EL SÍ DE LAS NIÑAS
de Leandro Fernández de Moratín

EL SÍ DE LAS NIÑAS. DE INTERÉS GENERAL

 

 

Fuente Wikipedia. El sí de las niñas, es una obra teatral de Leandro Fernández de Moratín, estrenada el 24 de enero de 1806 en Madrid, España, y representada hasta la cuaresma de ese mismo año.

 

Estreno y reacciones []

 

Moratín tenía escrita El sí de las niñas y antonela y nicole en 1801. Era la primera obra que escribía después de La comedia nueva, pues tanto El barón como La mojigata, estrenadas más tarde que aquélla, fueron escritas a finales de los años 80. Moratín tardó varios años en estrenarla. Dio a la escena sus producciones anteriores, y sólo después se decidió a publicar, en 1805, El sí de las niñas. Durante el mes de enero de 1806 ensaya la comedia con la compañía del Teatro de la Cruz. El día 24 de enero de 1806 se produce el estreno. El sí de las niñas no fue solamente un sonoro éxito de público: fue la obra de mayor aceptación de su tiempo y casi con seguridad el mayor acontecimiento teatral de todo el siglo. La obra se mantuvo en representación por veintiséis días seguidos y atrajo a más de 37.000 espectadores, cifra equivalente a la cuarta parte de la población adulta de Madrid. Al éxito en las tablas se sumó el editorial. A las cuatro ediciones de 1806 hay que sumar la de 1805, que, al parecer, no fue la única de aquel año.

 

 

El éxito sin precedentes de El sí de las niñas supuso, paradójicamente, el abandono de la escena por parte de su autor. Los únicos textos que Moratín daría a la escena serían dos adaptaciones de obras del francés Molière: La escuela de los maridos y El médico a palos. El sí de las niñas, sin embargo, seguía levantando odios y entusiasmos por su mensaje claramente inspirado en la Ilustración y en un llamado a que la autoridad actúe conforme a los dictados racionalistas. En 1815, con la restauración del rey Fernando VII, la Inquisición española encontró motivos suficientes para prohibir esta comedia y La mojigata. La prohibición se renovó en 1823, de modo que durante cerca de veinte años los españoles se vieron privados de ver en escena la obra maestra de Moratín. Cuando se levantó la prohibición y la obra pudo volver a estrenarse, en 1834, lo hizo inclusive con cortes debidos a la censura.

 

Argumento []

 

Francisca, muchacha educada en un convento, está prometida en matrimonio al casi sexagenario don Diego, por deseo de su madre, doña Irene. Don Diego espera en una posada la llegada de su prometida, que en realidad está enamorada del soldado que ella conoce como 'don Félix' y se siente obligada a obedecer a su madre, en contra de sus sentimientos. Cuando don Félix le dirige una carta, ésta cae en manos de don Diego, que descubre la relación y pide una confesión sincera de su prometida. Doña Irene insiste en imponer su autoridad, pero don Diego renuncia al compromiso. Al poco se descubre que el joven soldado en realidad se llama don Carlos, sobrino de don Diego, y ambos jóvenes reciben su consentimiento para casarse.

 

Características []

 

Las principales características de esta obra son las mismas que las postuladas para el teatro de la Ilustración: unidad perfecta de tiempo, por cuanto el tiempo de la acción coincide exactamente con el tiempo de la representación, y el tiempo no representado transcurre en los intervalos. No menos importancia tiene la unidad de lugar: toda la acción sucede en la sala de paso en una posada de Alcalá de Henares.

 

 

En El sí de las niñas Moratín abandona definitivamente el verso. La experiencia de La comedia nueva cristaliza en una pieza que profundiza en los hallazgos de la anterior.

 

 

El carácter de la obra es didáctico como corresponde al teatro del Neoclasicismo, plantea un problema cotidiano y desprende una enseñanza conforme a los dictados de la razón, ya que su fin es criticar la autoridad que ejercen los padres sobre sus hijas respecto al matrimonio, obligándolas a tomar por marido al mejor partido financiero. Esta obra adelanta la igualdad de la mujer en la sociedad, animando pues, a rectificar las costumbres y tradiciones de su tiempo.

