“A nadie le importa que falte un pibe chorro”
De interés general

“A nadie le importa que falte un pibe chorro” De interés general

 

 

25/08/2013 Fuente revistaenie. Durante 12 años, Alejandra Grinschpun y Laureano Gutiérrez acompañaron y filmaron la vida de cuatro chicos de la calle. De allí nació "Años de Calle", un documental que retrata su pasaje de la niñez a la vida adulta respetando su integridad. Se estrena el viernes 23 en la sala Gaumont, en Segunda Semana del Cine Documental Argentino.

 

El fin de la era menemista encontró a buena parte de la población argentina sin futuro. Las políticas neoliberales habían arrasado con el empleo y esa falta de trabajo implosionó en el ámbito familiar. Ismael (17), Gachi (14), Rubén (13) y Andrés (12), los cuatro protagonistas de Años de Calle, en 1999 formaban parte del eslabón más vulnerable de la sociedad: eran chicos que dormían entre cartones sobre el techo de la estación de trenes de Once.

 

Años de Calle (2013) retrata no sólo qué les deparó el futuro a ellos cuatro, sino que expone también su vínculo con los realizadores. Alejandra Grinschpun aclara que decidieron explicitar su relación con los protagonistas para que la película fuera más sincera. “En 2010, Gachi nos planteó qué iba a ganar ella con el documental. En ese momento, ella ya era adulta y tenía más conciencia de lo que decía y de cómo era filmada. Esa escena resume una serie de contradicciones que empezamos a sentir todos a medida que pasaban los años. Como realizadora me preguntaba si estaba bien exponer sus vidas, y cómo hacerlo respetando su integridad”.

 

El filme, premiado en el Festival de Derechos Humanos, forma parte de un ciclo de siete largometrajes inéditos dirigidos por miembros de la Asociación de Directores y Productores de Cine Documental Independiente de Argentina (ADN). Las películas se proyectarán entre el 22 y el 28 en el cine Gaumont, en el marco de la Segunda Semana del Cine Documental Argentino.

 

Alejandra Grinschpun, directora de Años de Calle, y su productor ejecutivo Laureano Gutiérrez hablaron con Revista Ñ digital sobre cómo se vincularon con los protagonistas y por qué decidieron filmarlos durante 12 años. “Queríamos mostrar que las personas no son producto de un hecho casual sino que su devenir tiene relación con un proceso histórico. A estos chicos generalmente se los muestra en un momento puntual, y esa es una mirada injusta e inacabada. Nuestra apuesta es mostrarlos en un proceso de tiempo, para que a través de sus trayectorias se vea que sus vidas son el resultado de diferentes factores”, afirma Gutiérrez, que además fue director del CAINA (Centro de Atención Integral a la Niñez y Adolescencia).

 

-¿Cómo se relacionaron con los chicos?

-Alejandra Grinschpun: En 1998 empecé a dar talleres de fotografía y video a los chicos que concurrían al CAINA. Laureano trabajaba allí. Un año más tarde, empezamos a acompañarlos por la ciudad, para que pudieran retratar los sitios donde dormían. Ese trabajo quedó compilado en el libro de fotografía Otra mirada, Buenos Aires fotografiada por los chicos que viven en sus calles (Asociación Civil Los chicos de la calle, 2005). Cuando empezamos a filmar a estos chicos, en 1999, no nos imaginábamos que ese material sería parte de una película. Ellos paraban en la estación de Once y la cámara era una excusa para pasar tiempo con ellos y conocerlos más.

 

-¿En qué momento se plantearon hacer una película?

-Laureano Gutiérrez: Seguí en contacto con ellos a través de mi trabajo en el CAINA. Cuando en 2003 me reencontré con Alejandra y me preguntó qué había sucedido con los chicos que habíamos entrevistado en 1999, le conté que Gachi había tenido tres hijos en cuatro años. Ismael pasó de vivir en la calle a viajar por el país con una obra de teatro, y Andrés y Rubén habían estado detenidos. Lo que les había sucedido en sólo cuatro años era tan intenso que decidimos hacer un documental sobre sus vidas. Pensamos en hacer un nuevo registro en 2004, y nos planteamos una tercera filmación cuando ellos alcanzaran la adultez, en 2010.

 

-¿Cómo era Gachi cuando la conocieron en 1998?

