y profesores se arremolinan tanto en las barandillas de proa y de popa como en las de babor y estribor, admirando la estela que va dejando el barco y, sobre todo, cómo se aproximan las compuertas de Miraflores, donde concluye el viaje.

 

La Ruta Quetzal BBVA “ha enseñado a los chicos que las adversidades que hemos encontrado en el camino ha sido lo que nos ha hecho más fuertes”, explica a Efe Nuria Palao, gestora de Formación del Canal de Isabel II Gestión, entre cuyas tareas figura la formación de Canal Voluntarios.

 

Esta madrileña destaca el valor de la fuerza y de la solidaridad en el camino “porque el de al lado es el que te da la fuerza”, algo que, como confiesa, ha sentido incluso ella durante esta edición.

 

La travesía por el Canal llegó a su fin y los jóvenes siguieron desparramando su jovialidad por el aeropuerto. Solo uno de ellos lamentará haber perdido su diario de viaje, que cayó al agua durante el trayecto, repleto de recuerdos panameños y, por supuesto, de mucha alegría.