Las ruedas de la buena memoria
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Las ruedas de la buena memoria

 

 

28/07/2013 Fuente revistaenie. A 19 años del atentado terrorista, el artista Jorge Caterbetti literalmente sacó a la calle la causa AMIA. Con la participación de estudiantes, creó un dispositivo que interpela a la justicia y reclama contra la impunidad en este y otros casos.

 

Llueve. Las enormes ruedas de papel empiezan a girar lentamente sobre el asfalto mojado y el carro, tirado de sogas por unos trescientos estudiantes de escuelas secundarias, comienza a moverse desde la esquina de Pasteur y Córdoba, frente al Hospital de Clínicas, hacia la sede de la AMIA. Hace 19 años, el 18 de julio de 1994, ese recorrido de dos cuadras era parte del infierno: minutos antes de las 10 de la mañana la mutual judía había sido demolida por un atentado terrorista que causó 85 muertos y unos 300 heridos. Hoy no hay ningún detenido. El carro de madera que se mueve lentamenente por Pasteur hacia la AMIA está cargado con miles de papeles de la causa judicial abierta hace 19 años. Se llama Carro de la memoria y es una obra del artista conceptual Jorge Caterbetti.

 

El trabajo de Caterbetti fue un largo proceso que culminó con la intervención urbana realizada el 11 de julio pasado –la marcha del carro cargado con la causa y tirado por cientos de estudiantes hasta la puerta de la mutual judía– y con la instalación que se exhibe hasta el 14 de agosto en el Espacio de Arte AMIA, con curaduría de Elio Kapszuk. Todo empezó cuando AMIA lo invitó, como artista que se desarrolla en lo que podría llamarse “conceptualismo político”, a hacer una obra. La búsqueda artística de Caterbetti es una nueva representación o un nuevo realismo, que lo lleva a trabajar habitualmente con material documental. Así, el año pasado mostró en el Centro Cultural Recoleta, por ejemplo, la instalación “Memoria escrita”, en la que usó escritos y dibujos originales de Jorge Julio López, desaparecido en democracia. En ese mismo camino, años antes, junto con Luis Campos y Fabián Wagmister, mostró en una antigua fábrica de Parque Patricios “Milagro de resurrección”, una pieza documental hipermediática sobre la identificación, por parte del Equipo de Antropología Forense, de los restos de la monja francesa Leonie Duquet, asesinada en la ESMA en 1977. En ese camino, cuando fue nvitado a realizar una obra sobre el tema, pidió –para decirlo en sus palabras– “acceso a la materialidad de la causa AMIA”.

 

Dice Caterbetti: “Después de muchas reuniones y cabildeos, una mañana me habilitaron el acceso al archivo de la causa, todo el material que se reunió durante años. Son unos 9 m x 4 m de cajas como las que ahora están sobre el carro. Abrís una caja y aparecen identikits, Menem, Telleldín, el ex comisario Ribelli, la policía bonaerense…” El artista imaginó hacer las ruedas del carro con fotocopias de ese material. “Mi idea era que las mismas ruedas del carro fueran la causa”, dice. Convocó entonces a alumnos de varios colegios –desde primer grado de la primaria hasta quinto año del secundario– e invitó a los chicos a que pegaran una hoja con otra, en largas tiras que luego enrollaron para crear las ruedas del carro.

 

“Para mí lo más enriquecedor de todo el proceso fueron las charlas con los pibes –dice Caterbetti–. Muchos tenían una enorme curiosidad y no se limitaban a pegar una hoja con otra: leían todo muy interesados. Hay que tener en cuenta que ellos no habían nacido cuando sucedió el atentado. Su contacto con el tema a través de esta obra fue en serio: no estaban haciendo una manualidad, estaban trabajando con la causa AMIA.” En la realización del carro, que Caterbetti imaginó “muy austero, como de la campiña polaca en los años 20 o 30”, el artista trabajó en un taller de Barracas. “Soñaba –dice– con ver ruedas movidas por el lenguaje, ruedas de papel escrito, que me parece que tienen una gran connotación simbólica, la tracción ideal en este caso.” Todo el proceso de creación de este trabajo de construcción de memoria colectiva está registrado en una pieza audiovisual coproducida con el Departamento de Artes Audiovisuales del IUNA, desde el encuentro del artista con los expedientes de la causa hasta la peregrinación de los chicos tirando del carro, pasando por su construcción y el trabajo de los estudiantes con los papeles de la causa.

 

“Yo quisiera que el carro sea un dispositivo que lleve cosas. La intención es que esté instalado en AMIA pero que tenga salidas y pueda ser usado como dispositivo de reclamo. Esta causa tiene una fuerza tal –sostiene Caterbetti– que sobre el Carro de la memoria hay lugar para treinta mil desaparecidos, para Jorge Julio López, para Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, para Mariano Ferreyra, Candela Rodríguez, Miguel Bru y todas las víctimas del gatillo fácil, los jóvenes de Cromañón, los muertos de la estación Once, los condenados a la calle y los postergados de todos los rincones. Sobre estos maderos esperanzadores cabe todo un pueblo, llevémoslo a destino entre todos, no dejemos que la impunidad detenga su camino”.