Museo del Prado 2. Segunda y última entrega
Biografía

Museo del Prado 2. Segunda y última entrega

 

 

De interés general

 

 

Fuente Wikipedia. Pintura holandesa

 

Artículo principal: Pintura holandesa del Museo del Prado.

 

Categoría principal: Pintura holandesa del Museo del Prado.

 

 

Bodegón con vasos de cristal y limón, de Willem Claesz. Heda (legado Fernández-Durán).

 

La continua hostilidad (en muchas ocasiones guerra abierta) entre España y las Provincias Unidas tras la separación de éstas en 1581 dificultó extraordinariamente la llegada a España de pintura del siglo XVII de dicho país, el período de mayor esplendor de esta escuela, a lo que contribuyó además el rumbo tomado por la pintura neerlandesa tras la independencia, buscando un estilo propio que se apartaba y en muchos casos era incluso antagónico del ideal clasicista, lo que hizo que durante largo tiempo no resultara del gusto de los coleccionistas, no sólo de España, sino también de otros países en los que el arte clásico seguía teniendo gran vigencia, como Francia e Italia.

 

Así, mientras los coleccionistas españoles se inclinaban mayoritariamente por obras religiosas y mitológicas, en Holanda tuvieron un gran auge los géneros del paisaje, las marinas, los bodegones y las escenas costumbristas, adquiridos por una burguesía que deseaba de ese modo expresar su identificación con su tierra y con su estilo de vida. Todo ello redundó en que la colección del Museo del Prado no sea especialmente extensa, faltando además en ella nombres fundamentales como Johannes Vermeer y Frans Hals. La mayor parte de las obras que posee el Prado proceden de la Colección Real y casi todas fueron adquiridas ya en el siglo XVIII, especialmente por parte de Felipe V y su segunda esposa, Isabel de Farnesio.

 

La pintura holandesa cuenta con cien obras, casi todas del siglo XVII,76 77 entre las que destaca un importante cuadro de Rembrandt: Judit en el banquete de Holofernes, antes identificado como Artemisa recibiendo las cenizas de Mausolo o como Sofonisba recibiendo la copa de veneno. Se trata de una de las obras maestras del periodo temprano de Rembrandt, que parece retratar a su mujer Saskia en la figura femenina principal.

 

El fondo holandés incluye también un bodegón de Pieter Claesz. y tres de Willem Claesz. Heda, los cuatro procedentes del legado Fernández-Durán, y obras del también bodegonista Jan Davidszoon de Heem, un raro ejemplo de este género de Gabriël Metsu, un retrato de Gerard ter Borch, varias obras del costumbrista Adriaen van Ostade, el claroscurista Mathias Stomer, los paisajistas Herman van Swanevelt y Jacob van Ruysdael (atribución dudosa), el pintor de animales Paulus Potter, los italianizantes Salomon de Bray y Jan Both y una importante serie de Philips Wouwerman. Esta colección ha sido objeto de una exposición y de la publicación del primer catálogo razonado de la misma en diciembre de 2009.

 

 

 

Pintura británica

 

 

John Fane, X conde de Westmoreland, c. 1806, de Thomas Lawrence.

 

Artículo principal: Pintura británica del Museo del Prado.

 

La histórica rivalidad entre España y el Reino Unido, que arranca en el siglo XVI con la subida al trono de Isabel I de Inglaterra y su definitiva separación de la Iglesia de Roma, no contribuyó precisamente a facilitar la adquisición de obras de arte británicas por la Monarquía española (no obstante, en Madrid hay una representación relativamente amplia de esta escuela en el Museo Lázaro Galdiano, de fundación privada).

 

Ello redundó en que la sección de pintura inglesa del Museo del Prado sea pequeña, tan solo veinticinco obras (además de otras dos de atribución dudosa) de quince pintores (o diecisiete). Además es de escasa variedad, puesto que la gran mayoría son retratos realizados entre la segunda mitad del siglo XVIII y la primera del XIX, y está constituida por piezas de cierta calidad pero poco representativas, excepto en el caso de las de Thomas Lawrence. Los cuadros que hay llegaron mediante algunas compras y varias donaciones, dos a finales del siglo XIX y el resto en el XX.

 

La colección del Prado está compuesta por obras fechadas en la segunda mitad del siglo XVIII y en el siglo XIX. Faltan en ella Joseph Wright of Derby, el destacado renovador William Hogarth y el visionario William Blake, así como los grandes nombres del paisajismo inglés (Turner, Constable), pero sí hay en cambio algunos ejemplos de la obra de los principales retratistas. En la nómina figuran Thomas Gainsborough, Joshua Reynolds, Lawrence, George Romney, Francis Cotes, Henry Raeburn y John Hoppner, entre otros. Por otro lado, cuenta con cuatro vistas de distintos puntos de España del pintor del romanticismo David Roberts, que fueron adquiriéndose a lo largo del pasado siglo. Finalmente, del prerrafaelismo, ya en la época victoriana, el Museo tiene un espectacular lienzo del neerlandés afincado en el Reino Unido Lawrence Alma-Tadema, Escena pompeyana o La siesta, que ingresó en 1887 por donación de Ernesto Gambart.

 

Dibujos y estampas

 

Categoría principal: Dibujos del Museo del Prado.

 

 

Marte, dibujo preparatorio de Francisco Bayeu para El Olimpo: batalla con los gigantes.

 

El Gabinete de dibujos y estampas del Museo se ubica desde 2007 en el Edificio Jerónimos. Debido a que en general las obras sobre papel sufren un desgaste al estar expuestas a la luz (ya sean dibujos, grabados, acuarelas o incluso libros), estas piezas únicamente pueden mostrarse al público con una iluminación muy atenuada y durante periodos de tiempo limitados (tres-seis meses), por lo que habitualmente son accesibles solo a los investigadores.

 

Sobresale la colección de dibujos de Goya, la más amplia del mundo. Junto a ella, la colección de dibujos españoles del siglo XIX, con más de 3.000 obras originales, es de extraordinaria importancia. Los fondos anteriores a 1600 son más limitados, pero incluyen un gran dibujo de Juan Guas sumamente raro, procedente del Museo de la Trinidad, que representa la capilla mayor del Monasterio de San Juan de los Reyes de Toledo, por él diseñado. Otros artistas españoles representados en la colección son Francisco Pacheco, del que se conserva un excepcional Juicio Final, Vicente Carducho, con un importante boceto, La expulsión de los moriscos,nota 3 Alonso Cano, José de Ribera, Murillo, Francisco Bayeu y Fortuny, con varias acuarelas.

