Historia Antigua IX
Bienes arqueológicos, paleontológicos

Historia Antigua IX

 

 

15/09/2014 Fuente historiayarqueologia. Ruinas Romanas de Caparra

 

 Es posible que el nombre de esta ciudad correspondiera ya a un asentamiento prerromano de las inmediaciones. Pero lo que hoy son las ruinas de una ciudad romana corresponden a una de las entidades de población de carácter estipendiario citadas por Plinio dentro de la Lusitania: los caparenses y convertida en los últimos años del siglo I d. C. en el municipium flavium caparensis, tal como se refleja en una inscripción.

 

     La municipalización flavia sirvió para revitalizar a Caparra con nuevas construcciones monumentales propias de la nueva situación a la que había ascendido. Fruto de ella son las modificaciones realizadas en el foro y otras áreas y la instalación de la curia y la basílica en espacios que anteriormente cumplían otras funciones. No obstante, sería posible observar dos fases en esta ornamentación urbana llevada a cabo a partir de su conversión en municipio. La primera, más temprana realizada en granito, mientras que en la segunda se utilizaría ya el mármol y correspondería ya al siglo II, tal como puede advertirse del análisis de las inscripciones. Dentro de la primera habría que incluir el tetrapylon, el nymphaeum y el edículo dedicado a Trebaruna, mientras que en la segunda se incluiría la conversión del espacio porticado en una galería local de summi viri con pedestales y estatuas.

 

     La nueva situación política local llevó a algunos de sus ciudadanos a materializar esos proyectos de monumentalización. Uno de ellos de carácter ornamental y simbólico más que funcional fue la construcción de un tetrapylon en el punto en que el kardo se encuentra con el decumanus, justo donde se hallaba en el acceso al foro. Este edificio se convirtió, milagrosamente, en el único que resultó indemne del proceso de formación de la ruina de la antigua ciudad. Acaso ya desde entonces se convirtió en el icono de la ciudad, tal como lo sigue siendo en la actualidad. Está formado por cuatro pilares realizados en sillares de granito y núcleo de opus caementicium que dejan paso a cuatro arcos enfrentados dos a dos. De esos mismos cuatro pilares arranca una bóveda de arista que sostiene un ático, la zona más deteriorada actualmente. Dos de esos pilares sirvieron de soporte a dos inscripciones, de las que en la actualidad sólo se conserva una. En ella se cita al ciudadanoM.Fidius Macer, que lo dedica a su madre, Bolosea Pelli f. y a su padre, Fidius Macri f. La otra la dedicó a su esposa, Iulia Luperca Luperci f. y ha desaparecido. Del constructor se conoce otra mención cuando era praefectum fabrum y dedicó un posible aediculum a la diosa lusitana Trebaruna. Según esta inscripción en tabula ansata, con anterioridad había ocupado otros cargos municipales: en dos ocasiones magister y en otras dos duumvir.

 

  Éste no es el único caso en que se observa la actividad propagandística de los nuevos cargos municipales. En 1929 se encontró un pedestal de mármol con una dedicación a Iupiter por Valerius Vegetinus. Dos fragmentos de una inscripción monumental perteneciente a un nymphaeum citan a un Albinus como constructor de un aqua augusta en la que por primera vez se halla la mención de municipium flavium caparensis. Es posible que a ese mismo comportamiento propagandístico personal se deba la construcción de un anfiteatro situado extramuros de la ciudad y de las termas públicas frente al foro.

 

     Este espacio se encuentra flanqueado por una galería porticada y por un edificio en bloque. En el primero de ellos se instaló la basílica con la adición de un aediculum-tribunal y allí se colocaron numerosas basas para soportar pedestales incluso togados, como el que se conserva en Casablanca. Entre las inscripciones se hallaba un grupo formado por tres pedestales dedicados por Cocceia Severa que se repartieron por diversos lugares a partir de la Edad Media. Uno de ellos se encuentra en una portada de los jardines del palacio de los duques de alba en Abadía y otras dos fueron a parar a la colección formada en el siglo XVI en la Casa del Deán en Plasencia y que antes habían sido descritas por Accursius en Oliva de Plasencia. De ellas, la primera ha desaparecido y la otra se halla en el Museo Arqueológico Nacional procedente del castillo de Las Navas del Marqués. Las dimensiones coinciden con las bases situadas en dicha galería. Durante las excavaciones de 1993 se halló una inscripción honorífica, la de P. Me[…] Ligu[…].T.

 

     La curia en la actualidad sólo conserva dos pavimentos laterales de opus signinum y el emplazamiento de dos sillares que sostuvieron sendas columnas y un cancel que sirvió para separar el espacio de la curia de otro precedente. Las excavaciones que realizó Floriano permitieron conocer la existencia de una plataforma a la que se accedía por dos grupos de escaleras situadas en los laterales. Recientemente hemos podido comprobar la presencia de un pavimento en la zona central que actuaría a modo de pasillo.

 

     En el frente principal hubo tres templos, cuyos ejes longitudinales coinciden con los tres accesos a la plaza del foro, correspondiendo el central con el mismo eje del kardo y del tetrapylon. Este templo fue tetrástilo y debió de ser reedificado en época flavia, a juzgar por el empleo de materiales amortizados.

 

     En el siglo III aún se mantenían la actividad municipal, ya que a esa época pertenece la inscripción sobre un pedestal dedicada a Iulia Domma por el senado local que fue llevada a Ledesma por Gaspar de Castro.

 

     A fines este siglo o comienzos del siguiente existen ya síntomas de privatización de áreas públicas, en especial en el foro. Allí se construyó un horno en el que se fundirían elementos de bronce o acaso se realizó para aprovechar los numerosos mármoles para utilizarlos como cal. Igualmente se observan cimentaciones de edificios que no siguen las pautas marcadas por las construcciones previas, lo que evidenciaría su estado ruinoso.

