La sangrienta marcha de los viernes, por la tierra y la herencia cultu
De interés general

La sangrienta marcha de los viernes, por la tierra y la herencia cultural

 

 

08/08/2013 Fuente revistaenie. Cada semana, los habitantes de la villa palestina Nabi Saleh protestan contra el asentamiento israelí Halamisch, que avanzó sobre su territorio y su fuente de agua. El cineasta belga Jan Beddegenoodts retrató el contraste de ambos poblados y la represión que sufren los palestinos en “Gracias a Dios, es viernes”, un documental que se presenta el jueves en la 15º edición del Festival Internacional de Derechos Humanos.

 

La cámara muestra a la distancia una antigua villa palestina situada sobre una colina desértica. Panea a su izquierda y descubre, en la cima de la próxima colina, muy cerca, un asentamiento de casas modernas rodeadas de vegetación. Allí se puede ver el trazado de un enclave diseñado como un suburbio estadounidense, donde los niños juegan en los parques y los vecinos se saludan mientras riegan el césped muy verde. Del otro lado, el ejército israelí patrulla las calles de la villa palestina y por los altoparlantes les ordena a los pobladores que entren a sus casas. No les explican por qué. Una joven mujer se niega y pide que la dejen buscar a sus dos pequeños hijos que juegan en la calle. El soldado la amenaza con dispararle, ella avanza unos metros, recoge a sus hijos y cuando está por entrar a su casa, una granada de gas lacrimógeno cae a centímetros de la cabeza de su hija de tres años y explota. Así comienza Gracias a Dios, es viernes, un documental de Jan Beddegenoodts que retrata la vida en el asentamiento israelí Halamisch y en el pequeño pueblo palestino de Nabi Saleh.

 

Para entender qué sucede en este lugar debemos retrotraernos a 1976, cuando un grupo de colonos religiosos israelíes se establecieron en territorio palestino y fundaron la comunidad de Halamisch, usurpando tierras privadas de los habitantes de Nabi Saleh. Los palestinos protestaron ante la corte del estado israelí, pero no pudieron impedir el crecimiento de la colonia. Todo empeoró en 2009, cuando el asentamiento israelí expandió su territorio y tomó el control de todas las vertientes de agua de la zona situadas en haciendas privadas palestinas. Al no poder acceder al agua, los pobladores de Nabi Saleh comenzaron a movilizarse cada viernes para protestar contra el asentamiento Halamisch y sus marchas fueron siempre reprimidas con camiones hidrantes, balas de goma, y cientos de granadas de gases lacrimógeno lanzadas por el ejército israelí para dispersar a la multitud.

 

Desde entonces, más del 25 por ciento de la población de Nabi Saleh fue arrestada, incluyendo mujeres y niños, y su líder Bassem al-Tamimi está detenido sin condena desde hace más de tres años. En diciembre de 2011, su pariente Mustafa Tamimi murió cuando una granada de gas disparada desde corta distancia por un soldado israelí le impactó en la cara durante la marcha. Y al año siguiente, el sobrino de esa primera víctima, Rushdi Tamimi, fue asesinado por el ejército durante otra marcha.

 

Gracias a Dios, es viernes es una de las películas más destacadas de la 15º edición del Festival Internacional de Derechos Humanos, que proyectará 120 filmes entre el 7 y 14 de agosto. Además de las secciones tradicionales, este año el festival presenta “Ventana Cine Fértil”, con filmes relacionados con Palestina y la zona de refugiados del Saharaui, entre otras novedades.

 

El documentalista belga Jan Beddegenoodts, director de Gracias a Dios, es viernes, de visita por primera vez en Buenos Aires, habló con Revista Ñ sobre las circunstancias para retratar la vida cotidiana de los residentes de Halamisch y Nabi Saleh. “Siempre me interesó registrar cómo la gente percibe la libertad en diferentes lugares del mundo. Después de graduarme como periodista viajé por la India, Cuba, Congo y los Estados Unidos antes de ir a Palestina, para registrar qué significaba el concepto de libertad para las personas que fui encontrando en estos viajes”.

 

 

-¿Por qué se interesó en Israel y Palestina?

-Hacía mucho tiempo que seguía de cerca el conflicto israelí-palestino y decidí viajar a Palestina para filmar diferentes protestas. Así fue que un viernes llegué a Nabi Saleh para participar de su movilización y me sentí realmente conmovido cuando vi que hasta los niños de cinco años participaban en la marcha. Me intrigó mucho la intensidad con que todos participaban en la movilización, a pesar de que siempre son reprimidos muy duramente por el ejército israelí.

 

 

-¿Por qué protestan los habitantes de Nabi Saleh contra el asentamiento Halamish?