 

Las colecciones de dibujos extranjeros son más desiguales, aunque incluyen notables ejemplos italianos, de autores como Giorgio Vasari (San Lucas pintando a la Virgen), Polidoro da Caravaggio, Andrea del Sarto, Parmigianino, Guercino, Annibale Carracci y Lorenzo Tiepolo, del que hay un importante conjunto de pasteles. Se conservan varios dibujos de Miguel Ángel, procedentes del legado Fernández-Durán, dos de ellos preparatorios para la Capilla Sixtina, que fueron identificados en 2004. En cuanto a las escuelas del norte, son destacables dos bellos bocetos de Rubens, Los siete sabios de Grecia y El nacimiento de Apolo y Diana, además de una amplia colección de Mengs (diecinueve dibujos, uno de atribución dudosa). También sobresale una acuarela del sueco Anders Zorn.

 

Del Gabinete depende también el fondo de fotografía histórica, que centra su interés en instantáneas relacionadas con el Museo y sus colecciones.

 

Desde 2012 el Museo es miembro permanente del International Advisory Committee of Keepers of Public Collections of Graphic Art (Comité consultivo internacional de conservadores de colecciones públicas de arte gráfico), conocido como Club de los 50 luxes, en el que están representados los más importantes gabinetes de dibujos y estampas a nivel mundial.

 

Escultura

 

Artículo principal: Escultura del Museo del Prado.

 

Categoría principal: Escultura del Museo del Prado.

 

 

El Grupo de San Ildefonso, que representa a Orestes y Pílades. Es una obra romana hacia 10 a. C.

 

 

Fernando VII recibiendo los tributos de Minerva y las Bellas Artes, relieve que corona el pórtico dórico (occidental) del Museo. El detalle muestra el lado derecho del friso esculpido por Ramón Barba y completado por sus ayudantes varios años después de su muerte. Vemos al rey Fernando VII, rodeado de Minerva, Apolo, Mercurio y Neptuno.

 

La colección de escultura del Museo comprende más de 900 obras, además de casi 200 fragmentos escultóricos. Procede en su mayor parte de las antiguas colecciones reales, aunque completada en épocas recientes con adquisiciones, legados y donaciones. Entre éstas últimas destaca la de siete esculturas antiguas realizada en 1943 por el mexicano Marius de Zayas «como tributo de su familia a la Madre Patria», y la efectuada en 2000 por el pintor chileno Claudio Bravo, consistente en diecinueve esculturas greco-romanas. En cuanto a la escultura del siglo XIX procede en su mayor parte del extinto Museo de Arte Moderno, cuyos fondos decimonónicos pasaron al Prado en 1971.

 

Las primeras esculturas que se expusieron en el Museo, que entonces aún conservaba su denominación inicial de Real Museo de Pinturas, fueron la pareja Carlos IV, sedente, de Ramón Barba y María Luisa de Parma, sedente, de José Álvarez Cubero, que fueron mostradas al público entre el 22 de enero y el 5 de febrero de 1827.

 

Es muy destacable el fondo de esculturas antiguas, sobre todo obras romanas, aunque también algunos originales griegos, que se adquirieron para decorar los Reales Sitios. Hay raros ejemplos de escultura griega arcaica, así como versiones muy importantes del Diadúmeno de Policleto, Venus púdica (Venus del Delfín), Ariadna dormida o la Atenea Párthenos de Fidias, copias romanas de los originales perdidos. Las obras romanas originales comprenden piezas tan destacadas como la Apoteosis de Claudio o el Grupo de San Ildefonso, obra maestra de la escultura imperial.

 

Destacan también las Musas que pertenecieron a Cristina de Suecia, y que tras la última ampliación se ubican en el recibidor oval, bajo la sala de Las Meninas.

 

El segundo grupo en importancia del fondo escultórico corresponde al Renacimiento. Hay ejemplos debidos a Juan de Bolonia, Bartolomeo Ammannati e incluso dos rarísimas tallas de El Greco, Epimeteo y Pandora. Pero destaca de este periodo el conjunto de esculturas debidas a los broncistas milaneses Leone y Pompeo Leoni, entre ellas la célebre Carlos V dominando el Furor. De épocas posteriores, sobresalen las esculturas compradas en Italia por Velázquez.

 

En las salas que se han abierto en 2009 dedicadas al siglo XIX se han incorporado algunas esculturas de este periodo. Entre los representados figuran José Álvarez Cubero, Ramón Barba, José Ginés, los hermanos Venancio y Agapito Vallmitjana, José Llimona, Jerónimo Suñol, Agustín Querol y Mariano Benlliure. Las obras de escultores extranjeros son escasas. Entre ellas hay dos antes atribuidas al italiano Antonio Canova, Venus y Marte, ahora adjudicada a su círculo, y Hebe, que actualmente se considera realizada por su más destacado discípulo, Adamo Tadolini, copiando un original del maestro. De los asimismo italianos Camillo Torreggiani y Vincenzo Gemito hay sendos bustos, respectivamente Isabel II, velada (para el que Torreggiani igualmente realizó el pedestal) y El pintor Mariano Fortuny y Marsal. También posee el Museo una escultura de Hermes, tradicionalmente considerada de la mano del danés Bertel Thorvaldsen y hoy asignada a su taller y por último una reducción de Amor y Psiquis, la obra más destacada del escultor sueco Johan Tobias Sergel, ejecutada por el propio maestro con la colaboración de su taller. Por otra parte hay, pero sin exponer, un mármol del irlandés John Henry Foley, Sir Charles Bennet Lawes Witteronge como Mercurio.

 

Artes decorativas

 

Artículo principal: Artes decorativas del Museo del Prado.

 

Categoría principal: Artes decorativas del Museo del Prado.

 

Vaso de la Montería (detalle), en cristal de roca grabado y tallado, una de las piezas del Tesoro del Delfín.

 

Además del Tesoro del Delfín, la sección de Artes decorativas del Museo consta de tapices, armaduras y porcelanas, así como de un conjunto de 804 medallas de los siglos XV al XIX y 946 monedas autónomas españolas legado por Pablo Bosch. También es muy notable la colección de piedras duras, una de las más importantes en todo el mundo.

 

El Tesoro del Delfín se denomina así por haber pertenecido a Luis de Francia, el Gran Delfín, que falleció durante una epidemia de viruela en 1711 sin haber llegado a reinar, siendo parte de él heredado al año siguiente por su segundo hijo, Felipe V de España. El primer Borbón español recibió 169 obras, un porcentaje no muy grande del total (698 inventariadas en 1689), pero que fueron seleccionadas entre las mejores de la colección. Sin embargo casi todas las actualmente existentes están mutiladas por los robos producidos durante la Invasión francesa y otro realizado a principios del siglo XX, que además redujeron su número a 120.