 

         Las ruinas de la ciudad amurallada ocupan aproximadamente 16 ha. Sin embargo es muy posible que la población rebasara dicho perímetro y su extensión fuera mucho mayor, pues se la consideraba de una importancia similar a la de los principales núcleos urbanos situados entre el río Tajo y la Sierra de Gredos, como Caurium (Coria), Augustóbriga (Talavera la Vieja) o Egitania (Idanha-a-Velha).

 

La existencia de Cáparra está documentada desde la antigüedad. Ptolomeo habla de ella como parte del territorio de los vetones, aunque otros historiadores, entre ellos, Plinio, lo hacen dentro del de los lusitanos, por lo que se pudiera ser que la ciudad estuviera en el límite entre ambos pueblos. Ya a principios del siglo I d.C., la ciudad se protegió con una muralla que sería reforzada alrededor del siglo IV.

 

Con el Edicto de Latinidad dado por el emperador Vespasiano en el año 74 d.C. para las provincias hispanas, Cáparra se convirtió en municipio de derecho latino, adquiriendo sus habitantes la ciudadanía romana, dando lugar a un período de desarrollo urbano del que quedan numerosos restos, incluido su arco. A esta época pertenecen las modificaciones realizadas en el foro y otras áreas y la instalación de la curia y la basílica en espacios que anteriormente cumplían otras funciones. Dentro de este período de ornamentación urbana, se observan dos fases. Una inicial, realizada con granito, dentro que la que se incluyen la construcción del tetrapylum o del nymphaeum; y una posterior, ya en el siglo II, en la que se utilizó el mármol y en la que se incluiría la conversión del espacio porticado en una galería local de summi viri con pedestales y estatuas.

 

Con la caída del imperio, la ciudad sufrió una crisis que se intensificó en la Alta Edad Media, comenzando a despoblarse. No hay noticias sobre ella en época visigoda. Su abandono se acentuó con la invasión musulmana, como resultado de la pérdida de interés de este enclave por la situación geográfica en la línea fronteriza cristiana/musulmana o porque la Vía de la Plata dejó de ser transitada por factores político-militares.

 

Tampoco hay indicios de repoblación una vez que, siglos más tarde, su territorio fuera reconquistado por los cristianos. Durante el Renacimiento, dentro del interés general hacia lo clásico, se menciona a Cáparra en un texto de Accursio de 1527, junto a un dibujo de su arco en el que se puede apreciar que su estado era similar al actual. Por aquel entonces, había una venta del camino para uso de viajeros que perduró hasta principios del siglo XX con el nombre de Ventas de Cáparra, tratándose siempre como un despoblado. A lo largo de todo ese período ha habido numerosas descripciones y estudios realizados por estudiosos que lo visitaron.

 

El arco de Cáparra.

 

Es la construcción más importante de las que se han conservado. Se trata de un arco cuadriforme, un tetrapylum, único en España de sus características. De carácter ornamental y simbólico más que funcional, se emplazó en el centro de la población, y es muy probable que en él confluyeran el Cardo y el Decumano, las dos calles principales de la ciudad. Está rodeado por el Foro y los baños públicos, además de por otras construcciones relevantes.

 

El monumento se encuentra bien documentado, gracias a las inscripciones que hay en él y que lo fechan en la época Flavia, a finales del siglo I de nuestra era, además de relacionarlo con Fidius Macer, personaje relevante de la ciudad, como la persona que lo mandó erigir.

 

Sus dimensiones en planta son de 8,60 m por 7,35 m; su altura original se estima en 13,30 m. La construcción se eleva sobre cuatro pilares realizados con sillares de granito y núcleo de opus caementicium que soportan cuatro arcos de medio punto adornados con una moldura en su trasdós, enfrentados dos a dos y cuya intersección conforma una bóveda de arista que sostiene un ático, la zona más deteriorada actualmente (se aprecia en las fotos su núcleo de hormigón). Cada pilar se asienta sobre un basamento rematado por una cornisa. Los alzados al decumanus disponen de dos pedestales adosados que, en su momento, sirvieron de base a esculturas hoy perdidas, posiblemente retratos ecuestres dadas sus dimensiones.

 

Las termas públicas.

 

Las termas públicas de Cáparra se localizan junto al decumanus y el arco. Se comenzaron a construir en la época Flavia. Se trata de un edificio de planta prácticamente cuadrada, de alrededor de 35 m de lado. La zona de los baño está situada en su centro, rodeada por el resto dependencias que forman el conjunto termal. Por el lado sur está la Palestra, y por el lado norte hay varias tabernae, posiblemente almacenes de leña u oficinas administrativas. Tenía su acceso por el lado suroeste, en una calles paralela al cardus.

 

El foro.

 

Se encontraba al norte del decumanus y se accedía a él a través del tetrapylum y de otras dos entradas. Su planta es rectangular, con una plaza en su centro de 66 x 31 m, rodeada por los principales edificios públicos: la basílica, a la izquierda; la curia, a la derecha; y tres templos, situados al fondo. Era el espacio principal de Cáparra en la época imperial. Se sabe, por las inscripciones encontradas, que en el siglo III aún se mantenía la actividad municipal. Sin embargo, a finales de dicho siglo y comienzos del siglo IV se encuentran restos que indican una privatización de las áreas públicas de la ciudad consecuencia de su declive. En el foro quedan restos de un horno que bien pudo ser utilizado para fundir elementos de bronce o para convertir los mármoles en cal. También hay resto de cimentaciones de edificios que no mantienen la trama de las edificaciones imperiales, evidenciando el estado ruinoso de éstas