Los mandarines
de Simone de Beauvoir

LOS MANDARINES. LIBRO RECOMENDADO DE SIMÓN BEAUVOIR

 

 

Fuente extremaduraprogresista. El 8 de enero de 1908 nace Simone de Beauvoir en la ciudad de París. Sus padres eran Georges de Beauvoir y Françoise de Brasseur. Su padre trabajaba como abogado. Pertenecían a la clase burguesa, era una familia acomodada. También tuvo una hermana, Helène, menor que ella. La relación de su familia con la clase burguesa desapareció pronto porque George invirtió gran parte de su capital en negocios que terminaron arruinándole. Ésto provocó un giro radical en sus vidas. Se trasladaron a un pequeño piso de la calle Rennes en malísimas condiciones, ni siquiera tenía agua corriente. Su padre encontró un trabajo como vendedor de publicidad en un periódico. Pero toda esta situación lo sumió en una profunda depresión.

 

 

 

Comenzó a beber y a visitar burdeles. La madre de Simone, en su papel de esposa comprensiva, intentaba llevar de la mejor manera posible la situación pero las continuas peleas eran inevitables. A pesar de todo Simone y su hermana recibieron una educación burguesa asentada en los fundamentos de la religión católica. Simone pronto se rebeló contra todo lo que le habían impuesto y decidió ir a estudiar la carrera de filosofía en la Sorbona. En esos años fue cuando conoce al hombre que más va a influir en su vida, Jean-Paul Sartre, también estudiante de filosofía. Fue en 1929 cuando comienzan una relación amorosa que se caracterizó por ser libre y moderna y a veces incluso escandalosa. Esta relación durará prácticamente toda su vida. Gracias a esto se unió al grupo de su compañero a la vez que daba clases de filosofía en distintas ciudades de Francia como París o Marsella. Pero la II Guerra Mundial influyó notablemente en su manera de ver la vida y en 1943, en plena invasión de la ciudad de parís por el ejército alemán, Simone decidió abandonar la docencia optando por dedicarse exclusivamente a escribir. En este momento comienza su nueva vida. Se unió a la Resistencia francesa y además escribió su primera novela "La invitada" en la que trata el tema de la libertad y la responsabilidad individual. También habla de este tema en sus siguientes escritos como son "La sangre de los otros" escrita en 1944 y "Los Mandarines" escrita en 1954.

 

 

 Al terminar la guerra Simone comienza a trabajar en la revista Les Temps Modernes cuyo director era Sartre. Durante estos años realizó numerosos viajes recorriendo gran parte de Europa y también visitando países como Cuba, China o Estados Unidos. Toda su literatura se verá influenciada por los postulados del existencialismo que era la filosofía defendida por Sarte. Pero pronto comenzaría a escribir sobre las mujeres y en 1949 publicó "El segundo sexo". Con este escrito nació el ensayo feminista más importante del siglo XX en el que la autora trata de analizar la condición de la mujer occidental desde un punto de vista histórico, filosófico y político. De esta obra se llegaron a vender 22.000 ejemplares en una semana. Éste hecho dio una gran notoriedad a Simone. Hay un hecho muy significativo y es que Simone fue una de las mujeres que firmo en el famoso Manifiesto de las 343, publicado por el periódico Le Monde en 1971. ( Fue conocido también como el de las 343 sinvergüenzas). En él un total de 343 mujeres declararon haber abortado alguna vez. Simone declaró que el primer paso como feminista fue firmar ese manifiesto ya que aún finalizado su libro "El Segundo Sexo" seguía manteniendo que no lo era.

 

 

 Dos años antes de la publicación de "el segundo sexo", en 1947, su relación amorosa con Sartre se rompió. Él mantenía una romance con la actriz Dolores Vanetti. Todo esto provocaba en ella estados de ansiedad. Pero ese mismo año tuvo que viajar a Estados Unidos para dar unas conferencias y allí conoció al escritor Nelson Algren. Con él comenzó una relación que duró hasta 1964. Aunque ella sabía que el amor que sentía por él nunca sería igual al que sentía por Sartre, por ello Algren le pidió en numerosas ocasiones que dejase completamente a Sartre pero Simone nunca accedió a hacerlo. En alguna ocasión llegó a decirle: "No podría ser la Simone que amas si pudiese abandonar mi vida con Sartre". Ante esta situación Algren decidió poner fin a la relación.