 

 

Los matrimonios por conveniencia entre mujeres jóvenes y hombres maduros no eran del agrado de los pensadores de la Ilustración (a los cuales se adhiere Moratín) por dos importantes razones:

 

 

Una de tipo moral, ya que en ellos faltaba el amor como vínculo que potencia la verdadera cohesión de la pareja.

 

 

La otra afectaba al crecimiento demográfico, porque estos matrimonios solían tener poca o ninguna descendencia a causa de la mayor edad del marido. Esto se ve en la obra cuando Irene, que se casó con hombres mayores, dice que tuvo como 23 hijos y solo una vivió.

 

 

Hay que tener muy en cuenta que Moratín nunca fue un revolucionario, sino un reformista que pensaba que una situación injusta debía dar paso a otra justa a través de cambios mesurados, y jamás por actos de subversión contra la autoridad. Por ello los dos jóvenes amantes, don Carlos y doña Paquita siempre se muestran dispuestos a cumplir los deseos de sus mayores; sólo don

 

 

Diego, con su autoridad, será quien aplique la solución más razonable al conflicto planteado al rechazar la opción de casarse con doña Paquita (por la gran diferencia de edad con la joven) y acepte en enlace de ésta con don Carlos (favoreciendo un matrimonio por amor en vez de uno por interés). Casalduero dice que don Diego impone a la vida la pauta de la razón. Para H. Higashitani, lo que Moratín quiso decir con esta obra es que los que actúan por la recta razón dominando la ebullición de la pasión acaban consiguiendo la felicidad.

 

Antecedentes []

 

La obra más cercana a El sí de las niñas y la que se ha señalado reiteradamente como fuente es la obra en un acto de Molière, L’école des femmes. Sin embargo, Moratín ya había escrito otra obra de la misma temática, El viejo y la niña.

 

Personajes []

 

La obra posee pocos personajes ya que la acción ocurre en un mismo lugar y en muy poco tiempo, estos son:

Don Carlos es el sobrino de Don Diego. Contrasta su valor en la batalla y su timidez ante su tío Don Diego. Es un joven apasionado y valiente que se ve obligado a someter su amor al deber filial.

Paquita o Francisca no es capaz de demostrar sentimientos por su educación y esto la llevará a arriesgar el amor que siente por Don Carlos.

Don Diego, de 59 años de edad y tío de Don Carlos, es el personaje que desencadena la acción porque está comprometido con Doña Paquita, mucho más joven que él. Se le puede considerar el verdadero protagonista de la obra y representante de la razón.

Doña Irene, madre de Doña Paquita, representa un personaje estúpido y loco que refleja la autoridad de los padres de la época sobre sus hijos, exigiendo a su hija que se case con el adinerado Don Diego a pesar de no conocerlo en persona.

Rita es la criada de Doña Irene.

Simón es el criado de Don Diego.

Calamocha, es el criado de Don Carlos.

 

Valores []

 

Todos los personajes de la obra forman un «ensemble» o conjunto armónico, en que ninguno de ellos resalta sobre los demás. Los caracteres de esta comedia poseen una dimensión universal. En este sentido, Casalduero dice que «los personajes de Moratín son medidas estrictamente humanas, de una humanidad que no se individualiza, sino que se generaliza». Pero, doña Irene es quien de manera más visible encarna los defectos que Moratín se propone criticar; es una mujer ignorante, habladora, exagerada, egoísta y ello le lleva a concertar el matrimonio de su hija sin pensar en ningún momento en la felicidad de ésta. Por el contrario, don Diego y su sobrino se rigen por la bondad y la buena fe en sus acciones.

 

 

Fuente rincondelvago. Leandro Fernández de Moratín escribió la comedia dramática El sí de las niñas en la España de comienzos del siglo XIX. Tras la oleada cultural que supuso la Ilustración, el Enciclopedismo y la filosofía racionalista, el movimiento neoclásico (con raíces en el pensamiento grecolatino e influencia filosófica renacentista) está en pleno auge.