 

De ellas, 49 están realizadas en cristal de roca y las otras 71 en piedras duras (piedras semipreciosas como ágata, lapislázuli, calcedonia, jaspe, jade, serpentina o alabastro) y otros materiales, como conchas de nautilos. Las guarniciones son generalmente de oro, aunque también hay algunas de plata, tanto sobredorada como en su color, y frecuentemente van realzadas con ricos esmaltes y piedras finas (turquesas, amatistas, granates) y preciosas (diamantes, zafiros, esmeraldas y rubíes), además de perlas.

 

La mayor parte de las piezas son de los siglos XVI y XVII, de talleres parisinos e italianos (en el caso de las de cristal de roca, milaneses en concreto), aunque también hay ejemplares de la Antigua Roma, bizantinos, medievales e incluso de la Persia sasánida, el Imperio mogol y China.

 

Se muestran también algunos de los estuches de cuero en los que se guardaban estas piezas y que se realizaron reproduciendo exteriormente su forma con el fin de poder identificarlas sin necesidad de abrirlos (varios más se exhiben en el Museo Nacional de Artes Decorativas).

 

 

Taller italiano del siglo XVII: bandeja de piedra sanguina, bronce, oro y perlas.

 

La colección de piedras duras comprende tableros, consolas y paneles decorativos, tanto de la Real Fábrica del Buen Retiro (que además de dedicarse a la porcelana tenía también un taller dedicado a esta especialidad, el Real Laboratorio de Mosaicos y Piedras Duras del Buen Retiro); como de manufacturas italianas (Talleres Papales de Roma y Granducales de Florencia -la Galleria dei Lavori, también conocida como Opificio delle Pietre Dure-).

 

Estas piezas tienen su origen en la Antigua Roma, en el llamado opus sectile, o taracea de mármoles y piedras duras polícromas, una técnica rara y costosa que vivió su apogeo durante la época del emperador Augusto y que fue recuperada a mediados del siglo XVI en Florencia y la propia Roma. Dentro de esta colección destacan los dos tableros sostenidos por leones de bronce dorado, el Tablero de mesa de Felipe II y la Mesa de don Rodrigo Calderón, exhibidos en la Galería Central y restaurados en 2008.86 Los leones, cada uno de los cuales apoya una garra sobre una bola de caliza de color rojizo, fueron encargados por Velázquez durante su segundo viaje a Italia para decorar el Salón de los Espejos del antiguo Real Alcázar de Madrid, dado que a su cargo de Pintor de Cámara unía el de Aposentador Real.87 El conjunto original se componía de doce, realizados entre 1651 y 1652, de los que el Prado posee siete. Otros cuatro se conservan en el Salón del Trono del Palacio Real de Madrid, mientras que el restante sufrió daños muy graves en el incendio del Alcázar -1734- (el otro león que tiene el Museo es una copia de 2004 que ha sustituido a otra de 1837 que se encontraba muy deteriorada). Su modelo fue un león de Flaminio Vacca de 1594, a su vez copia de uno del siglo II d.C., ambos en aquella época en la Villa Medici de Roma. Fueron fundidos por Matteo Bonucelli da Lucca (también conocido en España como Matteo Bonarelli de Luca), fundidor ayudante de Bernini, y del que el Prado posee otras dos obras: la Venus de la concha y el famoso Hermafrodita que se expone en la sala de Las Meninas, éste último un caso excepcional, ya que la copia resultó de tanta calidad que superó al original.

 

El "Prado disperso"

 

Las excepcionales vicisitudes del Prado, concebido primero como Museo Real, elevado tras La Gloriosa a la categoría de Museo Nacional, que absorbió en 1872 los fondos del disuelto Museo de la Trinidad; junto a las donaciones, adquisiciones, legados, que se han ido suceciendo desde la fundación en 1819, han hecho que los límites físicos del Museo se vieran desbordados en muchas ocasiones.

 

Ya desde el mismo instante en que abrió sus puertas, el Museo tuvo que dedicar más espacio a los almacenes que a la propia exposición de obras.88 Esta situación se vio más complicada con la llegada de los fondos del Museo de la Trinidad, excepcionalmente cuantiosos y formados por grandes pinturas de altar en muchos casos, difíciles de exponer y almacenar. Hay que tener en cuenta que el edificio del museo no se concibió para albergar colecciones de pintura, sino como Gabinete y Academia de Ciencias.

 

De este modo, durante buena parte de los siglos XIX y XX, se siguió la política de ceder a diversas instituciones, en régimen de préstamo temporal, algunos de los fondos que habitualmente no podían exponerse por falta de espacio. Y si grave fue siempre la escasez de espacios en el Prado, mucho peor aún fue la situación del Museo de Arte Moderno, cuyas piezas del siglo XIX pasaron al Prado en 1971. A la considerable abundancia de fondos, entre los que figuraba un buen número de pinturas de gran formato, se unía un espacio disponible realmente reducido, pues al tener que compartir el Palacio de Bibliotecas y Museos con dos instituciones de la importancia de la Biblioteca Nacional y el Museo Arqueológico Nacional, la parte que se le asignó del mismo fue muy pequeña.

 

Tales cesiones no siempre siguieron criterios de pertinencia ni se controlaron mediante inventarios, de modo que realizar un catálogo de estos fondos ha sido una tarea ardua y difícil: la labor se vio completada en los años 90 del siglo XX con la aparición del Inventario General del Museo, en tres volúmenes.89 Hay que anotar que muchas de estas obras pasaron a museos provinciales o locales (como el museo Balaguer de Vilanova i la Geltrú), pero otras acabaron en oficinas, iglesias (por ejemplo, la Basílica de Covadonga) e incluso despachos particulares. Según la página web del Museo, del total de obras que posee el Prado, alrededor de 3100 se encuentran depositadas en diferentes instituciones, incluyendo algunas en el extranjero.

 

Con la reordenación de las colecciones consiguiente a la ampliación, la dirección del museo pretende concentrar y racionalizar estos depósitos de forma que se garantice tanto su exposición al público como su conservación. Para ello, con la cesión al Estado del Palacio de los Águila en Ávila y su adscripción al Prado, pretende crearse un Centro de Gestión de Depósitos en dicho inmueble, al que serían trasladados parte de los fondos, quedando el resto en los Museos Provinciales más destacados -véase sección Palacio de los Águila (Ávila)-. Este proyecto, que ha sufrido paralizaciones y demoras, está aún en fase de estudio y definición, y hasta que la rehabilitación de dicho inmueble no sea completada no será del todo efectiva.

