Amar, servir y esperar 1. Primera entrega
Autor: Félix Lope de Vega. Fuente artelope.
Personas
FELICIANO, caballero
ANDRÉS, criado
DOROTEA, dama
JULIO, criado
UN PASTOR
UN VENTERO
DON SANCHO TELLO
CELIA, dama
DON DIEGO, caballero
FABIO, criado
EL CAPITÁN BERNARDO
ESPERANZA, esclava
RUFINA, moza de esclava
CUATRO SALTEADORES
MÚSICOS
FÉLIX
Jornada I
Salen FELICIANO de camino, y ANDRÉS , con dos escopetas, tocan primero una caja como que es tempestad.
FELICIANO
¡Válgame el cielo Andrés, válgame el cielo!
ANDRÉS
El cielo pienso que se viene al suelo,
y hiciera mal, señor (si ser pudiera
que al suelo se viniera)
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que no está el suelo ya para vivirle.
FELICIANO
Erramos el camino.
ANDRÉS
Más dicha fue, señor, que proseguirle.
FELICIANO
¡Jesús, qué escuridad de torbellino!,
pienso que vienen dentro
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todas las furias del escuro centro.
La máquina del cielo se desata
de sus ejes de plata,
sus orbes de relámpagos vestidos
están más temerosos que lucidos.
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Parece que una y otra ardiente llama
por el cristal rompido arroja al suelo.
la tierra se estremece, el aire brama,
y en víboras de fuego escupe yelo;
si esto hace la tierra,
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¿quién se fía del mar?
ANDRÉS
Cuando esta sierra
no fuera tan Morena,
hoy lo quedara como el nombre suena.
Pobres de los caballos,
apenas pude atallos,
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mas no podrán moverse
que si llegan a verse
los animales en peligros tales,
¿no se apartan del hombre, aunque animales?
FELICIANO
Dices verdad, y no me maravillo,
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que huyendo de un halcón un pajarillo,
sobre la mano se me puso un día,
y pienso que chillando me decía,
hombre deste tirano me defiende.
ANDRÉS
Ya parece que el cielo se suspende,
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lástima es ver entapizado el suelo
de rotas verdes hojas
entre balas de yelo.
FELICIANO
Ya por las nubes cárdenas y rojas
acecha el sol la tierra,
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como que no se atreve
a mirar los despojos de la guerra,
y revueltas las ramas y la nieve
precipitarse arroyos turbulentos
entre dientes de bárbaros acentos.
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Pero escucha, ¿qué es esto
que entre aquellas encinas
parece voz humana?
ANDRÉS
El eco al son funesto
responde, ¿qué imaginas?
FELICIANO
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Que no es sospecha vana.
(Dentro DOROTEA dama.)
DOROTEA
Ay de mí, que aun la muerte,
que suele ser remedio en desdichados,
huye de mí.
FELICIANO
En lo que dice advierte.
ANDRÉS
Los aires más templados
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traen la voz de una mujer que llora.
FELICIANO
Aún no se ha puesto el sol, y ya el aurora
las yerbas humedece.
ANDRÉS
No lejos destos árboles parece
que suenan sus estremos.
DOROTEA
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¡Ay Dios!
FELICIANO
¿Andrés qué haremos?,
que llanto de mujer obliga al hombre,
no más de por el nombre,
que fue escritura, que a naturaleza
hicieron la piedad y la nobleza.
ANDRÉS
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¿Si estamos encantados?
DOROTEA
¿Para qué vivo yo, cielos airados?
FELICIANO
Otra vez se lamenta.
ANDRÉS
Aquí, señor, te asienta,
mientras que voy a ver de rama en rama
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quien con tanto dolor la muerte llama.
(Vase.)
FELICIANO
Oye gemir la blanca tortolilla
el casto esposo en álamo frondoso,
y acudiendo al chillido, el vagaroso
viento con pico y plumas acuchilla.
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Oye bramar la tímida novilla
el hosco toro, que se huyó celoso,
y arrojándose al río caudaloso
sacude el agua en la florida orilla.
¿Pues qué milagro que llorando asombre
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una mujer, a quien las debe tanto,
pues para socorrerla, basta el nombre?
¿Qué fiera, qué león le causa espanto?
Todo lo puede el corazón del hombre,
mas no sufrir de una mujer el llanto.