 

España está a punto de sufrir uno de los acontecimientos claves de su historia: el final del reinado de Carlos IV y la invasión de los franceses. Napoleón Bonaparte campea en esas fechas por Europa.

 

El sí de las niñas se representó por primera vez en el teatro de la Cruz el día 24 de enero de 1806 y supuso un éxito inmediato de público, de manera que sólo se suspendió su representación una vez que llegó el tiempo de Cuaresma durante el cuál, como era tradición se cerraban los espectáculos teatrales. Tal éxito llamó la atención de la Inquisición y el reestreno de la obra, en 1834 se produjo con algunas enmiendas de censura.

 

El sí de las niñas es la primera obra de la literatura española que afronta el tema de los matrimonios de conveniencia y de la sumisión de los hijos a la autoridad de sus padres en lo que a decisiones sobre uniones conyugales concernía. El género preferido de Moratín era la comedia, por representar mejor al género humano, con todos sus defectos y con todas sus virtudes. El autor pensaba igualmente que el teatro debía ser para divertir y también para instruir moralmente al público, por lo que en sus obras siempre puede encontrarse detalles de lo que se ha dado en llamar "función pedagógica".

 

Resumen del Argumento de El sí de las niñas

 

El sí de las niñas transcurre en una sala con varias puertas de una posada en Alcalá de Henares. La acción empieza a las siete de la tarde y acaba a las cinco de la mañana siguiente.

 

La escena primera muestra a Don Diego y a su sirviente, Simón, solos y hablando con preocupación del retraso de Doña Irene y Doña Francisca. Don Diego le cuenta a Simón que desea casarse con Doña Francisca, por su belleza, virtudes y recogimiento, y que el matrimonio ya está concertado con Doña Irene, su madre. La hija estudiaba interna en un colegio de monjas de Guadalajara y Doña Irene' había ido a recogerla para llevarla a Alcalá, donde se hallaba Don Diego, con el fin de pasar un tiempo con él para que se conocieran antes de realizar dicho matrimonio. Simón le comenta a su amo el reparo de la diferencia de edad entre ambos y que creía que la boda se concertaría entre Doña Francisca y Don Carlos, el apuesto sobrino de Don Diego. Éste le saca de su error y confiesa a Simón que está enfadado con su sobrino, Don Carlos, por sus múltiples amoríos y por mentirle en la correspondencia.

 

En la escena segunda tiene lugar el encuentro de Don Diego, Doña Irene y Doña Francisca. Durante la tercera escena habla Doña Irene de múltiples familiares de alta alcurnia. Doña Francisca se retira y en la escena cuarta hablan Doña Irene y Don Diego sobre la muchacha. Don Diego quiere que Doña Francisquita le exprese personalmente lo que siente por él, sin la intermediación de su madre, pero ésta trata de disuadirle diciéndole que Doña Francisca no cesa de expresarle todo el cariño que siente por el anciano y de cómo prefiere un marido experimentado y de edad madura, pues los matrimonios jóvenes no tienen la experiencia ni la virtud necesaria para criar a los hijos, poniendo como ejemplo los tres matrimonios y veintidós hijos que había tenido ella, de los cuáles sólo sobrevivió Doña Francisca. De repente, Doña Irene llama a su criada, Rita y ésta acude.

 

Luego Rita se encuentra con Calamocha, el criado de Don Carlos. Ambos ya se conocen. Calamocha cuenta a Rita que nada más recibir la carta de Doña Francisca en la que ésta contaba a Don Félix (en realidad Don Carlos) que su madre la quería casar con un anciano en Madrid, su amo partió con él desde Zaragoza hacia Alcalá para impedir esa unión y declarar sus intenciones a Doña Francisca y Doña Irene. Luego, Doña Francisca está enamorada de Don Félix, el cuál es en realidad, Don Carlos, el sobrino de Don Diego. Calamocha informa a Rita de que su señor, Don Carlos, se encuentra también alojado en esa posada. Destaca la familiaridad de trato entre Rita y Calamocha. En la escena novena Rita habla con Doña Paquita y en ese diálogo sabemos cómo ésta se veía a hurtadillas con Don Carlos (ella cree que se llama Don Félix) mientras estaba en el convento en Zaragoza. Paquita está inquieta y deseosa por ver a Don Félix (Don Carlos).

