La droga acecha en Ciutat Vella
Droga

La droga acecha en Ciutat Vella

 

 

12/10/2014 Fuente elpais. El distrito acapara el 60% de las detenciones por venta de estupefacientes en la ciudad.

 

Ruido, música, alcohol y ... . El centro de Barcelona, tradicional foco del ocio nocturno en la ciudad, se ha transformado en los últimos años al ritmo del boom turístico. Discotecas, bares, restaurantes y tiendas de souvenirs constituyen un ecosistema propio que ha desplazado a buena parte de locales y comercios tradicionales. Y afuera, en las calles, nuevos actores ocupan huecos fuera de la normativa. Son los lateros, que empezaron ofreciendo ilegalmente productos legales (latas de cerveza) y que ya hace un tiempo que han dado el salto a la venta de droga.

 

“¿Queréis algo? Tengo de todo”, susurra uno a un grupo de turistas que, la madrugada del viernes, tomaba una cerveza en la plaza George Orwell. “Hachís, coca, hachís, coca”, insiste. Los jóvenes ríen sin prestarle mucha atención, como acostumbrados al menudeo que les rodea. Pero, poco después, uno de ellos mira a su alrededor, se levanta y camina hacia el vendedor. Le da un billete y el latero se va sin apenas decir palabra. Regresa a los diez minutos y, con el puño cerrado, pone en la mano del turista un pequeño y arrugado bulto de plástico.

 

Ciutat Vella es el distrito de Barcelona donde más droga se vende, explica Antonio Sánchez, intendente de los Mossos d’Esquadra y jefe de la comisaría de La Rambla: “En el primer semestre del año, el 60% de las detenciones por venta de estupefaciente se registró aquí”, detalla. Las tarifas del trapicheo callejero son 20 euros por cinco gramos de hachís o 2,5 de marihuana. La cocaína, según la calidad, cuesta entre 50 y 60 euros el gramo. La pastilla de éxtasis sale a 10 euros la unidad y el gramo de cristal a 40.

 

Una catalana de 27 años cuenta que, aunque es fácil comprar droga en la calle, la calidad es mala. “Puedes conseguir cosas mejores en los locales nocturnos. Hay mucha gente que vende, son jóvenes como cualquiera de nosotros, pero no la ofrecen en las plazas”, añade tras pedir que no se publique su nombre.

 

La calle Escudellers es uno de los puntos calientes del trapicheo. Mucha gente camina por esta angosta vía, lo que atrae a los vendedores. Lo mismo sucede en las calles Ample y Robadors. Entre cientos de peatones, un puñado de personas permanecen inmóviles en las esquinas. Allí están, atentos, noche tras noche. Son cuidadosos, miran quién pasa y adivinan quién busca. Un juego de miradas es suficiente para ofrecer la droga. Basta con mover un poco una ceja para dejar ver la disponibilidad de vender y también la de comprar.

 

Pero los consumidores no son los únicos que buscan a los vendedores. La Guardia Urbana tiene identificados a muchos de ellos. Lo complicado, cuenta un agente del distrito, es cogerlos durante la transacción. “Aunque tú sepas que uno vende droga, porque tiene antecedentes o por otros indicios, tú no puedes detenerlo si no lo pillas vendiendo o con droga encima”, asegura. “Casi nunca la llevan consigo”, añade.

 

Una consumidora portuguesa, residente en Barcelona desde hace dos años, cuenta que pocas veces ha comprado sustancias a un proveedor que las llevase encima. “Lo normal es que le pidas y él vaya a buscarla, o que le acompañes hasta un piso donde tienen todo tipo de cosas para ofrecer”.