Plaza & Janés y Grijalbo donan sus recuerdos
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Plaza & Janés y Grijalbo donan sus recuerdos

 

 

20/06/2014 Fuente elpais. Los sellos pasan sus ricos fondos, entre los años 60 y 90, a la Biblioteca de Cataluña

 

Contrato firmado el 28 de abril de 1977. “Debe publicarse antes de… 18 meses. Anticipo: 5.000 dólares; 8% hasta… 3.000; 10% hasta… después”. En Julio de 1977 la tirada inicial fue de 10.000 ejemplares, de los que en el mismo mes se reimprimieron 10.000 más; en octubre, segunda reimpresión, con 5.000; en noviembre, otros 10.000 y en diciembre, el exitazo sigue: 12.000 más. Todo esto lo constata, en bolígrafo, la ficha de edición en cartulina generosa de 20 x 30 centímetros que Plaza & Janés tenía de su mítico libro El informe Hite sobre la sexualidad femenina, todo un fenómeno en la España del primer postfranquismo. La ficha de edición es sólo una de las miles que en cuatro cajas del apreciado fondo de la editorial Plaza & Janés, que junto al de Grijalbo ha ido a parar, donado por el grupo al que pertenecen los sellos, Penguin Random House, a la Biblioteca de Catalunya.

 

En un estado de conservación notable, las más de 300 cajas de documentación, que incluyen más de 25.000 fotografías y archivos sonoros y audiovisuales, serán de suma importancia para conocer cómo trabajaba el sector editorial catalán entre 1959 y 1980, si bien parte de la documentación económica llega hasta 1998. Es capital también por ser quienes son los sellos editoriales. Por un lado, Plaza & Janés, fundada en 1959 por Germán Plaza, que adquirió los fondos del segundo a su muerte, creando colecciones de bolsillo emblemáticas como Reno e incorporando best-sellers internacionales como Forsyth, Lapierre y Collins. Por otro, Grijalbo, creada en México en 1949 por Juan Grijalbo, exdelegado de la Generalitat en la Cámara del Libro de Barcelona en 1937, que acabó absorbiendo otros sellos hispanoamericanos y formando un potente grupo que amplió a su regreso a Barcelona en 1962.

 

Entre las Normas para la redacción de la Enciclopedia Infantil Plaza (coste de redacción: 5.661, 50 pesetas de 1962) , informes de lectura como el de El mundo de Cody (“posible título en castellano”) de Jack Kerouac (“Valor literario: 5. Valor comercial: 3.8”), correspondencia de editores señeros como Mario Lacruz o el propio Grijalbo (sustanciosa la que mantiene en abril de 1966 con Georg Lukács, que le saluda desde Budapest: “Herr Grijalbo!” y que protagonizará otra carpeta con los problemas de censura en 1970 de su La novela histórica, con los fragmentos cercenados en lápiz rojo por el mismísimo censor) destacan por su volumen el material de Grandes Obras de Plaza & Janés. Son estas las que aportan 212 cajas de documentación administrativa y también la mayor parte de las imágenes, de agencias pero también muchas de encargo. Es ese tipo de obra el que reúne las referencias sonoras y audiovisuales, como la colección de vídeos Historia inédita de Franco o cintas y cedés con testimonios históricos como el discurso del propio dictador en Salamanca en 1936 o el de Juan Carlos I como sucesor.

 

Satisfecho mientras hojeaba los documentos (trabajó de estudiante como corrector en Grijalbo un tiempo, como hiciera después en Vicens Vives), el consejero de Cultura de la Generalitat, Ferran Mascarell, insistía ayer en su discurso de que “el sistema editorial es la columna vertebral de la cultura catalana”. Lo hacía en la Biblioteca de Cataluña, que va convirtiendo en un tácito Institut Mémories de l’Edition Contemporaine francés donde ir depositando la documentación histórica del mundo del libro, escritores incluidos.

 

“No estoy cerrado a eso, pero no creo que deba crearse un centro específico o un museo para el libro”, aseguró. En esa línea, sólo por citar las últimas incorporaciones, está el legado de los 180.000 documentos de Gustavo Gili que la familia donó el pasado marzo o la adquisición este mismo enero de la correspondencia de la editora de Lumen, Esther Tusquets. Ello en un contexto con ya más de 300 referencias, algunas de tal peso como el archivo del editor de Destino Josep Vergés, las de sellos como Montaner y Simón, el de Espasa y el de La Magrana, por citar sólo editoriales. “Este programa lo conocen todos los editores catalanes”, quiso recalcar Mascarell.

 

Todo ese material deberá ser accesible a través de un portal en internet en el que trabaja la Biblioteca de Cataluña y que podría estar operativo “a finales de este año”. Expansivo en esa línea, el consejero también apuntó que “cuando las cosas se normalicen económicamente” desearía promover junto con las universidades “becas de investigación para trabajar todos estos fondos”. Mascarell también prevé que el mundo cultural en general pero el de la edición en particular forme parte del discurso del refundado Museo de Historia de Cataluña (“no puede centrarse sólo en instituciones políticas”), que aseguró que ha de cambiar de sede y del que se sabrá en un par de meses el nuevo director, surgido de un próximo concurso.