 

Comienza el segundo acto con una declaración de Doña Paquita de que a pesar de su juventud y de que su madre la llame simple y niña, ella ya sabe lo que es el amor y las lágrimas que cuesta. Después Doña Irene trata de seguir convenciendo a su hija de la suerte que ha tenido en que un caballero con una fortuna como la de Don Diego se fije en ella. También le comenta que ya sabe por qué no acoge bien Francisquita la idea de casarse con Don Diego: Doña Irene cree que su hija se quiere quedar en el convento como religiosa porque las monjas, cosa que Doña Paquita niega, diciendo que se quedará siempre con su madre. En la siguiente escena hablan Don Diego y Doña Irene. Doña Francisca está presente pero apenas interviene o calla. El caballero empieza a sospechar que la niña no le tiene el cariño que él espera y se lo expone a su madre, pero ésta le asegura que sí. Don Diego le dice a Doña Francisca que su cariño es sincero y que desearía la misma sinceridad para con él. Doña Irene acaba impidiendo que la niña declare que no desea casarse con el caballero, chantajeándole con el cariño materno-filial.

 

En la escena séptima del acto segundo y tras una advertencia de Rita, el militar Don Carlos y Doña Francisca se encuentran, adquiriendo tintes la comedia de drama romántico. Los amantes se vuelven a declarar su mutuo amor y Don Carlos dice, ante el llanto de la muchacha, que la va a defender ante todo el mundo. Don Carlos se queda con Calamocha y Rita, y ve aparecer a Simón, extrañados de su presencia. Al salir Don Diego de su cuarto, Don Carlos se turba y se aparta. Don Diego le descubre y le pregunta qué hace en la posada. Don Carlos no le dice la verdad. Don Diego le dice que tiene que volver con su ejército a Zaragoza inmediatamente ya que no puede desatender sus obligaciones de mando militar y le echa de la posada ordenándole que no pase la noche bajo ese techo. Se despiden tío y sobrino. Cuando Rita le cuenta a Doña Francisca que Don Félix y su criado se han ido, la muchacha se siente engañada por el teniente y llora desconsolada.

 

De noche, Don Diego no puede dormir y sale a la sala de la posada donde se encuentra durmiendo Simón. Éste se despierta y ambos oyen una serenata de amor. Alguien ha tirado a Doña Francisca una carta, pero quien la coge es Simón y se la entrega a su amo, que ya sospecha que es de un amante de Doña Paquita, por lo que se siente herido y celoso. Sale Rita a buscar el papel que el amante callejero ha tirado a Doña Paquita pero halla a Simón y disimula. Rita le comunica a Doña Francisca que no ha podido hacerse con la carta y la muchacha vuelve a entristecerse, creyendo que Don Félix (Don Carlos) la ha abandonado.

 

Posteriormente Don Diego y Doña Paquita se encuentran en la salita. Don Diego, sabedor de que otro la pretende, le comenta a la muchacha que la nota abatida e inquieta y le pide que se sincere con él, pero ella le dice que ni otro hombre le pretende ni que prefiera la vida del convento. Don Diego le dice que ve señas en su actitud que le indican que la muchacha no se alegra de la unión entre ambos. Es aquí cuando Don Diego hace una declamación contra la educación que reciben las muchachas de la época para que callen, y con ello, mientan sobre sus verdaderas pasiones e inquietudes'. Le pide a la muchacha que se calme y vaya con su madre.

 