-El asentamiento israelí Halamish fue construido muy cerca de Nabi Saleh y por esa razón el ejército israelí está todo el tiempo patrullando la zona y dentro de la villa. Además, el ejército colocó un puesto de seguridad a la entrada del pequeño poblado palestino y sus habitantes deben pedir permiso para entrar y salir de su comunidad. Esa situación genera una tensión constante. Esto se suma a que en 2009 los residentes israelíes se apropiaron de un 30 por ciento de tierras privadas de los vecinos de Nabi Saleh y de las vertientes de agua de la zona.

 

 

-Su película se centra en la movilización de cada viernes de Nabi Saleh, pero también muestra la reacción de sus vecinos israelíes.

-Desde un primer momento quise filmar cómo vivían cada viernes en ambos lugares: registrar las marchas de los palestinos en contra del asentamiento y cuál era la reacción de los israelíes ante la protesta, muy cerca de sus casas. Me contacté con algunas personas que vivían en el asentamiento, pero no logré que confiaran en mí para poder entrar a filmar. Así que durante ocho meses sólo filmé en Nabi Saleh y luego regresé a Bélgica para pasar la Navidad.

 

 

-¿Y cómo fue que llegó a filmar en Halamish?

-Mientras estaba en Bélgica me enteré que había muerto el joven Mustafa Tamimi durante una marcha. Un soldado israelí le disparó a quemarropa en la cara con una granada de gas lacrimógeno. Así que decidí regresar y encontrar la manera de filmar la reacción de los habitantes del asentamiento israelí sobre el asesinato de este joven. Con mucha suerte y conexiones, logré que los tres fundadores del asentamiento me dejaran retratarlos y hablaran sobre este episodio.

 

 

-En la película se ven los niños de Halamish jugar con hamacas y bicicletas, mientras los palestinos juntan piedras, aprenden a arrojarlas y encienden neumáticos. ¿A qué atribuye que sus juegos sean tan diferentes?

-Los niños palestinos e israelíes son educados de maneras muy diferentes por sus padres y, aunque vivan muy cerca, terminan creciendo en mundos diametralmente opuestos. Creo que los niños palestinos juegan a enfrentar al ejército israelí, pero no lo están haciendo realmente, es sólo parte de su juego. Y si bien los chicos participan cada viernes en la protesta, sus padres les prohíben tirar piedras.

 

Nunca se sabe qué va a suceder en las marchas, generalmente hay corridas, balas de goma y hay que protegerse de los gases. Otros viernes, algunos heridos deben ser llevados al hospital. Pero cuando un soldado israelí dispara a matar a uno de los manifestantes, te das cuenta de que el peligro es real, que no es un juego, que allí se está peleando por la tierra y por la herencia cultural.

 

-También se ve cómo soldados israelíes ingresan por la noche en las casas de los palestinos y levantan a la fuerza a los niños para sacarles fotos. ¿Por qué sólo a los niños?

-Para ser honesto, nunca entendí la lógica que utilizan las fuerzas armadas israelíes. Ellos creen que sus operativos nocturnos para fotografiar a los niños son una manera de asustar a sus padres y a los propios niños, para que no participen en las protestas de cada viernes. Pero que invadan sus casas y se metan con sus hijos sólo genera más enojo y más odio, y les da más fuerza para continuar la resistencia. El ejército no sólo tiene armas, sino que también tiene equipos que filman y fotografían cada marcha, especialmente a las personas que tiran piedras. Y si una piedra toca a un soldado o un camión, con esa foto ellos pueden arrestar al niño o al joven y llevarlo ante un juez.

 

-¿Desde qué edades pueden ser arrestados?

-No es un secreto que muchos menores de edad palestinos son detenidos durante la protesta. En mi película se puede ver cómo se llevan chicos de 13 años.

 

-Los fundadores del asentamiento israelí aseguran en la película que no les importa que sus vecinos protesten contra ellos todas las semanas y sean reprimidos. ¿Por qué piensa usted que no les interesa?

-Ellos creen que tienen derecho a vivir allí y son apoyados por el estado israelí. Los habitantes del asentamiento son parte de un grupo religioso que no reconoce al estado palestino ni su identidad. A ellos no les interesa la vida de sus vecinos, y si algún manifestante es asesinado durante una marcha, dicen que es su culpa por intentar protestar frente al asentamiento. Me fue imposible tratar de reflexionar estos temas con ellos, porque no accedían a pensar las cosas de otra manera. Desde los fundadores hasta los adolescentes israelíes del asentamiento, todos aseguran que los palestinos deberían conseguir un trabajo, construir una vida y dejarse de protestar.

 

-¿Por qué decidió incluir en la película las reacciones de los protagonistas luego de haber visto una primera versión?

-Después de dos años de trabajo sentí que lo más honesto que podía hacer era volver a Nabi Saleh y al asentamiento para mostrarles la película. Así ellos podían decirme qué les pareció e incluirlo en el filme. Sus reacciones fueron tan diferentes que me pareció interesante que los espectadores también contaran con esas respuestas para sacar sus propias conclusiones.