 

Obras recibidas en depósito

 

 

San Jerónimo leyendo una carta, de Georges de La Tour, en depósito del Ministerio de Trabajo desde el año 2005.

 

Teniendo la mayor parte de sus propios fondos sin exponer, es obvio que las obras de terceros que el Museo acepta en depósito para exhibir en sus salas se circunscriben a piezas de muy alta calidad, siendo en consecuencia su número muy limitado. Casi todas estas pinturas prestadas pertenecen a otros organismos públicos, por lo que su permanencia en el Museo es bastante segura y la condición de préstamo es casi meramente técnica.

 

Entre ellas figuran obras tan significativas como la Mesa de los pecados capitales, El jardín de las delicias, ambas de El Bosco, El descendimiento de la cruz, de van der Weyden y El Lavatorio, de Tintoretto. Las cuatro proceden del Monasterio de El Escorial e ingresaron en el Prado en 1939, cuando regresaron a España de vuelta de Ginebra, donde habían sido trasladadas durante la Guerra Civil junto con las obras maestras del Museo y algunas de particulares (como La condesa de Chinchón, de Goya, propiedad entonces de los duques de Sueca). Dichas obras pertenecen realmente a Patrimonio Nacional y permanecen en el Prado en depósito (El descendimiento fue sustituido en El Escorial por una copia de Michel Coxcie propiedad del Prado).

 

Otra destacada pieza, incorporada recientemente (2005), es San Jerónimo leyendo una carta, de Georges de la Tour, identificada por José Milicua en una de las sedes del Instituto Cervantes, donde figuraba como obra anónima, y que fue depositada por el entonces Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. También están en depósito los seis fragmentos de las pinturas murales de la ermita de San Baudelio de Berlanga que el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (MET) dejó en depósito indefinido en 1957, a cambio del ábside de la iglesia de San Martín de Fuentidueña, un San Jerónimo penitente de El Greco propiedad de la Comunidad de Madrid y tres tondos con alegorías de Goya, La Agricultura, El Comercio y La Industria, depositados en 1932 por el entonces Ministerio de Marina, en un intercambio de obras con el Museo. Y desde 2013, por un periodo inicial de cinco años, La Virgen de la Leche, de Pedro Berruguete, cedida por el Ayuntamiento de Madrid.

 

Entre los depósitos de particulares destacan la Piedad, obra maestra de Sebastiano del Piombo, o La mujer barbuda, de José de Ribera (desde 2004), cedidas ambas por la Casa de Medinaceli; el único retrato conservado en España de Sandro Botticelli, el Retrato de Michele Marullo Tarcaniota, que perteneció a Francesc Cambó y que permanece depositado por su única hija, Helena, desde abril de 2004, el óleo Aníbal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes, de Goya, que quedará depositado durante seis años por la Fundación Selgas-Fagalde desde septiembre de 2011, y desde 2012, por un periodo de diez años, el retablo de los Gozos de Santa María o altar de los ángeles, de Jorge Inglés, la primera pintura hispanoflamenca castellana documentada de autor conocido, depositada por Íñigo de Arteaga y Martín, XIX duque del Infantado. También estuvo expuesto durante varios años El martirio de San Andrés, de Rubens, cedido por la Fundación Carlos de Amberes.

 

Sedes

 

Edificio Villanueva

 

Artículo principal: Edificio Villanueva del Museo del Prado.

 

 

Panorama del conjunto de edificios que integran el denominado Campus Prado, con el Edificio Villanueva en primer término, el Cubo de Moneo y el Edificio Aldeasa detrás de él, y, al fondo a la izquierda, el Salón de Reinos y el Casón del Buen Retiro.

 

El edificio diseñado por Juan de Villanueva, en su concepción original, está formado por un cuerpo central terminado en ábside, al que flanquean dos galerías alargadas que terminan en pabellones cuadrados, uno a cada extremo. Dicho esquema fue ampliamente modificado, primero para adaptar al uso de pinacoteca un edificio que había sido concebido para Real Gabinete de Historia Natural (luego Museo Nacional de Ciencias Naturales) y Academia de Ciencias, y después en las sucesivas ampliaciones que se fueron realizando, y que afectaron sobre todo a la fachada que mira a la iglesia de los Jerónimos.

 

El cuerpo central destaca en planta y en alzado por un gran pórtico compuesto por seis columnas de orden toscano, un entablamento, una cornisa y un ático que lo remata. Esta fachada es el acceso principal, orientado hacia el Paseo del Prado, y presenta la originalidad de no disponer sobre la columnata del característico frontón triangular, sino de uno con forma rectangular, adornado por un friso escultórico obra de Ramón Barba, representando una alegoría del rey Fernando VII como protector de las ciencias, las artes y la técnica. En su cara posterior, esta sección central termina en forma semicircular o absidial, de tal modo que su plano adopta forma basilical.

 

Originariamente, dicha estancia abarcaba las dos plantas de altura, y a finales del XIX se dividió en dos pisos. El inferior se dedicó inicialmente a escultura aunque en 1983 pasó a ser el auditorio — salón de actos, según proyecto de José María García de Paredes (el mismo arquitecto que hizo el Auditorio Nacional), y en la reforma de Moneo se transformó en recibidor (Sala de las Musas). La planta superior es la actual sala 12, presidida por Las Meninas.

 

Las dos galerías laterales tienen dos plantas en altura. La inferior con unos ventanales profundos y alargados que acaban en arco de medio punto y la superior con una galería de columnas jónicas (en la actualidad hay un tercer piso retranqueado, obra posterior).

 

La fachada norte presenta un pórtico con dos columnas jónicas y sobre ellas un entablamento liso. Esta fachada corresponde a la segunda planta del edificio. Cuando se construyó el edificio, la primera planta quedaba, por ese lado, bajo el nivel del terreno, que por aquella época bajaba en una pequeña cuesta hasta el paseo del Prado, hasta que más tarde se desmontó este desnivel hasta ponerlo a la misma altura que el suelo real del monumento. Hubo que construir una escalinata para su acceso (1882).

 

 

Vista de la fachada norte original del Museo del Prado (Entrada al Real Museo por el Lado de San Jerónimo, de Fernando Brambila).

 

La fachada sur (que da a la plaza de Murillo, frente al Jardín Botánico) está formada por un vano adintelado, de acceso al interior, y una logia o galería con seis columnas de orden corintio sobre las que se apoya un entablamento.

 

El interior del edificio es abovedado en sus salas centrales. El vestíbulo de la entrada norte está formado por una rotonda con ocho columnas jónicas cuya bóveda tiene decoración de casetones.