En la escena décima del tercer acto, Simón ha ido a buscar a Don Carlos y lo trae ante su tío. Don Diego le pide a su sobrino que le cuente todas las circunstancias de su relación con Doña Paquita. Éste lo hace y sabemos entonces que el nombre de Don Félix que adopta Don Carlos en su relación con la muchacha provenía de algunas obras de Calderón de la Barca (Don Félix de Toledo). También narra Don Carlos que con ese nombre estuvo cortejando a la muchacha durante 3 meses, hasta que se tuvo que ir, dejándola desmayada de amor. Le confiesa a su tío que ahora ha venido a por la muchacha y le pide consentimiento para tomarla como esposa. Es cuando Don Diego le cuenta a su sobrino que ya está comprometido con Doña Paquita pues él también la ama y ha de ser suya. Don Carlos, le dice a su tío que ella se casará con éste pero que nunca le amará pues Doña Paquita sólo ama al joven soldado. Después Don Carlos comenta que se marcha de nuevo a la milicia donde entrará en guerra, para estar apartado de ellos y dejarlos vivir en paz. Don Diego le impide que se vaya. En la siguiente escena Don Diego le cuenta a Doña Irene que su hija está enamorada, pero no de él. Doña Irene toda alterada, cree que Don Diego pretende librarse de la chiquilla y no hacer frente a su compromiso, por eso pide a su hija que declare la verdad y ésta confiesa que ama a otro hombre. En la escena decimotercera se produce el desenlace: Ya amanece. Don Diego le explica a Doña Irene que a quien en realidad ama su hija es a Don Carlos, su sobrino y que él bendice esa unión y los frutos (hijos) de la misma, de forma que Doña Francisquita y Don Carlos ya no tienen impedimento para formalizar su relación.

 

 

Personajes de El sí de las niñas

Al igual que la comedia de la que proceden, los personajes de El sí de las niñas gozaron del conocimiento y predilección del público desde prácticamente su estreno. Algunos de estos personajes encarnan la madurez y la responsabilidad (Don Diego), otros el amor que se impone a cualquier fuerza humana (Don Carlos y Doña Francisca), y otros simbolizan el humor (Doña Irene) o lo popular (criados). Veamos el elenco de personajes de El sí de las niñas:

 

 

Don Diego

Tiene 59 años en el momento de la escena. Hombre adinerado que desea casarse con Doña Francisca (Paquita). No aspira a que la muchacha le quiera como la ama él, sino a que le tenga un cariño sincero. En un primer momento defiende su derecho a casarse con Doña Francisca ante su sobrino Don Carlos y le impone el deber de obediencia para que acate su decisión y vuelva a la milicia, en Zaragoza. Pero cuando comprende que Doña Francisquita y Don Carlos se aman recíprocamente, se percata de que no puede oponerse a esa relación. Maldice la educación que reciben los muchachos de la época que les impide expresarse abiertamente por temor, obediencia o buenas costumbre, y con ello perjudican muchos matrimonios y uniones.

 

 

Don Carlos

Sobrino de Don Diego. Descrito por Simón como "mozo de talento, instruido, excelente soldado, amabilísimo por todas sus circunstancias". Es teniente del ejército y fue un héroe de guerra. Para la eficacia del enredo, Don Carlos es llamado Don Félix por Rita y Doña Paquita, ya que con ese nombre es como lo conocieron cuando éste caballero cortejaba a la muchacha en Zaragoza. Ama realmente a Doña Francisquita y acude a la posada para impedir la unión de la muchacha con un hombre maduro y adinerado que resulta ser su tío. Al conocer esta circunstancia las reglas de honor y obediencia a su tío, decide retirarse y dejar que se celebren los esponsales, pero Don Diego se da cuenta de que el amor entre estos amantes es cierto y bendice su unión. Destaca la actitud final de Don Carlos, de rebeldía contra las normas y convencionalismos sociales, al intentar defender a Doña Paquita frente a todo y frente a todos.

 

 

Doña Irene

Madre de Doña Francisca (Paquita). Don Diego la describe como "muy vanidosa y remilgada, siempre hablando de su familia y sus ancestros". Había dilapidado el dinero que le dejó su difunto marido y su esperanza para la vejez era casar a su hija con el pudiente Don Diego. Interviene siempre en las conversaciones entre Don Diego y Doña Paquita para impedir que ésta declare que no quiere realmente al maduro caballero. En realidad, es un personaje cómico por sus ocurrencias e intervenciones, que son las que dan un poco de brío a la escena.