(Vuelve ANDRÉS .)
ANDRÉS
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¡Caso estraño!
FELICIANO
¿De qué suerte?
ANDRÉS
Al nudoso tronco atada
de un roble, por mejor fruta
que las doradas manzanas
de la güerta de Medea,
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llora una afligida estampa
de aquella Andrómeda triste,
que en el mar de Tiro estaba
dando lágrimas, que fueron
perlas en conchas de nácar.
FELICIANO
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A propósito del caso
pintas, Andrés, esa dama
con fábulas, pues lo son
decir, que en estas montañas
haya tales aventuras.
ANDRÉS
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No lejos, toda la cara
bañada en sangre, está un hombre,
que con piadosas palabras
atado también a un roble,
solicita consolarla;
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y cerca dél en la tierra
yacen tres cuerpos sin alma,
los dos mancebos y el otro
tiñendo en sangre las canas
de su venerable aspecto.
FELICIANO
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Bien se conoce la causa
de esa desdicha; esta es gente
que a Sevilla caminaba
y dio en manos de ladrones,
que por estos montes andan.
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Bien sé que fuera prudencia,
acabar nuestra jornada
en paz, pero no valor;
este mancebo desata,
y dale tu espada, Andrés,
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que los tres....
ANDRÉS
No doy la espada,
de que me precio, a ninguno,
la escopeta sí, que es arma
que no ha menester valor.
FELICIANO
Siempre tuve confianza
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de tus manos; si es cuadrilla,
aunque pedazos nos hagan,
habemos de acometerlos,
y si unos de otros se apartan,
no dudes de que tendremos
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buen suceso.
ANDRÉS
Dios lo haga,
que a quien por justa piedad
emprende tan noble hazaña,
¿cómo es posible que falte?
FELICIANO
Mientras el hombre desatas
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estaré, valiente Andrés,
con la escopeta de guarda.
(Retírase.)
(UN PASTOR y Cuatro Salteadores.)
[SALTEADOR] 1.º
Dale, quítale la vida.
PASTOR
¿No basta que me quitéis
el ganado?
[SALTEADOR] 2.º
¿Vos tenéis,
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villano, lengua atrevida
con el señor capitán?
PASTOR
¿Pues no bastan seis carneros,
donde hay tantos ganaderos,
que en Sierra Morena están?
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No lo pague todo yo,
quitad a todos su parte.
[SALTEADOR] 3.º
Vive Dios, que estoy por darte.
[SALTEADOR] 4.º
No le matéis.
[SALTEADOR] 3.º
¿Cómo no?
[SALTEADOR] 4.º
¿No veis que es un ignorante?
PASTOR
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¿En qué entiende la Hermandad,
que por esta soledad
sufre maldad semejante?
¿Seis carneros?
[SALTEADOR] 1.º
¿Quién sabrá
desollarlos?
[SALTEADOR] 2.º
¿Quién mejor
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que el mismo dueño?
[SALTEADOR] 1.º
A pastor.
(Entran FELICIANO , ANDRÉS y JULIO con escopetas, y DOROTEA .)
FELICIANO
Aquí la cuadrilla está,
escondeos hasta ver
si son más.
DOROTEA
Ayude el cielo
la piedad de vuestro celo.
[SALTEADOR] 1.º
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Pues si lo sabes hacer,
ven donde quedan atados
desollarás los dos dellos,
y ayudarás a comellos
como quien toma los dados,
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que con eso los podremos
tomar con buena conciencia.
PASTOR
Vida, tengamos paciencia,
que en gran peligro nos vemos.
(Vanse.)
JULIO
Agora es tiempo, señor,
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si habemos de acometer.
DOROTEA
Caballero, aunque mujer,
sabed que tengo valor.
Dadme una espada.
FELICIANO
Teneos,
que no os habéis de empeñar
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donde podáis mal lograr
la fe de nuestros deseos.
Tras dellos habemos de ir,
esperad adonde estáis.
DOROTEA
Con más pena me dejáis
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que allá me diera el morir.
Estos previniendo están
cena y fiesta, en que he de ser,
como ellos piensan, mujer
de su infame capitán.
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Si os vencen, yo soy perdida,
y así es partido, señor,
que no pierda yo mi honor
y que vos perdáis la vida,
sino que muera con vos.