En el exterior, frente a la fachada principal, está ubicada la estatua de Velázquez, obra del escultor Aniceto Marinas, con pedestal de Vicente Lampérez (ambos autores realizaron su labor de manera gratuita). Tiene una dedicatoria: Los artistas españoles, por iniciativa del Círculo de Bellas Artes, 1899. Sustituyó al Monumento a Daoíz y Velarde, de Antonio Solá, y se inauguró el día 14 de junio de ese mismo año, con la presencia de la Reina Regente y de Alfonso XIII. Fue una ceremonia muy emotiva en la que se rindió homenaje y reconocimiento al gran pintor Velázquez y a la pintura española. Además de los reyes acudieron al acto:

 

Como delegados de Francia, los pintores Jean-Paul Laurens y Carolus-Duran. Depositaron coronas con cintas que llevaban los colores franceses y en las que podía leerse: «Au grand Velázquez, les peintres français».

 

Los embajadores de Alemania y del Imperio austrohúngaro.

 

Edward Poynter, director de la Academia Real (Royal Academy) y de la Galería Nacional (National Gallery) de Londres.

 

Mariano Benlliure, en nombre de los artistas de Roma.

 

Representación de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría y del Ayuntamiento de Sevilla.

 

Asociación de Escritores y Artistas.

 

Escuela de Bellas Artes de Madrid, Barcelona y Valladolid.

 

Sociedad de Arquitectura, Ayuntamiento, Diputación Provincial y Círculo de Bellas Artes de Madrid.

 

Existen además, junto a sus puertas principales, otros dos monumentos del siglo XIX, dedicados a Goya, obra del escultor valenciano Mariano Benlliure, y a Murillo, de Sabino de Medina, así como medallones en piedra representando a célebres artistas españoles (no solo pintores, sino también escultores y arquitectos) de diversas épocas, repartidos por la fachada occidental del edificio, la que da al Paseo del Prado.

 

Ampliaciones y reformas del edificio

 

 

La escalera central del Museo no se abrió hasta 1925. El edificio inicialmente solo tenía escaleras internas en los extremos, junto al patio en el sur y junto a la rotonda en el norte, ya que fue concebido originalmente para albergar a dos instituciones independientes: la Academia de Ciencias y el Real Gabinete de Historia Natural, con lo que las circulaciones entre plantas hubieran sido muy limitadas.

 

Entre las reformas más importantes del edificio concebido por Villanueva cabe citar, por orden cronológico, la de Narciso Pascual y Colomer, que diseñó la basílica y el ábside del cuerpo central (1853); la de Francisco Jareño, que desmontó la cuesta por la que se accedía a la fachada norte y creó una escalera monumental, abriendo ventanas en la parte baja (1882 y 1885); la de Fernando Arbós y Tremanti, que añadió una nueva crujía en la fachada este a cada lado del ábside (1911 — 1913 proyecto, 1914 — 1921 obra (dirigida tras su fallecimiento en 1916 por Amós Salvador)); la de Pedro Muguruza, entre 1943 y 1946, con una remodelación de la Galería Central y una nueva escalera para la fachada norte (que contó con bastantes críticas, ya que destruyó la espléndida escalera ideada por Jareño), con la intención de dar más luz a la zona de la cripta (además con anterioridad, en 1925, había realizado la escalera central del edificio); y la de Chueca Goitia y Lorente, que añadieron dieciséis nuevas salas mediante la construcción de una nueva crujía en la fachada oriental contigua a la de Arbós (1952 — 1953 proyecto, 1954 — 1956 obra). La incorporación del Casón del Buen Retiro, en un principio para albergar las colecciones de pintura de los siglos XIX y XX, se decidió en 1971.

 

Edificio Jerónimos

 

Artículo principal: El Cubo de Moneo.

 

Siguiendo el proyecto de Rafael Moneo, en 2007 se culminó la mayor ampliación del Museo en sus casi doscientos años de historia. Esta ampliación no supuso cambios sustanciales para el Edificio Villanueva, y se plasmó en una prolongación hacia el claustro de los Jerónimos (el llamado Cubo de Moneo) a fin de que el museo contase con espacio suficiente para sus crecientes necesidades. El incremento de la superficie disponible fue de 19.952 metros cuadrados, un 90,5%, pasando de 22.043 metros cuadrados a 41.995.

 

La conexión entre ambos edificios es subterránea (en el lado del Edificio Jerónimos), pues aprovecha y cubre el desnivel entre los Jerónimos (calle Ruiz de Alarcón) y el Paseo del Prado. Las mejoras más visibles de esta intervención incidieron en la atención al visitante (vestíbulo, bar-restaurante, taquillas, tienda), la ampliación de los espacios expositivos, con cuatro nuevas salas para exposiciones temporales en dos plantas y la habilitación del claustro como sala de escultura; un auditorio nuevo y una sala de conferencias, así como otros espacios de uso interno (restauración, almacenes y el Gabinete de dibujos y estampas). Esta ampliación se presentó el 27 de abril de 2007 si bien la inauguración oficial no tuvo lugar hasta medio año después, el 30 de octubre, con una muestra temporal de las piezas más significativas de la colección de pintura española del siglo XIX, que había permanecido almacenada durante diez años, desde el inicio de las obras en el Casón en 1997.

 

 

Vista del llamado Cubo de Moneo.

 

La incidencia definitiva de la ampliación no será totalmente perceptible hasta finales de 2013, ya que se está en proceso de reordenar toda la colección expuesta y sumarle más piezas.11

 

El traslado de los almacenes y equipos científicos al Cubo de Moneo liberó 25 salas del edificio principal que están siendo acondicionadas gradualmente. Los responsables del museo estiman en un 50% el incremento de obras expuestas, es decir, unas 450-500, que se podrán contemplar en nuevas salas del edificio Villanueva. En octubre de 2009 se abrieron los nuevos espacios dedicados al arte del siglo XIX, desde los últimos neoclásicos hasta Sorolla, incorporando tales corrientes artísticas, a menudo subestimadas, al discurso expositivo del Museo. Este nuevo despliegue tuvo su siguiente hito en mayo de 2010, con las salas de pintura española medieval y del siglo XVI anterior a El Greco, que ocupan el lugar de las antiguas salas de exposiciones temporales de la planta baja de la rotonda, en la parte norte del edificio Villanueva, con una instalación que en su parte arquitectónica ha sido ideada por el mismo Rafael Moneo.