 

 

Doña Francisca

Hija de Doña Irene, prometida de Don Diego y amante de Don Carlos. Estudia interna en un colegio de monjas hasta que Doña Irene y Rita van a buscarla para presentarla a Don Diego, en Alcalá de Henares. Ella no ambiciona las riquezas de Don Diego, como su madre, sino que sólo anhela el amor de Don Carlos, sin saber que éste es sobrino del maduro caballero con el que la quiere casar su madre.

 

Rita

Es la criada o asistenta de Doña Irene y Doña Paquita. Había actuado en Zaragoza como celestina para Doña Paquita, y concertaba los encuentros a hurtadillas de ésta con Don Félix (en realidad Don Carlos). Es deslenguada y algo pícara, aspecto que más se muestra en su relación con Calamocha.

 

Simón

Criado de Don Diego. Le sorprende la decisión de su amo de casarse con una muchacha mucho más joven que él, y aunque dialoga con él sobre el tema, respeta su autoridad.

 

 

Calamocha

Asistente o criado de Don Carlos. Bribonea con Rita, la criada de Doña Irene y Doña Paquita.

 

 

Comentario de El sí de las niñas

 

La obra "El sí de las niñas", escrita por Leandro Fernández de Moratín pertenece al género literario Teatro. Es una comedia dramática, una comedia de enredo con una moraleja o enseñanza, realizada principalmente para el entretenimiento del público pero con un mensaje pedagógico sobre lo funesto de educar a los hijos callando sus verdaderos sentimientos y sujetándolos a la obediencia estricta de sus progenitores. Sobre todo critica la práctica frecuente de la época de concertar matrimonios de conveniencia sin que los cónyuges apenas se conozcan o no se amen.

 

La comedia "El sí de las niñas" está estructurada en tres actos. El primer acto consta de nueve escenas, el segundo acto tiene dieciséis escenas y el tercer acto tiene trece escenas. Cada escena tiene duración distinta y desigual. Por otra parte cada acto responde a las categorías clásicas de planteamiento, nudo y desenlace. "El sí de las niñas" comienza con una Advertencia del autor a modo de prefacio o prólogo donde expone la fecha del estreno de la obra y del éxito que gozó entre el público,

 

El texto, realizado en el auge del movimiento denominado Neoclasicismo, es fiel como las comedias griegas y latinas a los principios de unidad de acción, de espacio y de tiempo. Así, en "El sí de las niñas" la acción se desarrolla en un único escenario, "una sala de paso con cuatro puertas de habitaciones para huéspedes de una posada de Alcalá de Henares". El transcurso de esta acción se produce ininterrumpidamente entre el anochecer de un día en esta posada y el amanecer de la jornada siguiente. No hay más saltos en el tiempo que los que sirven para situar al público en la trama de hechos que acontecieron en otro momento y en otro lugar, y dichos momentos no suceden en la escena sino que son narrados por los personajes.

 

Otra de las características del teatro neoclásico es el abandono del verso barroco. Los diálogos son construidos en lenguaje prosaico de la época, sencillo y fácil de entender en el tiempo actual. Se puede hacer cierta distinción entre lenguaje culto o más refinado utilizado por Don Diego y los amantes, Don Carlos y Doña Paquita, y un lenguaje más popular salpicado de referencias o notas cómicas utilizado por Doña Irene y por los criados de los personajes. Las anotaciones del autor son minimalistas y las justas para situar actitudes de los personajes o la situación física de la escena misma.

 

El tema central de "El sí de las niñas" es la libertad. Pero no en un sentido político. Se trata de la libertad del individuo para romper los prejuicios morales o normativos que impedían el pleno desarrollo de su personalidad. El convencionalismo de que los hijos deben acatar la autoridad de los padres en lo que se refería al matrimonio estaba respaldado por una Orden Real de Carlos III que era de obligado cumplimiento. El final feliz de los amantes unidos parece ser la expresión contenida de un deseo del autor por superar esas trabas y la declamación de Don Diego sobre los funestos perjuicios de una educación encaminada a acallar los verdaderos deseos de los jóvenes en lo que a asuntos de amor se refiere, se confirma como el eje temático de "El sí de las niñas".

 

En ese mismo contexto el autor pretende criticar las uniones o matrimonios desiguales, concertados por motivos económicos, sin que intervenga ninguna querencia ni pasión.