Hacer uso del derecho a desconectarse, sin desaprovechar la flexibilid
De interés general

Hacer uso del derecho a desconectarse, sin desaprovechar la flexibilidad

 

 

22/06/2014 Fuente lanacion. Hace algún tiempo circuló por Internet el aviso de una compañía tailandesa de telefonía, cuyo paradójico eslogan era: Desconectar para conectar. En una secuencia de imágenes se mostraban a personas que, ensimismadas en su dispositivo celular, se aislaban de todo lo que las rodeaba: un padre que no veía a su pequeña hija dibujando mientras el lápiz se movía solo; unos amigos que hacían música alegremente hasta que los instrumentos comenzaban a flotar por el aire como si nadie los ejecutara; las marcas de los pasos en la playa de una mujer invisible para su pareja. El corto invitaba a la reflexión sobre el uso -abuso- de la tecnología, apelando a una sensación de melancolía frente a la pérdida de esos preciosos instantes junto a seres queridos.

 

La conectividad ilimitada puede resultar adictiva, hábito conocido por los padres de cualquier adolescente. Sin embargo, no siempre la adicción al smartphone es completamente voluntaria.

 

Aunque sin normas que se hagan explícitas, en algunas empresas existe cierta presión social para que los empleados se mantengan conectados luego de las horas de trabajo normal.

 

En algunos casos, el estar desconectado es vivido con culpabilidad, como una traición al equipo de trabajo; en otros, puede dañar una carrera laboral por causa de la pérdida de información relevante o de oportunidades que quedan en silencio. El tema tiene sus aristas, ya que la posibilidad de la conexión virtual facilita el llamado trabajo flexible, modalidad cada vez más difundida en las empresas.

 

Las tensiones entre las ventajas y los inconvenientes de la conectividad ilimitada no son menores. De allí que en algunos países se comience a hablar del derecho de desconexión para regular el empleo de la virtualidad fuera del horario laboral.

 

Alemania y Francia aparecen a la cabeza de la tendencia, lo que señala también sus connotaciones culturales, ya que el trabajo para un anglosajón -aun cuando bordee lo adictivo- suele considerarse una virtud. La sobreconexión afecta particularmente aquellas organizaciones que -por razones de distribución geográfica- trabajan simultáneamente en varios husos horarios.

 

Un informe de la Oficina Alemana para la Seguridad (BAuA), recogido por la agencia de noticias AFP, indica que, en la medida que el trabajo penetra en la esfera de lo privado, las personas sufren más estrés, más agotamiento -o burnout- y disminuye su capacidad para desconectarse.

 

El interesante informe -que recoge los resultados de 23 investigaciones internacionales- se relaciona con la preocupación existente en Alemania por el aumento de un 40% de las bajas médicas por trastornos psíquicos entre 2008 y 2011.

 

Una tregua diaria

 

Algunas empresas automotrices alemanas han tomado distintas iniciativas al respecto. Volkswagen decretó una tregua diaria de recepción de correos electrónicos, y los servidores de la empresa dejan de enviar mensajes a los teléfonos entre las 18 y las 7 del día siguiente. La medida se amplía progresivamente a más empleados.

 

Por su parte, un directivo de BMW manifiesta en la misma nota que son conscientes de que hay que poner límites entre el trabajo y la vida privada, aunque sin afectar las ventajas del trabajo flexible.

 

Los empleados tienen autorización para trabajar fuera de la oficina y contabilizar el tiempo dedicado como horas extras. Esto supone un fuerte nivel de confianza entre la persona y la empresa.

 

En Francia, el tema comienza a ser abordado de otra forma. Según indica una noticia de la agencia de noticias AP, los empleados de tecnología informática de empresas como Google y Facebook alcanzaron un acuerdo que garantiza que la posibilidad de vivir conectados, permitida por los actuales dispositivos móviles, no afecte las 35 horas semanales establecidas por la ley local.

 

El arreglo autoriza a los empleados bajo riesgo de agotamiento a desconectar sus equipos, pero no les impide llevarse trabajo a sus casas si lo desean.

 

Las ventajas de la conectividad virtual e ilimitada son innumerables, y sirven para potenciar nuestras capacidades individuales y grupales. Sin embargo, sus impactos perjudiciales no deben ser subestimados. Estrés, agotamiento, depresión y -tal vez el más grave- disminución de la calidad de los vínculos personales son algunos de sus efectos negativos y peligrosos.

 

Como desde tiempos milenarios, nada en exceso, la frase que adornaba el oráculo de Apolo en Delfos, mantiene su vigencia aun cuando se refiera a la tecnología de punta del siglo XXI..