 

En julio de 2011 se dio otro paso en la reordenación de la exhibición permanente: la Galería Central se reabrió con obras de gran formato de la pintura veneciana del siglo XVI (Tiziano, Tintoretto, Veronés), de algunos maestros italianos del primer clasicismo (Annibale Carracci, Guido Reni, Orazio Gentileschi) y de pintura flamenca del Barroco (Rubens (dos de ellas en colaboración con Snyders y otra con van Dyck), aunque también se colgó una obra de van Dyck y posteriormente otra de Jacob Jordaens). Finalmente, en 2013 se reabrirán las salas de la planta segunda del lado norte, en las que antiguamente estaba el taller de restauración y que posteriormente, tras una remodelación a cargo de Gustavo Torner, pasaron a exhibir durante unos pocos años la colección de pintura europea del siglo XVIII. Con la reordenación su función será mostrar series de pintura barroca flamenca, especialmente las creadas para la Torre de la Parada.

 

Casón del Buen Retiro

 

Artículo principal: Casón del Buen Retiro.

 

 

Fachada oeste del Casón, obra del arquitecto Ricardo Velázquez Bosco.

 

El hoy conocido como Casón es una de las dependencias del antiguo Palacio del Buen Retiro que han llegado a nuestros días. Concebido como Salón de Bailes de dicho palacio, quedó muy malparado tras la Guerra de la Independencia (1808-1814), tras ser ocupado y parcialmente destruido por las tropas francesas. La parte subsistente, ya como edificio autónomo y separado de lo que fue el antiguo palacio, fue objeto de varias reformas a lo largo del siglo XIX. Se le dotó entonces de monumentales fachadas neoclásicas, de las cuales la occidental, con escenográfica columnata, fue diseñada por Ricardo Velázquez Bosco (la oriental, frente al Parque del Retiro, es del discreto arquitecto Mariano Carderera). Durante este siglo el edificio tuvo diversos usos, llegando ser sede del Estamento de Próceres (precedente del actual Senado).

 

Ya en el siglo XX, fue utilizado como sala de exposiciones, albergando varias de las más importantes que se concibieron tras el paréntesis de la Guerra Civil. Decidido ya su uso museal, quedó adscrito al Prado en 1971, albergando hasta 1997 la sección correspondiente al arte del siglo XIX, que acababa de verse extraordinariamente incrementada tras la adscripción de los fondos de esa época que habían pertenecido al extinto Museo de Arte Moderno, función muy acorde con su arquitectura decimonónica, pero de escaso atractivo para los visitantes, dada la separación del Casón del edificio Villanueva, y el desconocimiento general del arte español de esa época.

 

Tal situación quedó paliada con la llegada del Guernica y otras pinturas muy representativas de la vanguardia pictórica española, como varias de Juan Gris. Tras la reordenación de las colecciones estatales de pintura y la creación del Museo Reina Sofía, se pensó en el Casón como espacio ideal para las exposiciones temporales del Prado. Finalmente, esas funciones y la pintura del siglo XIX han sido transferidas a la ampliación de Moneo y el edificio histórico, respectivamente.

 

Tras ser sometido a una profunda reforma a principios del siglo XXI, que incluyó la restauración de la bóveda pintada por Luca Giordano en la sala central (Alegoría del Toisón de Oro), es desde 2009 la sede del Centro de Estudios del Museo, la llamada Escuela del Prado, que, siguiendo el modelo de la École du Louvre, está dedicado a la investigación así como a la formación de especialistas en los diversos campos de la Historia del Arte. De este modo, el Casón alberga actualmente la Biblioteca del Museo del Prado, con la sala de lectura instalada en el salón principal bajo los frescos de Giordano. Recibió una aportación extraordinaria al donar el rey Juan Carlos I el importe íntegro del premio que le otorgó la Mutua Madrileña (750.000 €) al Museo y destinarlo éste a tal fin.

 

El Centro abrió sus puertas por primera vez el 9 de marzo de 2009. Cuenta con libros sobre pintura, dibujo e iconografía, escultura y artes decorativas, en un arco que abarca desde la Edad Media hasta el siglo XIX. Parte de ellos son catálogos de exposiciones, existiendo también un importante fondo antiguo, en buena medida gracias a las recientes adquisiciones de las bibliotecas Cervelló y Madrazo. En total hay alrededor de 60.000 volúmenes y unos 700 títulos de revistas, 200 de ellas vivas. En 1987 se inició la digitalización de los fondos, pudiendo accederse ya a la mayoría a través de terminales instalados en la sala de lectura, y desde 2012 también a través de la nueva sección Biblioteca digital de su página web, comenzando por la serie completa de catálogos generales de la colección de pinturas.

 

Uno de los principales programas que desarrolla es el de las Cátedras anuales. La primera de ellas, la del año 2009, estuvo dedicada a analizar el presente y el futuro del Museo, teniendo como titular al director emérito del Metropolitan Museum of Art de Nueva York, Philippe de Montebello, mientras que la de 2010-2011 se consagró a la historia del dibujo desde la Antigüedad hasta el siglo XVII, y tuvo al frente al director de la Scuola Normale Superiore di Pisa, Salvatore Settis, y la de 2012 estudiará la pintura del Siglo de Oro, bajo la dirección de Jonathan Brown. Y en 2013 se implantará una nueva actividad, el Seminario Museo del Prado, también de carácter anual, concebido para completar la labor pedagógica con un curso dedicado a la teoría del arte.

 

Otras sedes

 

Salón de Reinos

 

Artículo principal: Salón de Reinos.

 

 

El Salón de Reinos, que, tras acoger durante décadas al Museo del Ejército, será reformado en los próximos años para su uso por el Prado.

 

Correspondiente al ala principal (norte) del antiguo Palacio del Buen Retiro, recibe su nombre por haber albergado originalmente el Salón de Reinos o de Embajadores, donde el rey recibía a los dignatarios extranjeros; dicho espacio se concibió como una escenográfica puesta en escena de la monarquía española, con grandes cuadros encargados por Felipe IV a los principales pintores de la época, entre ellos Velázquez (La rendición de Breda y los retratos ecuestres de Felipe III, la reina Margarita de Austria, Felipe IV, la reina Isabel de Borbón y el príncipe Baltasar Carlos), Juan Bautista Maíno (La recuperación de Bahía) y Zurbarán (la serie de Los trabajos de Hércules, La Defensa de Cádiz contra los ingleses y otro cuadro de batalla hoy perdido). Tras la casi total destrucción del palacio (ver Casón del Buen Retiro) esta parte del mismo fue destinada a albergar el Museo del Ejército, y muy modificada para dicho fin. En el concurso internacional para la ampliación del Museo del Prado (1995-1996), ya se preveía la adscripción al mismo de este edificio, para lo cual se ordenó el traslado del Museo del Ejército al Alcázar de Toledo.

