La esclava de su galán 2. Segunda Entrega
de Lope de Vega

La esclava de su galán 2. Segunda Entrega

 

Autor Lope de Vega

 

Fuente artelope

 

505

que bienes presto se van,

o fue, como era galán,

admitido de otra dama,

cuyas perfecciones ama,

o yo le desagradé;

510

que aunque él lo niega, lo sé

que me aborrece y desama.

  Hágole seguir de día

y de noche, caso estraño

que no tome el desengaño

515

quien tanto hallarle porfía,

ni en casa de amiga mía

largas visitas dilata,

ni con sus amigos trata,

ni le han visto hablar, ni ver,

520

en calle o campo mujer,

y con tibiezas me matas.

  Muerta entre tantos desvelos,

sin saber qué puede ser,

soy la primera mujer

525

que tiene celos sin celos.

Asegura mis recelos

con regalarme y jurar,

en oyéndome quejar;

pero en materias penosas

530

no hay cosas más sospechosas

que el jurar y el regalar.

  Aquí viene la elección

de su padre, y aquí viene

pensar que el amor no tiene

535

amistad con la razón.

Bien sé que mi pretensión

ningún fin puede tener,

pero, ¿quién ha de poder,

amando, dejar de amar,

540

si hay tantas leguas que andar

desde amar a aborrecer?

  Esta, pues habéis querido

saberla, fue la ocasión.

Pude amar por la razón,

545

Ricardo, que habéis oído,

pero no dar al olvido

tantos años de amistad,

que hay mucha dificultad

en mudar el pensamiento,

550

cuando está el entendimiento

sujeto a la voluntad.

RICARDO

  Habeisme favorecido,

que un discreto desengaño

nunca hizo tanto daño,

555

como un engaño fingido.

Yo voy muy agradecido,

al bien que en esto me ofrece,

mirad qué premio merece

quien le tiene por favor.

560

Y así, agradeciera amor

quien desengaño agradece.

  Con esto, palabra os doy

no de no amaros, pues veo

ejemplo en vuestro deseo

565

y desengañado estoy.

Mas, no hablaros desde hoy,

en mi necia voluntad,

ni estorbar vuestra amistad,

quered a don Juan, que es justo,

570

porque no es amar con gusto,

donde no hay dificultad.

  Que si venganza quisiera,

qué mayor que ver que amáis

donde el amor que empleáis

575

ni fin, ni remedio espera.

Rogaré al tiempo que quiera

templar esta ardiente llama,

no obligando a quien os ama,

los méritos que tenéis,

580

aunque licencia me deis

para querer a otra dama.

(Vase.)

SERAFINA

  Cortés caballero.

FINEA

Tanto,

que lástima le he tenido.

Fuerte desengaño ha sido.

SERAFINA

585

Toma, Finea, este manto,

  que no es tiempo de mirar

en lo que no puede ser.

FINEA

Notable cosa es querer.

SERAFINA

Más notable es olvidar.

(Sale LEONARDO.)

LEONARDO

590

  Serafina.

SERAFINA

Hermano mío,

¿de dónde?

LEONARDO

Vengo admirado

de dos cosas, con razón.

En casa de don Fernando,

la primera, que se casa

595

don Juan.

SERAFINA

¿Qué don Juan?

LEONARDO

No ha sido

sin causa el dudar el nombre.

SERAFINA

Decir que se casa, es caso

tan estraño, que no es mucho

dudar qué don Juan, Leonardo.

LEONARDO

600

¿Don Juan, su hijo?

SERAFINA

¿Es posible?

LEONARDO

Debajo de hábitos largos

suele haber poco juicio.

Qué bien su padre ha empleado

lo que le cuesta el ponerle

605

a un estado tan alto.

Loquillo, ignorante, en fin,

un mozuelo enamorado

que arroja hacienda y honor

y estudio de tantos años,

610

por lo que mañana creo,

y aun hoy estará olvidado,

si lo tuviese esta noche,

como en el alma los brazos.

Lo segundo que me admira

615

no es el ver el padre airado,

porque es grande la ocasión,

pero el ver que llegue a tanto,

que después de haber querido

matarle, desesperado,

620

ha hecho con grande nota,

por las ventanas abajo,

echar su ropa y vestidos,

sus libros y cuanto hallaron

ser del pobre caballero.

625

Parece que te ha pesado.

SERAFINA

¿Pues a quién no ha de pesar,

y con más razón que a entrambos,

que nos criamos con él?

LEONARDO

Entra, que quiero que vamos

630

a hablarle esta tarde juntos,

si vive, porque ha quedado

de cólera casi muerto.

SERAFINA

Hasta agora fue mi daño

un imposible de amor,

635

ya es mayor, pues es agravio.

Porque, ¿quién podrá sufrir

los celos, desengañado?

