Buenas costumbres en Cuenca
De interés general

Buenas costumbres en Cuenca. De interés general

 

 

01/09/2013 Fuente lanacion. Declarada patrimonio de la humanidad, la tercera ciudad en importancia de ese país se perfila como un destino especial, de rico legado cultural, apreciadas artesanías e interesante gastronomía

 

CUENCA.- Antes de aterrizar, entre las alas del avión y las densas nubes, emerge una misteriosa postal. No es la típica panorámica casual y monótona desde la ventanilla. El cuadro es realmente otro. Por momentos, la escena remite a cientos de casas de muñecas amontonadas. Después, más cerca de la pista, la imagen muta: es una alfombra gigante y colorida hecha de pequeños retazos de tinte colonial.

 

Así se revela Cuenca, la tercera ciudad en importancia del Ecuador (después de Quito y Guayaquil), también conocida como la Atenas de ese país por la gran tradición de artistas y riqueza cultural, inalterable pese al paso del tiempo.

 

Su casco histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999. Perderse por esas calles adoquinadas es tal vez la mejor forma de empezar el recorrido y de inmiscuirse en la esencia de este pueblo al sur de la cordillera andina. Es que más allá de su excepcional posición geográfica, de la belleza del paisaje y de la armoniosa fusión de estilos arquitectónicos, su verdadero valor radica en el espíritu que transmite su gente, repleta de cordialidad y profundo sentido de pertenencia.

 

La ciudad es relativamente pequeña, con alrededor de 400.000 habitantes, pero está dotada de increíbles encantos, varios de los cuales incidieron en el desarrollo de la urbe y en sus necesidades de expansión. Los antiguos lugareños se movieron de la zona céntrica como centro residencial -donde se concentran en la actualidad iglesias, museos, hoteles, antiguas casonas y mercados- para constituir otros barrios en las periferias.

 

Volver a las raíces gratifica. Convencida, Cuenca lo refleja en sus esfuerzos económicos por preservar el patrimonio y posicionarse como un destino que registra crecimiento y modernidad sin renegar del pasado. Más de 50 monumentos, casas y templos gozan de estricta protección por parte del municipio. Son dignas de visitar, en ese sentido, la catedral de la Inmaculada Concepción, un verdadero ícono entre los residentes y una de las siete iglesias más imponentes de América del Sur; el Museo de las Conceptas, que alberga una completa colección de piezas de arte; la pintoresca iglesia del Carmen de la Asunción, junto al aromático Mercado de las Flores, otro de los puntos clave de esta zona, y la iglesia de Todo Santos, testigo de las primeras misas católicas de la ciudad.

 

Una manera de adentrarse en la cultura cuencana es a través de sus singulares tradiciones. Como la confección de sombreros tejidos de paja toquilla, como los que se producen en la fábrica Homero Ortega. Urbanos, distinguidos, clásicos, elegantes y osados, estos sombreros se convirtieron en la década del 40 en el primer producto de exportación. Hoy se venden a 32 países de cinco continentes y pueden costar de 25 a 5000 dólares, ya que su calidad depende del grosor de la hebra así como de la destreza manual de las tejedoras.

 

La cerámica autóctona, resultado de un mestizaje que combina técnicas aborígenes y españolas, goza también de un alto prestigio en la región del Azuay, de la que Cuenca es capital. Uno de sus máximos exponentes es José Encalada, un alfarero que aprendió el oficio por necesidad y nunca más pudo dejarlo. Su negocio fue condecorado por el gobierno ecuatoriano y recibió elogios del presidente Rafael Correa, cuando se acercó para felicitarlo por su compromiso. "He sido maestro de unas 500 personas para mantener vigente la tradición", relata José, de 78 años, rodeado de vasijas, maceteros, floreros y otras piezas que luego pasarán a integrar la decoración de hoteles y locales comerciales. Después de visitar la Galería de Encalada, como se conoce por esos pagos al taller, el circuito se combina muy bien con otras paradas casi obligatorias. Es el caso de los barrios El Vado, en la parte baja del río Tomebamba, que concentra talleres de artesanos hojalateros, de refacción de sombreros y de costureras que elaboran trajes bordados; el de Todos Santos, con sus panaderías con hornos de leña, y el sector de El Barranco, donde se destacan residencias de estilo colonial, algunas recicladas y convertidas en bares y restaurantes de moda por las noches, próximos a conventillos ocupados por familias de pocos recursos.

 

Excursión arqueológica

 

El Parque Arqueológico de Pumapungo representa el primer contacto con los valores cañari e inca, dos culturas fusionadas que han dejado aquí una huella perenne de su identidad. Unos 20 kilómetros después, al nordeste del casco histórico, ese viaje a los orígenes iniciado desde el aterrizaje se plasma a la perfección. Allí, en la provincia del Cañar y a 2700 metros sobre el nivel del mar se levanta el cerro Cojitambo, calificado como uno de los mejores centros de escala en roca del Ecuador, y las ruinas homónimas, en la cima. Al llegar se respira en simultáneo aventura y cultura.

 

Pero la sorpresa vendrá cumplida la hora y media del recorrido por su profuso legado. Formado por basamentos de viviendas, terrazas y caminos que ocupan unas 20 hectáreas, Ingapirca, un verdadero complejo espiritual y militar de origen cañari y luego inca, a 3000 msnm, constituye la muestra arqueológica por excelencia del país. Su estrella insignia es el Castillo o Templo del Sol, el único edificado en forma elíptica, con millones de piedras labradas, en toda América del Sur. El magnetismo y la energía que se perciben arriba invitan, incluso, a meditar, aunque sea por unos minutos.

 

Mente en blanco

 

Cuando cae el sol y los planes se agotan o reservan para el día siguiente, una buena alternativa es regresar a la ciudad y dirigirse hacia el sur. En lo alto de una colina, el Mirador de Turi (del término quichua Toriyc, que significa vigía o mirador) brinda panorámicas increíbles de la urbe y sus diferentes matices. Otra opción relajante es reservar un turno en Piedra del Agua, uno de los spa de fuentes termales de la provincia de Baños. A sólo 10 minutos del centro de Cuenca, sesiones de lodoterapia, sauna, piscinas, masajes corporales y termas subterráneas, entre otras técnicas, recomendables para después de una ajetreada jornada turística.

 

De cholas y chamanas

 

 

 Color local: las cholas y los mercados callejeros.

Pollera de lana y de colores estridentes; blusa de algodón con adornos bordados, encajes y vuelos; chal de paño, sombrero de paja toquilla sobre el cabello recogido en trenzas, y alpargatas o zapatos de charol identifican a la chola cuencana, el arquetipo de mestiza de la región del Azuay, generalmente dedicada a tareas agropecuarias, aunque también al tejido, en la fabricación y restauración de sombreros. Otro personaje indiscutido de estas latitudes y vinculado a rituales antiquísimos que no pierden vigencia es la chamana, la encargada de realizar todos los viernes en los mercados del pueblo la limpia energética. Por sólo 3 dólares, ellas prometen la cura del espanto, el mal de ojo y otros pesares a niños y adultos que confían ciegamente en sus poderes ancestrales.