Paradoja del sector textil: festeja dólar blue alto pero quedó preso d
Comercio Exterior

Paradoja del sector textil: festeja dólar blue alto pero quedó preso del atraso cambiario

 

 

30-12-2013 Fuente iprofesional. Desde el sector afirman que el ingreso de mercadería importada es mucho mayor de la que los argentinos suponen. Festejan la brecha cambiaria, porque el dólar paralelo elevado redujo la entrada de prendas truchas. Pero ven con preocupación la caída en los márgenes de ganancia

 

La Fundación ProTejer, que reúne a los principales productores textiles del país, festejó este 2013 sus 10 años de vida.

 

Este período coincide con la "década ganada" del kirchnerismo, en la que esta industria se convirtió en objeto de envidia del resto de los sectores, al ser catalogada como la "niña mimada" del Gobierno.

 

Es que el cierre de las importaciones impuesto por el entonces secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, impidió la entrada de productos del exterior y le allanó el camino a la indumentaria con etiqueta "Industria Argentina".

 

Sin embargo, y en respuesta a algunos cuestionamientos, esta protección es negada por los empresarios del rubro que, además, presagian un panorama complicado de cara a los tiempos que vienen.

 

Tiempos difíciles

Los números que muestra esta actividad son desalentadores, al igual que el diagnóstico que hacen los empresarios.

 

"No se esperan tiempos sencillos", sentencia Aldo Karagozian, ex presidente de la Fundación ProTejer y presidente honorario de TN&Platex, una de las empresas de hilado más importantes del país.

 

Su diagnóstico, traducido en cifras, es el siguiente.

 

• En 2013 la actividad registró una caída del 3% y ha experimentado cifras de crecimiento decreciente a lo largo de los últimos años.

 

• El encarecimiento en dólares, la mayor presión impositiva y el alza en los costos -que no fue acompañada por una mejora sustancial en la competitividad- dio lugar a un déficit comercial de u$s1.100 millones sólo en 2013, según datos de Abeceb, producto -entre otros factores- de la creciente dificultad para colocar el "Made in Argentina" en el exterior.

 

• También desde ProTejer dan cuenta de otro factor que suma preocupación y siembra dudas sobre el cerrojo importador oficial: aseguran que en estos últimos años la importación de indumentaria "ocupó el 40% de la industria textil".

 

"Las restricciones a las importaciones dieron algo de respiro a la actividad, pero claramente no es lo que se ha instalado en la opinión pública", afirma Ariel Schale, economista y director ejecutivo de la Fundación ProTejer.

 

¿Más protecciones, más importaciones?

Schale señala que mientras que en "los '90 se importaron u$s9.000 millones, promedio anual, en productos textiles, en 2013 ingresaron más de u$s12.000 millones".

 

El directivo sostiene que pese al intento de poner un freno al ingreso de indumentaria no se ha podido modificar ni reducir el nivel promedio de períodos anteriores.

 

Y aporta más detalles: el principal incremento no se dio en las compras de hilados e insumos necesarios para la actividad, sino en los productos que llegan terminados. Básicamente, de prendas traídas desde China, que acaparan 30% del total.

 

Los empresarios textiles aseguran que esto trae consecuencias sobre toda la cadena productiva, que lo "sufre de forma completa".

 

"El principal rubro de importación son prendas elaboradas. Y cuando entra mercadería lista para la venta se deja de producir el hilado, el tejido y la costura", asegura Schale.

 

Para dar cuenta de los efectos negativos de esta situación, la fundación ProTejer estrenó un mecanismo utilizado en Brasil (lo llaman el "importómetro"). En esa nación identificaron que por el ingreso de mercadería se deja de crear un puesto de trabajo cada 28 segundos. En Argentina, los directivos del sector hablan de la pérdida de un empleo cada siete minutos.

 

"No se trata de que no entre nada pero sí se pide que se tenga en cuenta la incidencia que tienen en la industria nacional todos los productos que llegan terminados desde afuera", señala el actual presidente de ProTejer, Marco Meloni. 