 

 

 Esta ruptura volvió a causarle una depresión a Simone, pero pronto recuperó las ganas de vivir al enamorarse del comunista Claude Lanzmann, a quien conoció porque trabajarba en la revista Les Temps Modernes. En este momento ella tenía 42 años y él era diecisiete años menor. A pesar de la diferencia de edad Simone fue con el primer hombre con el que se comprometió a vivir. Gracias a él no volvió a padecer crisis de ansiedad. Lanzmann sí comprendía la relación de Simone y Sartre.

 En 1954 publicó "Los mandarines". Gracias a esta novela Simone fue galardonada con uno de los premios más prestigiosos de Francia, el Premio Goncourt.

 

 

 Entre tanto, Sartre había roto su relación con Dolores Vanetti y su salud comenzaba a decaer. Esto le preocupaba bastante a la escritora. A los 48 años decidió escribir su biografía. La llamó "Memorias de una joven formal". Fue publicada en el año 1958. Esta primera publicación forma parte de otras tres obras más llamadas "La fuerza de la edad", publicada en 1960. Tres años más tarde se publicó "La fuerza de las cosas" y por último en 1972 "Final de cuentas". Estos cuatro tomos sirvieron a muchas mujeres de la época, convirtiendo a Simone en una figura para todas sus lectoras. Ella era la mujer que había conseguido emanciparse, tomar las riendas de su propia vida.

 En 1970 escribió un ensayo ,"La vejez". En él Simone afirma que los ancianos se han convertido en un sector de la sociedad marginado, al igual que los inmigrantes o los pobres. Fue en este momento cuando la escritora decide dedicarse casi exclusivamente a cuidar de Sartre que inevitablemente muere el 15 de abril de 1980. Un año más tarde Simone publicó un libro para homenajearlo llamado "La ceremonia del adiós". Finalmente Simone murió el 14 de abril de 1986 en la ciudad donde nació, París.

 Podemos decir que al hablar de Simone de Beauvoir estamos hablando de una mujer memorable. Una de las figuras intelectuales francesa más importantes y comprometidas de mediados del siglo XX cuya aportación al feminismo ha sido muy significativa.

 

Los Mandarines

 

Anne Dubreuilh es una psicoanalista parisina cercana a los cuarenta que trata de recomponer su vida después del naufragio de la guerra. Su marido es un célebre escritor que le lleva muchos años y está a punto de entrar en la vejez. Henri Perron, su amigo más cercano, jóven y atractivo escritor, vive su plenitud creadora, y su primera obra después de la Liberación va a ser aclamada por el público unánimemente. Todos ellos han participado de un modo u otro en la resistencia durante la ocupación. La novela comienza con una fiesta en el apartamento de Paule, mujer de Henri, en Diciembre del 44, las primeras Navidades después de las jornadas de agosto, cuando la guerra todavía no ha terminado. Pronto caemos en la cuenta de que lo que ha comenzado como una celebración no es sino el umbral de un tiempo de nuevos desgarros y crisis. Ahora que la libertad es palpable y real, tras un prolongado período de ascetismo, parecería natural que el temor y la desdicha diesen paso a ilusión y a los sueños, tanto tiempo acariciados en la dilatada noche de la ocupación, y que los proyectos largamente aplazados renaciesen con fuerza en la perspectiva de su posible realización. Pero nada va a ser tan fácil, de modo subrepticio una profunda crisis se va a instalar en el conjunto de la sociedad francesa y en la vida de cada uno de los protagonistas.

 

Los grandes acontecimientos políticos y los personales van a seguir de esa manera entrelazados, influyéndose, reflejándose y creando conflictos intelectuales y emocionales en la vida de los personajes. Ante la conciencia de estos, sin previo aviso, van a emerger las mil insidias del tiempo, transcurrido engañosamente fuera de la vida cotidiana, sobre todo el remordimiento de seguir vivos y de acomodarse tan fácilmente al olvido, la persistente piedad por aquellos que entregaron sus vidas, la inclemencia de los años, los primeros signos del deterioro en los cuerpos que amanecen tras un largo letargo, el desgaste demorado del amor en la pareja, la toma de conciencia de la futilidad de la acción en las nuevas circunstancias sobrevenidas, y también el desencanto de la profesión y vocación de cada uno.