 

La previsión inicial era licitar la obra en 2009 o 2010 y realizar la adjudicación, ejecución de trabajos y habilitación en el periodo 2010-2012, con un presupuesto de 42,5 millones de €, destinándolo tanto a exposiciones temporales como a exhibir obras de la propia colección permanente del Museo. Sin embargo, la estimación final del coste de los trabajos necesarios se ha elevado por encima de los 90 millones y el proyecto, a pesar de estar contemplado en el Plan de Actuación 2009-2012, permanece aplazado sin fecha. A causa de ello la reordenación de la colección se ha ejecutado finalmente sin contar con este edificio, cuya función cuando esté disponible (mostrar con mayor profundidad ciertas facetas de las colecciones o bien acoger muestras temporales) queda sin concretar.

 

Edificio Aldeasa

 

 

El Edificio Aldeasa, sede de las oficinas del Museo.

 

Situado junto al Claustro de los Jerónimos, se trata de un edificio de factura contemporánea en el que estaban las oficinas de la empresa Aldeasa, hasta que fue adquirido en 1996 por la Dirección del Patrimonio del Estado, que lo adscribió al Prado para instalar en él las oficinas del Museo, hasta entonces ubicadas en el ático sur del edificio Villanueva, en el que tras el desalojo se habilitaron once nuevas salas, diez que acogen obras de Goya (entre ellas los cartones para tapices) y de contemporáneos españoles suyos, como Paret, Luis Meléndez, Vicente López y Maella, y una circular que se utilizó inicialmente como sala de exposiciones temporales de dibujos, y que, tras el traspaso de las actividades expositivas al Edificio Jerónimos, se ha habilitado como sala de bocetos y pinturas de gabinete españoles del siglo XVIII.

 

La rehabilitación del conjunto de estas salas se hizo según proyecto del artista Gustavo Torner, que llevaba ocupándose del montaje de las salas del Museo desde 1980, en particular las del ático norte, en las que al igual que en éstas se encargó también del diseño arquitectónico. Por otro lado, en el edificio contiguo, en el número 21 de la calle Ruiz de Alarcón, está la sede de la Fundación Amigos del Museo.

 

Palacio de los Águila (Ávila)

 

 

Palacio de los Águila, en Ávila, futuro Centro de Gestión de Depósitos del Museo.

 

Este edificio abulense, conocido como Casa de Miguel del Águila, por quien mandó construirlo en 1546, o, más comúnmente, como Palacio de los Águila, fue adquirido en 1901 por don José María de Narváez, duque de Valencia. En 1983 falleció su última propietaria privada, doña María Luisa Narváez Macías, duquesa de Valencia, que lo legó al Estado con todo su contenido para la instalación de un museo, legado aceptado en 1985. Inicialmente (1992) fue adscrito al Museo de Ávila, pero mediante un nuevo Convenio de colaboración entre el entonces Ministerio de Educación y Cultura y la Junta de Castilla y León se cambió la adscripción, pasando a estar asignado desde entonces al Museo del Prado.

 

De este modo, este antiguo palacio de típica cantería abulense pasaba a ser la primera sede del Prado fuera de Madrid, siendo destinado a acoger el Centro de Gestión de Depósitos (véase sección El "Prado disperso"). Arquitectónicamente sigue los modelos típicos de las casas señoriales abulenses de la época. Sus líneas son muy sobrias, concentrándose la escasa decoración en la portada, en la que figuran tres escudos sostenidos por águilas. Consta de dos pisos con un patio. Las labores para la adaptación a su nuevo uso se iniciaron en 2003, pero han pasado por muchas vicisitudes, incluido un contencioso entre el Ministerio y la empresa adjudicataria que acabó con la rescisión del contrato y la adjudicación a una nueva contratista. También ha habido retrasos a causa del hallazgo de restos arqueológicos romanos, medievales y modernos, resultando todo ello en que en la actualidad (2010) las obras no hayan aún concluido.

 

Edificio de la calle Pérez Ayuso número 20

 

Adscrito parcialmente al museo en 2012 por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte para instalar en él el nuevo almacén de marcos.

 

Actividad científica

 

El Museo Nacional del Prado cuenta con un importante número de investigadores en sus distintas áreas de conservación, y establece colaboraciones con otros reputados investigadores e historiadores del arte para desarrollar algunos de sus proyectos más importantes. Además, desde 1980 publica un Boletín, actualmente con periodicidad anual, en el que prestigiosos autores estudian aspectos inéditos de obras del museo, así como un amplio número de catálogos de exposiciones y catálogos razonados de sus cuantiosas colecciones.

 

El Prado cuenta con un gabinete técnico y un laboratorio químico en el que se hacen estudios de las obras de su colección o de otras obras importantes, en relación con campañas de restauración. El Museo, además, a través de su área de educación, organiza cursos de alta especialización, congresos internacionales y simposios. La reciente creación del Centro de Estudios del Museo viene a reforzar la actuación del Prado en este campo (ver sección Casón del Buen Retiro).

 

Política de exposiciones

 

 

 

Vista de la Galería Central en 2005. Hasta la inauguración de las salas del Edificio Jerónimos en 2007 era donde se montaban las exposiciones de gran formato, lo que implicaba tener que colgar y descolgar continuamente los cuadros de la colección permanente mostrados en ella.

 

El Museo Nacional del Prado lleva a cabo una intensa política de exposiciones temporales que revisa, conmemora y da a conocer los aspectos de la Historia del Arte que más estrechamente se relacionan con sus propios fondos, o que los complementan. Así, el Prado ha repasado a través de exposiciones los grandes núcleos de interés de sus colecciones, desde la pintura medieval hasta la del siglo XIX, pasando por muestras dedicadas a algunos de sus pintores más significativos como El Greco (a quien estuvo consagrada la primera exposición monográfica que realizó, en 1902), Murillo, Zurbarán, Ribera, Patinir, Durero, Tiziano, Tintoretto, Velázquez, o Goya, aunque también las ha habido de artistas que no tienen representación o están escasamente representados a pesar de tratarse de grandes pintores, como Vermeer, Rembrandt o Turner, además de otras dedicadas a algunos de los coleccionistas más importantes relacionados con su historia, como Felipe II, Felipe IV, Cristina de Suecia, Carlos I de Inglaterra, Felipe V, o Ramón de Errazu.

