San José tributa a “El Principito”
De interés general

San José tributa a “El Principito” De interés general

 

 

05/11/2013 fuente revistaenie. Colección. Los 209 ejemplares reunidos en la ciudad entrerriana fueron conseguidos a pulmón y con un amor mayor que el del mero interés literario.

 

Sólo se conocen las cosas que se domestican. Los hombres carecen ya de tiempo. Compran a los mercaderes cosas ya hechas. Y... como no existen mercaderes de amigos, es muy simple, los hombres ya no tienen amigos. Si realmente deseas un amigo, ¡domestícame!”.

 

Palabras dichas por un zorro a su amigo humano. A partir de entonces, nunca más “domesticar” volvió a ser, simplemente, domesticar. Es que, de la mano de Saint-Ex –como le decían sus amigos al autor de El Principito –, el mundo supo hace ya más de 70 años que una vez, en el desierto, un aviador perdido encontró a un pequeño niño, que le habló de una flor y de corderos, mercaderes, estrellas y serpientes, roldanas en un pozo y un planeta que necesita permanentemente que lo limpien de asfixiantes baobabs. Una historia sobre la amistad, el sentido de la vida, la esperanza, la muerte, que convirtió al libro de Antoine de Saint-Exupéry en el tercero más traducido de la historia, después de la Biblia y El capital . Con adaptaciones para ballet, ópera, series animadas, películas, música.

 

En el Centro Saboyano de San José, Entre Ríos, se dejaron domesticar de tal modo que existe allí la mayor colección de libros de El Principito de Argentina y, creemos, de varios países a la redonda. Existen, sí, otras colecciones más imponentes en Europa (como la de Jean Marc Probft, en Laussanne, Suiza, quizá la más grande del mundo). Pero ello no quita mérito a la de San José, hecha a pulmón y con un amor mayor que el del mero interés literario. Son 209 los libros que actualmente atesora el Centro Saboyano. ¿En cuántos idiomas? ¡Ah, 150 por lo menos! Algunos, idiomas tan absolutamente impronunciables para nosotros como el plattdüütsch, el carinthien, hessisch, Op kölsch, saarländisch o el schwäbisch.

 

La hacedora principal de esta colección es Rosa Maxit, Presidenta de la Comisión Directiva del Centro Saboyano San José. “Todo comenzó en 2004, cuando la Biblioteca de San José cumplía 100 años y queríamos rendirle un homenaje –cuenta Rosa–. Decidimos hacer una exposición de libros y elegimos El Principito ; su autor nació en Lyon, capital de la región Rhône Alpes donde se encuentran los departamentos de Saboya y Alta Saboya, lugar de nuestros ancestros”. Entablaron contacto con numerosas filiales de la Alianza Francesa en el resto del mundo, y les llegaron ese año 40 ejemplares en distintos idiomas, agrega, mientras nos muestra uno titulado “Balaca Sahzade” (en azerí, de Azerbaiján). “Cada vez que alguien se va de viaje, encargo un ejemplar”, sigue Rosa.

 

El Principito fue elegido en 1999 como uno de los 100 mejores libros del siglo XX, sondeo realizado por la empresa francesa Fnac y el diario Le Monde. Una de las perlas de la colección de San José es el ejemplar titulado “Masadennin”, en lengua bambari, de Mali, que muestra a un principito negro.

 

También, dos libritos bonsái editados en Perú y en Argentina. “Y tenemos ejemplares en todos los idiomas amerindios de Sud y Centroamérica en que se ha publicado”, agrega Rosa con orgullo: quechua ecuatoriano ( El Principito se dice “Auquicu”), quechua peruano (“Kamachikup Inkacha” y “Quyllur llagtayud wawamanta”), otomí (México), maya, guaraní. Y la versión en toba (“So Shiyaxauolec Nta’a”), editada en nuestro país. Tienen el libro en afrikáans, birmano, rumanhol, romanesco, braille, tagalog (Filipinas), tamil y telugu (India), thai (Tailandia), tuareg, färsii, noruego, croata, ucraniano, armenio, lituano, zulú, japonés, braille, alsaciano, árabe, ruso, maltés, nepalí, ydish, estonio, mongol… Pero no sólo de libros se nutre el acervo. Hay una cajita de música ad hoc, manteles, un carrusel, un perfume, un libro sobre la vida de Saint-Ex, otros para colorear, llaveros, un cuadro donado por los descendientes de Saint-Exupéry; películas, está la colección publicada por Genios y las estampillas conmemorativas del año 1999 aparecidas en Francia.

 

Eso sí: la Fundación por la Memoria de Saint-Exupéry reconoce una sola versión oficial, que contiene las ilustraciones que hizo el propio autor, con el principito sobre su asteroide B 612. No es este el único nexo de Entre Ríos con Saint-Exupéry. El aviador francés vivió en Argentina casi dos años; aquí conoció a su esposa, Consuelo Soucín, y abrió nuevas rutas para la Aéropostale de su país. En cierta ocasión, debió aterrizar de emergencia en Concordia, norte entrerriano, e inmortalizó escenas del lugar en el capítulo 5, “Oasis”, de “Tierra de hombres”. La casa donde se alojó cerca del río Uruguay, llamada Palacio San Carlos, acaba de ser puesta en valor por el gobierno nacional. Y precisamente allí fue Rosa Maxit el domingo 27, luego de votar. Concordia no está lejos de San José. Visitó el Palacio San Carlos y recordó otra vez el secreto que el zorro le confió al principito: “es muy simple: no se ve bien sino con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos... . El tiempo que dedicaste a tu rosa hace que ella sea tan importante para ti. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa”.