“Los niños cenaban; yo bebía agua”
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“Los niños cenaban; yo bebía agua”

 

 

19/03/2015 Fuente elpais. El 16% de las familias atendidas por la Cruz Roja admite que sus hijos han tenido que saltarse alguna comida por falta de dinero

 

Un tercio de los hogares se ha visto obligado a reducir las raciones, según un estudio

 

La primera etapa es la ansiedad de no poder llegar a fin de mes y hacer la compra. Después se rebaja la calidad de los alimentos para ajustar el presupuesto. En un tercer estado, los mayores comen menos para que lo puedan seguir haciendo los niños. Y, finalmente, se reducen las porciones de los menores para estirar al máximo los recursos y algunos miembros se saltan comidas. Estas son las escalas de la inseguridad alimentaria que describe la capacidad de acceso a la comida. Nueve de cada diez familias atendidas en los programas de lucha contra la pobreza de la Cruz Roja en Cataluña están en alguno de esos estados. El 20%, de hecho, está en el último. Estas cifras están incluidas en el octavo estudio del Observatorio de Vulnerabilidad, presentado ayer en Barcelona.

 

“Les daba de cenar a los niños y yo me acostaba solo con un vaso de agua en el estómago”, confiesa Laura Galindo, de 31 años. Esta madre de cuatro niños de 12, 10, 7 años y un bebé de cuatro meses vive en uno de los bloques ocupados por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) en Sabadell. Sobrevive, junto con su pareja, de los 680 euros de la renta mínima de inserción (RMI), pero hace un año pasaba a última hora por los mercados para recoger lo que los comerciantes desechaban o dependía de la solidaridad de los vecinos. Lo que ingresaba limpiando escaleras no daba para los gastos. Los tres niños mayores asisten al programa de apoyo escolar de la Cruz Roja. “Si no fuera por los 78 euros que me dan al mes para comprar alimentos, no llegaríamos”, agrega.

 

La familia de Galindo es uno de los rostros tras las cifras del informe de la ONG, que atiende a unos 9.000 catalanes con hijos menores de 12 años dentro de sus programas contra la pobreza y la exclusión social. Los datos del estudio, dedicado íntegramente a la infancia y la alimentación, provienen de una encuesta hecha a mil beneficiarios con la misma metodología que emplea la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación, el cuestionario Elcsa. En total, los datos incluyen a más de 2.300 menores.

 

Josep Marquès, presidente de Cruz Roja en Cataluña, aseguró que si bien la radiografía corresponde a una población con mayor riesgo de exclusión social, el panorama es “estremecedor”. Un 33% de las familias encuestadas aseguran que, por falta de dinero, han tenido que disminuir las cantidades servidas a los menores en los últimos seis meses. Unas 165 familias, por su parte, dicen que uno de sus niños ha salido de casa sin desayunar algún día en el mismo periodo de tiempo. En enero de 2013, cuando el Observatorio presentó su cuarto estudio, siete de cada diez familias ya admitían que tenían problemas para garantizar una alimentación adecuada a los menores.

 

Galindo asegura que no ha llegado al extremo de que sus niños se queden con el estómago vacío. Pero también acepta que el gran peso de la nutrición de sus hijos recae en la escuela y en las ayudas de la Cruz Roja. Los tres tienen beca comedor y en el programa de refuerzo escolar se les da merienda. Ella se encarga del desayuno y la cena. “Ahora tengo pescado y carne, antes no podía permitírmelo”, dice la joven.

 

El 51% de los encuestados ingresa menos de 500 euros al mes

 

El estudio revela que un 48% de los encuestados acepta que su alimentación procede principalmente de entidades sociales o donaciones de la red inmediata de apoyo. La mitad asegura tener una beca comedor en la escuela. Sin embargo, tres de cada diez han tenido que compactarla por problemas económicos, y así los niños comen un día en casa y otro en el centro escolar. Marquès ha reconocido que los nuevos baremos para otorgar estas ayudas han mejorado la cobertura pero que aún queda pendiente el desplegamiento de los comedores en la secundaria.

 

Otro de los datos alarmantes es que tener trabajo no exime automáticamente de escapar de la inseguridad alimentaria. El 12% de los encuestados no tiene ingresos y casi el 40% tiene ingresos menores a 500 euros. Según la Agencia catalana de Salud Pública, el gasto necesario para una alimentación saludable para una familia compuesta por dos adultos y dos menores está entre los 520 y 600 euros mensuales.

 

Josep Marquès aboga por una renta garantizada escalonada

 

La Cruz Roja cree que la elevada dependencia continuada de las ayudas alimentarias por parte de los colectivos atendidos [en el 55% de los casos, los ingresos provienen de prestaciones no contributivas] no solo demuestra la cronificación de la pobreza sino que piden “acciones vinculadas al acceso al mercado laboral y la incorporación a puestos de trabajo que ofrezcan salarios dignos”.

 

Marquès tampoco duda en apostar por la Renta Garantizada de Ciudadanía, cuya ILP se está en el Parlament. El director de la Cruz Roja en Cataluña cree que de entrada no tendría que ser universal sino dirigirse primero a los colectivos con menores a cargo, en mayor riesgo de exclusión social y para ayudar a “los trabajadores pobres”. “Llevo seis años echando currículos. Ya no sé qué hacer”, finaliza Galindo, mientras sus hijos se comen la merienda en la Cruz Roja.