Que el amar un imposible,

no ha menester desengaño.

(Vanse.)

(Salen DON JUAN y PEDRO, de soldados, con bandas y plumas.)

DON JUAN

640

  Ya vengo como tu quieres,

PEDRO

Y como el tiempo lo manda,

esto de plumas y banda,

es hechizo de mujeres.

  Mucho se ha de holgar Elena.

DON JUAN

645

Mi padre quisiera yo.

¡Ay, mi casa!, quién te vio

de tantas riquezas llena

  solamente para mí,

y agora te ve cerrada.

PEDRO

650

Que la cólera pasada,

todo ha de ser para ti.

DON JUAN

  No me des a conocer,

Pedro, un hombre tan airado

que mató, mal informado,

655

la desdichada mujer.

PEDRO

  ¿Mal informado?

DON JUAN

¿Pues no?

PEDRO

¡Bien haya, amén, pues lo eres,

quien sabe honrar las mujeres!

DON JUAN

¿Nací de las piedras yo?

PEDRO

660

  ¡Oh, sabrosos animales!,

no es hombre el que os tiene en poco.

DON JUAN

Yo, a lo menos, estoy loco.

PEDRO

No todas nacen iguales,

  pero como no sean brujas,

665

destas que andan a chupar,

que es menester preguntar

si son de pierna y de agujas;

  y consuélate, don Juan,

de cuanto puedes perder,

670

que más perdió por mujer

no habiendo más de una, Adán.

  ¿Qué virtuosas, qué santas

disculpan aquella culpa?

Por Dios, que tiene disculpa

675

quien se pierde donde hay tantas.

DON JUAN

  ¡Ea!, acaba de llamar.

PEDRO

A mí echaranme, señor;

yo tomaría, que olor,

aunque no fuese de azar;

680

  pero temo algún cascote.

DON JUAN

¿Pues para qué me he vestido?

PEDRO

El cuento viejo ha venido

aquí a pedir de cogote.

  Juntáronse los ratones

685

para librarse del gato,

y después de un largo rato

de disputas y opiniones,

  dijeron que acertarían

en ponerle un cascabel,

690

que andando el gato con él,

guardarse mejor podían.

  Salió un ratón barbicano,

colilargo, hociquirromo,

y encrespando el grueso lomo,

695

dijo al senado romano,

  después de hablar culto un rato:

«¿Quién de todos ha de ser

el que se atreva a poner

ese cascabel al gato?»

DON JUAN

700

  Ya entiendo, que haber venido

ha sido, Pedro, invención,

y el llamar, la ejecución.

PEDRO

¿No tienes apercebido

  el llanto para la mano

705

cuando te la ha de besar?

DON JUAN

Por eso no ha de quedar,

si mi padre es hombre humano.

PEDRO

  Di que su esclavo serás.

DON JUAN

Póngame un clavo, una argolla.

PEDRO

710

Si no tiene hasta cebolla

la valona, pondré más.

DON JUAN

  ¡Ha de casa!, ¡qué ocasión

hoy en la calle perdimos!

PEDRO

Muy emplumados venimos

715

para pródigo y lechón.

  Tú, ni en vestido ni en cara,

tu papel puedes hacer;

que yo bien puedo tener

plaza en cualquiera piara.

(Sale DON FERNANDO.)

DON FERNANDO

720

  ¿Quién es?

DON JUAN

Un hombre, señor,

que ya no merece nombre

de tu hijo, pues es hombre

que no mereció tu amor.

  Voy a Flandes a morir

725

entre fieros enemigos,

pues que no supe entre amigos

y en tu obediencia vivir;

  y aun ojalá que en Triana

me matara una pistola.

DON FERNANDO

730

No es tu desvergüenza sola

la que hiciste con sotana;

  [-as]

[...]

[...]

735

y que de plumas presumas

  con éstas puedes volar,

porque ya quedas de suerte

que solo pueden valerte

por la tierra o la mar.

740

  Vete, y en tu vida creas

que me has de volver a ver.

DON JUAN

¡Oh, qué presto has de saber

la muerte que me deseas!

  Pero siquiera, señor,

745

porque me has criado, mira

que no es nobleza la ira

y el perdonar es valor.

  Solo te pido la mano

merezca tu bendición.

DON FERNANDO

750

Donde no se da perdón,

es la bendición en vano.

DON JUAN

  ¿Pues es posible, señor,

que me dejas ir así?

DON FERNANDO

¿Y tú, parécete a ti

755

que me has dejado mejor?

DON JUAN

  No era yo para el estado

que tú me querías dar.

DON FERNANDO

Ni yo para transformar

un sacerdote en soldado,

760

  que si de ti no me vengo

es porque aunque no lo fuiste,

basta que serlo quisiste

para el respeto que tengo.