 

Desde abril de 2007 y en conexión con la apertura de la ampliación de la Pinacoteca, que tendría lugar en noviembre de ese año, dio comienzo una nueva política de exposiciones que asume la exhibición de obras de artistas contemporáneos. Hasta ahora se han celebrado ya una exposición de fotografías de Museos de Thomas Struth, que se convirtió así en el primer artista vivo que expone en el Prado desde el siglo XIX, también se ha visto una selección de obras de artistas españolas en activo con las colecciones del Prado como referencia en común, un happening de Miquel Barceló acompañado del coreógrafo Josef Nadj, una de Cy Twombly inspirada en la Batalla de Lepanto y una antológica de Francis Bacon, que redefinen así la misión sustancial del Prado en la cultura española y le implican directamente en la acción del Estado sobre el arte actual. Este nuevo rumbo del Museo ha suscitado importantes críticas por reconocidos expertos en el campo de la museología y la historia del arte. De hecho, se ha considerado que esta nueva programación podría afectar de algún modo al real decreto de 17 de marzo de 1995 que marca el límite de la actividad museística entre los dos grandes museos nacionales españoles de pintura y que señala que los artistas nacidos después de 1881, año del nacimiento de Picasso, corresponden salvo algunas excepciones que están especificadas en ese documento legal, al Museo Reina Sofía, cuya acción quedaría menoscabada por la del Prado.

 

Desde 2009 se inició una nueva modalidad dentro de este apartado con el programa La obra invitada, en colaboración con otros museos del mundo, y mediante el cual se han expuesto La Magdalena Penitente de Georges La Tour, prestada por el Museo del Louvre, La compañía del capitán Reijnier Reael (Frans Hals, Rijksmuseum), Las hijas de Edward Darley Boit (Sargent, Museo de Bellas Artes de Boston), El Descendimiento (Caravaggio, Museos Vaticanos) y La acróbata de la bola (Picasso, Museo Pushkin).

 

Además hay conciertos, representaciones teatrales y se realizan proyecciones de largometrajes y documentales como complemento de las exposiciones, y también existen ciclos de conferencias, en muchos casos conectados igualmente con las muestras temporales. Asimismo desarrolla una amplia labor difusora del conocimiento de sus colecciones a través de ambiciosos programas educativos destinados a centros docentes fuera y dentro de la Comunidad de Madrid.

 

Algunas curiosidades

 

Ningún museo o colección en el mundo supera al Prado en cuanto a la representación de los siguientes artistas:

 

El Greco (36 pinturas y dos esculturas).

 

Velázquez (48 pinturas, de las poco más de 120 catalogadas, entre ellas casi todas sus obras capitales).

 

Goya (152 pinturas, incluyendo casi todos sus cartones para tapices). Es el artista del que posee un mayor número de obras.

 

Eduardo Rosales (casi 200 obras, entre pinturas y dibujos).

 

Tiziano (40 pinturas).

 

Luca Giordano (más de 70 pinturas).

 

Zurbarán.

 

Maíno. El Museo posee el mejor conjunto de obras de este artista, al que dedicó una exposición antológica en 2009.

El Bosco (6 obras seguras y varias más atribuidas).

Patinir (varias de sus obras maestras, de su reducida producción).

Rubens (casi cien obras, algunas pintadas a dúo con otros artistas).

Ribera (51 pinturas, incluyendo muchas de sus obras maestras).

Antonio Moro (15 pinturas).

 

En el museo se encuentra La Gloria, pintada por Tiziano para Carlos V, y que el Emperador llevó a su retiro en el monasterio de Yuste en Cáceres, Extremadura, pidiendo contemplarla antes de expirar. Junto a ella llevó otras obras del veneciano que igualmente hoy están en el Prado: el Retrato de la Emperatriz, el Ecce Homo número de catálogo P437, el P42 (atribuido), la Dolorosa con las manos abiertas y la Dolorosa con las manos cerradas, aparte de una pintura no perteneciente al Museo, una Dolorosa de Michel Coxcie.

 

Se guarda también el Retrato ecuestre de la reina Margarita, de Velázquez y su taller, mostrando el joyel rico, formado por dos de las joyas más famosas del Joyero de la Corona de España: la perla llamada Peregrina (que actualmente se cree identificar por algunos con la que está en poder de Elizabeth Taylor) y el diamante El Estanque, tallado posiblemente por Jacopo Nizzolo da Trezzo (conocido también en España como Jacometrezo).

 

En sus inicios, el Museo abría apenas dos o tres días a la semana, y cerraba siempre que llovía, se supone que para evitar masificaciones y suciedad. Por otro lado, durante un tiempo las salas de escultura no estuvieron debidamente pavimentadas, y el polvo debía eliminarse regando el suelo con agua, aunque pronto se esteró y posteriormente se instaló tarima de madera en casi todas las salas. Por cuestiones de seguridad, la madera fue sustituida por mármol después de los años 30.

 

La famosa Dama de Elche es en realidad propiedad del Prado (número de catálogo E433), encontrándose en el Museo Arqueológico Nacional en condición de depósito. Se obtuvo en 1941 mediante un intercambio de obras con el Gobierno de Vichy del mariscal Pétain, un acuerdo mediante el que Francia accedió a atender las reclamaciones que España venía planteándole desde hacía décadas y que incluyó también la Inmaculada Concepción de los Venerables o Inmaculada de Soult (por el mariscal francés que la robó) de Murillo, que era al igual que la Dama propiedad del Museo del Louvre, y varias piezas del Tesoro de Guarrazar, que pertenecían al Museo Nacional de la Edad Media de París (Museo de Cluny), además de los restos de las esculturas ibéricas de Osuna.

 

Como compensación se entregaron a Francia un retrato de Mariana de Austria de Velázquez, del que el Prado poseía otra versión casi idéntica (se transfirió la versión considerada de inferior calidad, que para algunos es incluso simplemente una copia de taller), y una obra de El Greco del Museo de Santa Cruz de Toledo. Permaneció en el Prado durante 30 años, desde que regresó a España hasta que en 1971 fue trasladada al M. A. N.

 

En 1961 un ladrón intentó entrar al Museo por el tejado, aunque cayó al vacío y falleció. Llevaba preparado en un bolsillo un papel en el que dictaba las condiciones para la recuperación de los cuadros.155

 

El cuadro Degollación de San Juan Bautista y banquete de Herodes, de Bartholomäus Strobel el Joven, expuesto en la primera planta del Edificio Villanueva frente a la batería central de ascensores, es el de mayor longitud del Museo con sus 952 cm por 280 de alto, aunque lo supera en superficie la Alegoría de la donación del Casino a la reina Isabel de Braganza por el Ayuntamiento de Madrid, de Vicente López (620 cm de longitud y 950 de altura), pintada para decorar el techo del desaparecido Casino de la Reina y que en el Museo está instalada en el de la sala 39, dedicada a Los primeros Borbones.