 

Un dólar "anti contrabando"

Esta actividad fue, quizá, una de las pocas beneficiadas por la aparición de la brecha cambiaria y por un dólar blue que se fue alejando del oficial.

 

Es que un billete paralelo mucho más caro redujo la cantidad de mercadería que ingresa al país por contrabando, que se paga en billetes verdes y, claro está, por fuera del circuito bancario.

 

Se estima que algo más del 40% de lo que entra es de fabricación China.

 

Al calor de la mayor brecha cambiaria, el arribo de indumentaria "trucha" disminuyó de forma considerable, para beneficio de los empresarios.

 

Esto, que viene a ser un motivo de "festejo" para la actividad, tiene como contrapartida el aumento progresivo de los costos internos, que ha reducido sustancialmente el margen de ganancia de las distintas compañías que conforman la cadena productiva.

 

Schale, asegura que "el sector productivo está siendo castigado por los costos en alza del rubro de bienes transables y, dentro de ese proceso, la industria textil es una de las más afectadas".

 

Hernán Ebekian, importante productor textil, destaca que la fabricación de prendas se ha encarecido de manera considerable, por los salarios y el alto precio de las materias primas.

 

A esto se suma el incremento de otros servicios, como el de la logística. Schale lo grafica con un ejemplo contundente: "Un flete de La Rioja a Buenos Aires costaba $750 en 2003 y hoy no lo conseguís por menos de $9.500".

 

Ebekian identifica otras cuestiones que afectan a las marcas, como "el incremento en el valor de los alquileres, el mayor número de empleados necesarios para cubrir los siete días de la semana y los programas de descuentos que deben hacerse junto con bancos y tarjetas para mantener las ventas".

 

Por una cuestión de demanda y por la fuerte atomización del sector, todo este combo de mayores gastos no puede trasladarse enteramente a los precios, con indumentarias que ya de por sí quedaron muy caras para los bolsillos de muchos argentinos.

 

Ebekian afirma que los costos representan más de la mitad del valor de un producto de primera marca y que por esto, "las subas casi siempre se terminan reflejando en el precio que la gente ve en las estanterías".

 

En un escenario en el que la rentabilidad se reduce a pasos acelerados, el director ejecutivo de la Fundación ProTejer subraya los problemas derivados del atraso cambiario.

 

Un dólar oficial barato "genera un mayor incentivo a importar mercadería", aunque el Gobierno busque proteger ese ingreso vía restricciones.

 

Además, señala que en este 2013 muchos empresarios invirtieron para tecnificarse y así mejorar la productividad, aunque este proceso -para que sea más profundo y dé mayores frutos- requiere de un marco de mayor previsibilidad.

La competencia de las "valijas"

Otra de las cuestiones que genera preocupación en la actividad es la compra de indumentaria fuera del país que realizan los millones de argentinos que cruzan la frontera año a año, a las que se suma (aunque en menor escala) las adquiridas vía Internet.

 

En 2013, el atraso cambiario generó un boom de compras en el exterior que ni el recargo del 20% sobre las tarjeta pudo reducir.

 

"Es una competencia muy significativa. Actualmente representa casi el 10% de las ventas totales del mercado y eso es muchísimo", asegura Ariel Schale.

 

Por ello, el freno impuesto desde el Gobierno a las compras online y la suba del recargo al 35% son iniciativas vistas por los empresarios como un alivio, si bien Schale asegura que ya se ha perdido mucho terreno.

 

Importaciones que no bajan, un consumo interno más frío, la fuerte suba de costos que dificulta exportar, atraso cambiario, mercadería trucha que ingresa al país y argentinos trayendo ropa en las valijas, hacen que el sector no se muestre optimista.

 

Ahora, con Capitanichy Kicillof al frente del equipo de Cristina, la "niña mimada" requiere de más ayuda oficial.

 

Una muestra más de cómo la pérdida de competitividad e incertidumbre política (que impide una mayor incorporación de tecnología en los procesos) deja a una actividad complicada en el plano interno y alejada del sueño de colocar el "Made in Argentina" en las estanterías del mundo.