-Alejandra Grinschpun: Cuando conocimos a Gachi en el CAINA tenía 13 años. Creo que el hecho de vivir en la calle la hacía jugar el rol de la más fuerte y la más quilombera para que nadie se metiera con ella.

 

-¿Y cómo la encontraron cinco años después?

-Laureano Gutiérrez: El Estado había intervenido fuertemente en su vida, como ocurre con cualquier joven pobre menor de 18 años. A su primer hijo se lo habían entregado a su suegra y a los dos siguientes se los quitaron y los pusieron en un instituto de menores. En 2004 presenciamos su cuarto embarazo y ese bebé también le fue sustraído por el Estado. En ese momento, las instituciones en vez de trabajar para fortalecer la relación madre-hijo y darle herramientas para que ella pudiera ser mamá, directamente separaban a los hijos de su madre.

 

-Alejandra Grinschpun: Después de que le quitaron a su cuarto hijo, Gachi luchó para cambiar su futuro. Ahora vive con sus otros niños y quiere recuperar a los cuatro que el Estado le quitó. Hace mucho con lo poco que tiene. Le falta apoyo, no sólo del Estado sino de la sociedad. Cada vez que ella o su pareja tuvieron trabajo les cambió la vida, porque les dio una organización del tiempo y la tranquilidad de que iban a tener ciertas necesidades básicas cubiertas. Eso les daba una estructura para poder proyectarse.

 

-¿Y Andrés?

-Alejandra Grinschpun: En 2004 acompañamos a Andrés desde la salida de la cárcel a la casa de sus padres. Tenía tan sólo 17 años y había estado cuatro años preso. En su casa nadie tenía trabajo, se comía muy salteado, y él tampoco pudo conseguir trabajo. Así que unos meses después estaba nuevamente preso por robo.

 

-Laureano Gutiérrez: Ya habíamos finalizado el documental cuando fuimos a Marcos Paz para buscarlo, el día que volvió a salir en libertad. Salió con cinco mil pesos en el bolsillo por los trabajos hechos en prisión y la ropa puesta. Nos pidió que lo lleváramos a la estación de Once. No hay reinserción posible si lo único que le queda es volver a la calle y arreglarse como pueda. El Estado invierte mucho en mantener a una persona privada de su libertad. Si esa misma estructura acompañara por un tiempo a las personas que salen libres, y les dieran posibilidades reales de obtener un trabajo y un lugar transitorio para que puedan vivir, se evitaría que vuelvan a la cárcel. Es una decisión que se puede llevar adelante porque existe presupuesto, pero no hay conexión entre las diferentes políticas sociales.

 

-¿Qué creen que influyó en la vida de Ismael para que pudiera salir de la calle?

-Alejandra Grinschpun: Todos ellos han pasado por buenas y malas experiencias en instituciones. El se conectó desde el arte, primero en el taller de fotografía que yo dictaba, y luego se relacionó con el teatro a través de “Amanecer”, una ONG que brindaba capacitación y un lugar para vivir.

 

Laureano Gutiérrez: Gachi e Ismael son hermanos. Mientras Ismael pudo aprovechar las oportunidades de capacitación que se le presentaron, Gachi tuvo que ocuparse de ser mamá cuando todavía era adolescente. El género es un factor casi decisivo, los varones suelen tener más oportunidades que las mujeres. Ismael hizo un curso de líderes en “Puerto Pibes”, un programa que el macrismo cerró. Y esa capacitación le permitió encontrar trabajo en el área de recreación. Hay una serie de conjunciones que se dieron en la vida de Ismael, que si estuviesen disponibles para otras personas, estoy seguro de que habría menos gente viviendo en la calle.

 

-¿Rubén está desaparecido?

-Alejandra Grinschpun: Hace cuatro años que lo buscamos por todos los lugares que él frecuentaba y nadie sabe de él: ni sus amigos, ni su familia. Hicimos una búsqueda a través de la Defensoría, pero no obtuvimos ningún dato.

 

Laureano Gutiérrez: Esta es otra de las marcas de vulnerabilidad de este sector. Decidimos registrar cómo lo busca su familia, que lo único que hace es llamar a las comisarías e ir a la estación de tren para preguntar si lo vieron. No tienen recursos para hacer otra cosa. A nivel personal, también intentamos buscarlo a través de los medios pero como desapareció hace cuatro años nos dicen que ya no es noticia. Creo que la desaparición de un chico de clase media se convertiría en noticia. Pero a nadie le importa que falte un pibe chorro.