  Clérigo te imaginé,

765

y de haberlo imaginado,

ya tienes algo sagrado

con que luego te dejé.

  Vete, y no pares aquí,

ni sepan tus desvaríos.

DON JUAN

770

Ojos, no parecéis míos,

pues no me vengáis de mí.

PEDRO

  Dale cebolla, que ya

parece que se enternece.

DON FERNANDO

¡Qué poco el llanto merece

775

con quien ofendido está!

DON JUAN

  En fin, ¿me dejas ansí?

DON FERNANDO

Esto es hecho.

DON JUAN

¡Qué rigor!

PEDRO

Dale cebolla, señor.

DON FERNANDO

Vete, pródigo.

PEDRO

¿Y a mí

780

  no me oirás por su cochino

hablando con reverencia?

DON FERNANDO

Más que incitas mi paciencia

para hacer un desatino.

DON JUAN

  Cuán de otra suerte aquel padre

785

de familias recibió

su hijo.

DON FERNANDO

Y lo hiciera yo,

mas no es posible que cuadre

  aquí la comparación,

que aquel vino arrepentido.

PEDRO

790

Sí, mas no le has parecido

en la debida porción.

DON FERNANDO

  Tenía parte en su hacienda,

y esa no tiene don Juan.

PEDRO

¿Señor?

DON FERNANDO

Quedo, ganapán.

PEDRO

795

Dale cebolla.

DON FERNANDO

No entienda

  que ha de ver más esta casa.

DON JUAN

Fuese.

(Vanse.)

PEDRO

Nada aprovechó,

mas señas le he visto yo,

y todo en efecto pasa.

800

  Otros hijos se han casado.

DON JUAN

Sí, pero la bendición

del padre, aunque haya perdón,

es desgracia haber faltado.

  Ello ha de ser con su gusto,

805

porque ansí lo manda Dios.

PEDRO

Pues volvámonos los dos,

que yo sé también que es justo.

DON JUAN

  ¿Y Elena?

PEDRO

En Triana está,

labrando una verde manga,

810

para el venturoso día

que casados juguéis cañas.

DON JUAN

Camina, Pedro, a la puente,

y pasemos a Triana,

que grandes resoluciones

815

no quieren grandes tardanzas.

PEDRO

¿En fin, te casas?

DON JUAN

¿Qué quieres?,

tengo la palabra dada.

PEDRO

Otros tienen dadas obras,

y no cumplen las palabras.

DON JUAN

820

Qué villano estuvo, ¡ay, cielo!

PEDRO

Antes no, pues que le dabas

cebolla y nunca la quiso.

DON JUAN

Camina, Pedro, a Triana.

(Vanse.)

(Salen ELENA y INÉS, criada.)

ELENA

Las sombras de mi temor

825

no me dejan alegrarme

con cuanto dices que viste.

INÉS

Propia condición de amantes,

quítase el crédito al bien,

con que dejas de gozarte,

830

mientras le admites dudoso.

ELENA

¿Que viste Inés esta tarde,

para tanta dicha mía,

a don Juan mudado el traje?

INÉS

Digo que le vi con plumas,

835

mira si puede mudarse

en más diferente forma

quien era ayer estudiante.

ELENA

¡Ay, Dios!, si ya mi fortuna

se mostrase favorable

840

a mis deseos, mas temo

que al mejor tiempo me falte,

porque como no son justos,

no dejan asegurarme

en esperanzas que duren,

845

sino en penas que me maten.

¿Quién ha de pedir al cielo

que deje, para casarse,

un hombre tan alto estado,

tanta renta, honor tan grande?

850

¡Oh, amor!, que solo reparas

en tu gusto, porque haces

cosas injustas, dirás

que fue disculpa bastante

el haber nacido ciego.

(Salen DON JUAN y PEDRO.)

INÉS

855

¿Llamaron?

DON JUAN

Entra y no llames.

PEDRO

¿Tomas ya la posesión?

DON JUAN

Vengo, mi señora, a darte

satisfación de la fe

con que supiste obligarme.

860

Veisme aquí, si por ventura

asegurar deseaste

la esperanza de ser tuyo,

para que ya no se alaben

cuantos hicieron finezas,

865

que fueron con esta iguales.

¿Qué importa que desde Abido,

Leandro, el estrecho pase?

¿Qué mal se iguala al enojo

de un noble y airado padre?

870

Sacando yo la licencia,

Elena, para casarme,

probando que no tendría

efecto con publicarse,

no faltó quien se lo dijo,

875

aquí no es justo casarte.

Con pintar tigres, leones

y otras fieras semejantes,

sacó la espada, no pudo

por los presentes matarme.