FELICIANO
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No habéis de pasar de aquí.
ANDRÉS
¿Cómo vencer, pesia mí
si en disparando los dos,
queda con la hoja Andrés
como el mismo Rodamonte,
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que los ladrones y el monte
ha de poner a tus pies?
(Vanse.)
DOROTEA
Ay soledades tristes,
si el alma de mis quejas lastimadas,
después que las oístes,
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os hizo, siendo mudas, animadas
en tanto desconsuelo,
no vida para mí pedid al cielo
si no la que merece
el caballero ilustre y generoso
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que aquí me favorece;
árboles deste valle temeroso
su vida le pidamos,
lenguas haced las hojas de los ramos.
Y tú manso arroyuelo,
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que duermes por las márgenes amenas
deste pintado suelo,
en palabras convierte las arenas,
los cristales desata,
cohecha al cielo, pues le ofreces plata.
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Oh sospechas inquietas
dejad el alma un átomo, un instante,
ya de las escopetas
respondiendo la pólvora tronante,
(Disparan dentro.)
dice que me consuele,
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aunque en el humo mi esperanza vuele.
Si dos solas han sido,
las nuestras son y buen efeto hicieron;
¿si se habrán remitido
a las espadas los que no murieron?,
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¿ha puesto la fortuna
en tanta confusión mujer ninguna?
De todo cuanto veo
muerto y perdido en la ocasión presente,
si vive quien deseo
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me sabré consolar, que solo siente
mi alma en mal tan fiero
la vida deste ilustre caballero.
(Sale FELICIANO y los demás.)
FELICIANO
Oh buen pastor, que has sido
la causa con tus tiros acertados
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de que hayamos vencido.
PASTOR
No cenarán a fe los convidados
de mis pobres carneros.
DOROTEA
¡Cielos, qué vitoriosos vengo a veros!
A vuestros pies rendida
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la tierra besaré.
FELICIANO
Ya mi señora
tenéis honor y vida,
asegurarla es lo que importa agora,
¿cuánto hay de aquí a la venta?,
por si la gente que ha quedado intenta
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seguirnos y vengarse.
PASTOR
Habrá dos leguas, pero son pequeñas.
ANDRÉS
Bien tienen que curarse,
sin los que piden confesión por señas,
que he dado cuchillada
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como si fuera en un melón tajada.
FELICIANO
En mi caballo puede
ir esta dama y este mozo herido
irá en el tuyo.
DOROTEA
Excede
a mi desdicha tu piedad, ya pido
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al cielo solamente
mi vida acabe y que la tuya aumente.
FELICIANO
Dale al pastor cien reales.
ANDRÉS
Primero ha de sacarnos al camino.
PASTOR
Muestran mercedes tales
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que sois hombre de pro.
JULIO
Del cielo vino
aqueste caballero.
FELICIANO
Linda mujer, Andrés.
ANDRÉS
Envido.
FELICIANO
Quiero.
(Vanse y salen CELIA dama, DON SANCHO caballero viejo.)
CELIA
Para grandes fortunas
dispone grandes ánimos el cielo.
SANCHO
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Ay Celia, son algunas
de tanto desconsuelo,
que ni el valor importa,
ni menos que la muerte el sentimiento
al corazón reporta.
CELIA
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Señor, ¿para quien tiene entendimiento
cómo puede faltar el sufrimiento?,
siendo en todos los males la prudencia
remedio a quien jamás faltó paciencia.
SANCHO
Cuando a mi hermano don Fernando espero
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que viene de Madrid con Dorotea
de casar concertada
con aquel caballero,
que llegará tan presto con la flota,
sino es que igual en las desdichas sea,
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entra en Sevilla el mísero cochero,
y con tan tristes nuevas alborota
mi alma y la justicia, ¿y te parece
que puede haber paciencia y sufrimiento?
CELIA
No niego a la razón el sentimiento,
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solo, señor, propongo la templanza
en males que no dejan esperanza.
SANCHO
Qué confusión, aún no saber el modo,
¿cómo dar a sus cuerpos sepultura?
CELIA
La justicia tendrá cuidado en todo.
SANCHO
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Partirme es fuerza en ocasión tan dura.
CELIA
Pienso que si ejecutas la partida,
te ha de costar la vida.
SANCHO
Dicha es acompañar su triste suerte
con mi forzosa muerte,