880

Y porque llevaba yo

dos ángeles que me guarden,

cerró las puertas, en fin,

y mandó que me arrojasen

por las ventanas mi ropa.

885

Yo, pretendiendo probarle,

tomé el traje en que me ves,

y para partirme a Flandes

le pedí la bendición;

mas fue tan inexorable,

890

que no la pude alcanzar;

mas déjame que le alabe

de una cosa que en sus iras

me ha parecido notable.

No me ha echado maldiciones,

895

como muchos padres hacen

neciamente, porque a muchos

quiere Dios que los alcancen.

Esto me ha dado consuelo

y esperanza de gozarte

900

en paz dulce, prenda mía,

que algún día haremos paces.

Es justo acuerdo y es fuerza

por algún tiempo ausentarme

de Sevilla y dar lugar

905

a que este suceso pase.

Porque el mayor dura un mes,

al fin del cual a casarme

volveré a Sevilla alegre;

tú, en tanto, mira que pagues

910

esta fe, este amor; no puedo

pasar mi bien adelante.

PEDRO

¿Andamos con la cebolla

tan tiernos que, en todas partes,

lloramos sin ocasión?

ELENA

915

Pensé, don Juan, alegrarme

con verte, y estoy más triste

habiéndote visto que antes.

Todo el discurso fue alegre

hasta llegar a ausentarte.

920

Porque, ¿dónde habrá paciencia

que para tu ausencia baste,

siendo perderte de vista,

no presumiendo que engañes

una mujer que te adora?

925

Porque para no casarte

no era menester dejar

la riqueza de tu padre,

la dignidad de tu oficio,

dando lugar a que hable

930

toda esta ciudad de ti;

pero si es fuerza dejarme,

dime donde vas, mi bien.

DON JUAN

El amor, Elena, es grande

que mi padre me ha tenido,

935

y aunque éste puede templarse

con el agravio, es muy cierto

que en mi ausencia ha de obligarle

a notable sentimiento

con que piadoso me llame.

940

Iré a la corte, y allí

escribiré por instantes

al mayor amigo suyo,

para que el perdón me alcance.

Vuelvo a firmar la palabra

945

de ser tuyo y, porque es tarde

para pasar atrevido

con las postas por su calle,

solo te pido...

ELENA

Detente,

mi señor, que es agraviarme

950

pedirme fe, ni memoria,

porque primero que falte

a tantas obligaciones,

se verán las altas naves

deste río en las estrellas.

955

Y que las estrellas bajen

a ser de sus aguas peces

y, rompidos los cristales,

del cielo caerán sus polos,

dividido el sol en partes.

960

¿Qué mujer debe en el mundo

amar tanto, aunque llegase

a perder por ti mil vidas?

PEDRO

En fin, Inés, hoy se parten

soldados los que ayer fueron

965

pacíficos estudiantes.

Así va el mundo.

INÉS

¿A qué mano

picaron?, ¿pensarás darte

en aquel Madrid con plumas?

PEDRO

¿Con plumas?, ¡qué disparate!

970

Mal conoces sopalandas.

Gorrón, echaba yo lances

famosos, que donde quiera

se cuelan los deste traje.

A dos veces de ver plumas,

975

lo que no pasa se sabe;

échanse mucho de ver,

mas ya mi amo se parte,

has de tener fe en ausencia.

INÉS

Antes, Pedro, que me falte,

980

estará el sol donde suele,

porque, ¿quién podrá quitarle

de dónde le puso Dios?

PEDRO

Estas sí que son verdades.

DON JUAN

Mi bien, yo me voy, adiós,

985

que partirme apriesa nace

de que este tiempo que pierdo

para la vuelta se alargue.

ELENA

El cielo vaya contigo,

Pedro, mira qué regales

990

a don Juan.

PEDRO

Sin ti, señora,

no habrá regalo que baste.

¿Qué mandas para Madrid?

ELENA

Que acuerdes, si me olvidare,

a don Juan.

PEDRO

No me lo digas,

995

ni tanta firmeza agravies.

ELENA

Abrázame, Pedro.

PEDRO

Tente.

que harás que don Juan me abrase,

para quitarme el abrazo.

ELENA

Celosa quedo y cobarde.

PEDRO

1000

¿De qué?

ELENA

De ver que se pone

el sol que en mis ojos sale

que un Madrid y aquellos años,

¿qué lealtad quieres que guarden?

 

Acto II

 

Salen LEONARDO, PEDRO y DON JUAN.

LEONARDO

  Antes fuera maravilla

1005

venir con menos cuidado.

DON JUAN

Enojos de un padre airado

me sacaron de Sevilla,

  y vuélvenme los deseos

de la ocasión a saber

1010

qué fin puedo prometer

a mis dudosos empleos,

  para que vos, a quien tiene

respeto por amistad,

rompáis la dificultad